Carta a IPSOS EcoConsulting

Estimados señores,

para mis lectores que no les conozcan les voy a presentar. Ipsos EcoConsulting es una empresa dedicada a la investigación de mercado y presente en muchos países del mundo. Bastante resumido pero bastante preciso, ¿verdad?

Hoy alrededor de la 13:00, estando yo trabajando en mi casa, recibí una llamada telefónica. El interlocutor que estaba al otro lado se presentó como encuestador de su empresa y me comunicó amablemente que estaban realizando un estudio acerca de la presencia e importancia de las marcas en la ropa infantil. Su siguiente pregunta me dejó atónito:

– «¿Hay alguna mujer en casa que pueda responder a mis preguntas?»

Mi respuesta fue extremadamente sobria ante tal desfachatez:

– «No. Estoy yo solo».

Se despidió disculpándose por haberme importunado y ambos apretamos el botón rojo del teléfono.La parálisis todavía me dura. La sorpresa perdura en cada arruga de mi piel. ¡¿Es posible que esto me haya pasado a mi?!

Desconozco si el entrevistador no se ajustó a los requisitos reales planteados pero el suponer que hizo correctamente su trabajo y que planteó la encuestación en los términos que a él le habían exigido… me deja KO. ¿Es posible que en un país como éste en pleno siglo XXI todavía pasen estas cosas? ¿Estaré yo equivocado y mi creer que las cosas han cambiado es sólo una ilusión, un espejismo, una quimera?

El motivo de esta misiva es, simplemente, para comunicarles que yo, como padre de mis dos hijos (niño y niña), estaba perfectamente capacitado para hablar de su ropa, de la marca de su ropa y del color de las gomas que mi hija se pone en el pelo si así me fuera requerido. ¿Una mujer? Mi esposa también les hubiera respondido amablemente y con total conocimiento pero desconozco cuál es el supuesto que les lleva a obviar la posibilidad de que un hombre, el papá, participe de esa faceta familiar. ¿Hubieran solicitado también la presencia de una mujer para encuestar sobre productos de limpieza, sobre la subida de la remolacha en los mercados de barrio, sobre la conciliación de la vida familiar y laboral…? Si es así posiblemente tenga que cambiar mi opinión de que hemos avanzado en igualdad.

Yo le compro ropa a mis hijos y medicamentos. Voy a reuniones del colegio y conozco a mamás y papás de sus compañeros. Les leo cuentos por la noche y les cocino también sus platos preferidos y aquellos que menos les gustan. Hago la compra y puedo determinar si un producto está caro o barato. Friego los platos y pongo el lavavajillas. Y conozco lo que uso. Hablo con mis hijos igual que mi mujer y los llevo al parque, al zoo, al teatro o adonde se precie. Conozco a qué huele la caca y sé qué crema debo ponerles cuandomachoiberico se les irrita el culito o los genitales.

Creo que ya es hora de empezar a cambiar realidades a base de creer que lo «normal» es otra cosa. Creo que ya es hora de ir suponiendo que los papás vivimos al 100% a nuestros hijos, a nuestra esposa, a nuestra casa. Hay que dejar de ser machistas. Es machista también quien cree que la mayoría lo sigue siendo. Señores de IPSOS, ¡reaccionen! ¡Instálense un parche de actualización! ¡Ya hay nuevas versiones de producto y ustedes siguen preguntando qué tal nos va el Windows95? Un esfuerzo señores… ¡con lo que cuesta cambiar esto! ¡No están ayudando!

Poco me queda por decir. Bueno sí… siéntense, siéntense, no vaya a ser que se desplomen… ¿Saben? Tampoco me fumo un pitillo después de copular (como a ustedes les gustará decir). A mi mejor que no me vuelvan a llamar. No soy su hombre.

Un saludo

1 comentario
  1. Noe
    Noe Dice:

    Madre mía!! qué fuerte.

    Me estoy imaginando tu cara y me ves aquí frente a la pantalla del ordenador riéndome….¡Dios mío qué gente!. Si ese tipo hubiera sabido el padrazo que estaba al otro lado del teléfono otro gallo cantaría, pero es lo que tienen estas cosas.

    Gracias Santi, por compartirlo.

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