Habéis vuelto a nacer (I Pedro 1,18-25)

Escribo este post ya fuera de tiempo. El día ha tenido trajín y la tarde ha estado llena de cosas.

Volver a nacer… Un tiempo nuevo… Me suena… Siento que estoy viviendo eso. Es una intuición, una percepción… difícil de explicar pero… constato que hay cosas que son nuevas en mi. Y me gustan.

Todo viene de Dios.

Un abrazo fraterno

Impresionante (I Pedro 5,5b-14)

Después de la derrota ayer del Barcelona y hoy del Real Madrid, me siento a leer la primera lectura y me encuentro esto:

«Tened sentimientos de humildad unos con otros,
porque Dios resiste a los soberbios, pero da su gracia a los humildes.»

Permitidme que no diga nada más por hoy. 🙂

La fe sin obras es inútil (Santiago 2,14-24.26)

Estoy sentado frente al ordenador ligeramente crispado y enfadado. Cosas que pasan. Y me encuentro con esta lectura de Santiago y posiblemente con uno de los Evangelios más claros y comprometedores de toda la Escritura.

Está bien creer, amar a Dios, ir a misa y predicar con buenas palabras pero… ¿Qué hago luego? ¿Qué hago con los pobres que me encuentro, con las personas que necesitan de mi cariño o de mi tiempo? ¿Qué hago con las injusticias que veo? ¿Qué hago con los dones que se me han dado? ¿Cuáles son mis obras? Ahí me juego todo mi ser cristiano.

Y no es fácil. No son obras al uso. Exigen entrega y, muchas veces, te obligan a «perder». Ya me lo dice Jesus en el Evanglio: quien quiera venir conmigo… ¡que venga preparado! Perderá la vida. Ufffffff…

Qué vértigo…

Un abrazo fraterno

La ley perfecta (Santiago 1,19-27)

¿Cuál es la ley perfecta? LA LEY DE LA LIBERTAD.

En verdad que la lectura de la Carta de Santiago de hoy es impresionante. Invita a ser libres, a poner la Palabra en práctica, a no quedarse en palabrería y buenos propósitos. Invita a mirarse al espejo y contemplarse, conocerse, reconocerse, quererse, descubrirse…

En momentos difíciles como los que estamos viviendo, con una gran crisis económica y de valores encima, es bueno reforzar y cuidar todo el jardín interior de cada uno. Estamos llamados en estos tiempos de incertidumbre, preocupación y necesidad a ser las manos de Jesús, su voz, sus pies, su rostro… llamados a ser Buena Noticia y también profetas de nuestro mundo. Toda una tarea.

Que el Señor nos ayude.

Un abrazo fraterno

No nos ha dado un espíritu cobarde (II Timoteo 1,1-8)

Vivimos en un mundo lleno de miedo. Nos han educado para tener miedo. No sé si habéis visto la película de dibujos de «El valiente Desperaux» pero cuando nace sus padres están preocupados porque el pequeño no tiene miedo…

Nos asustan. Nos acobardan. Minimizan nuestra capacidad de cambiar cosas. Nos engañan y nos meten en la cabeza que sufriremos, que no podemos, que somos poca cosa.

Pero si Dios es mi padre y estoy hecho a su imagen y semejanza… Si Dios me cuida, me protege, vigila mis pasos… ¿Por qué sigo siendo un cobarde? El ángel se presentó a María y le dijo que no tuviera miedo. Jesús envía a los 72 y les dice que entren en la casa que les acoge y digan «paz a esta casa»… El miedo es libre y humano. Pero es el que hace hundirse a Pedro en el agua cuando camina hacia el Señor.

Yo no me considero cobarde. Algo mediocre en algunas cosas pero valiente en otras. Necesitamos valientes. Dispuestos a vivir el Evangelio. Dispuestos a amar hasta el final.

Un abrazo fraterno

Eso que hemos visto y oído os lo anunciamos (I Juan 1,1-4)

¿Anunciamos la Buena Noticia? La Buena Noticia digo… no la ristra de normas, lecciones morales, sacrificios, obligaciones y deberes de ser cristiano y católico. Si un buscador de la verdad va a una iglesia un domingo cualquiera… ¿recibe una Buena Noticia? ¿Es mi vida Buena Noticia?

A veces incidimos demasiado en un mensaje que no acaba de llevar a Dios, en un mensaje que le dice a la gente cómo tiene que ser, qué tienen que hacer… en lugar de decirles cómo les quiere Dios, cómo les cuida, cómo hablarle, cómo encontrarle… Papas como Juan XXIII y Juan Pablo I incidieron en este aspecto y fueron incluso criticados dentro de la propia Iglesia…

Anunciemos el Amor y que el Amor transforme.

Un abrazo fraterno

Anuncio (Romanos 10, 9-18) – Adviento en familia 2011 – día 4

Hoy es S. Andrés y las lecturas así nos lo recuerdan. Y me resultan muy buenas lecturas para el Adviento ya que tratan algo nuclear del misterio de la Navidad: el anuncio. No hay belén que se precie que no contenga en un rinconcito la escena de «La Anunciata»: ese grupo de pastores que, a la vera de una hoguera o fogata, en plena noche, reciben la visita del ángel que les anuncia la llegada del Salvador y les exhorta a ponerse en camino e ir a adorarlo.

Ese ángel, que tantas veces pasa desapercibido en el belén, cumple una función importantísima: ANUNCIAR LA  BUENA NOTICIA cuando la oscuridad y el frío son mayores.

El Adviento es buen momento para pararme y confrontarme con el ángel: ¿Soy portador de la Buena Noticia? ¿Voy allí donde la oscuridad es mayor y anuncio a Jesús? ¿Me siento enviado por Dios a ello?

Un abrazo fraterno

Caminad por una senda llana (Hb 12, 4-7.11-15)

Hoy me ha llamado profundamente la atención esta frase de la carta a los Hebreos. En medio de una hermosa exhortación a fortalecer manos débiles, a robustecer rodillas vacilantes… aparece esta indicación tremendamente valiosa por su carga de sano realismo y por su llamamiento a «no perder la cabeza».

blog1.jpgEn nuestro entorno cristiano, de personas implicadas en catequesis, ONG’s, voluntariados, parroquias, etc. uno a veces encuentra las mayores dificultades para crecer personalmente justamente donde menos se lo espera. Esa sensación de que uno tiene que hacer muchas cosas, meterse en cien mil asuntos, ir a todas las convivencias, programar todas las actividades, estar implicado en diversos y variados asuntos, gastar las vacaciones en campamentos, cursos, etc. Nos convencemos que más implicados estamos y más trabajamos por el Reino cuantas más cosas hagamos. Y esto, creo, que puede llegar a ser peligroso. A mi me ha costado mucho descubrirlo porque mi tendencia natural es a meterme en la espiral de activismo que acabo de relatar. Y claro, cuantas más cosas hago menos tiempo para mi… y uno no siempre puede permitirse ese lujo.

Esta Palabra de hoy me recuerda que por supuesto hay que caminar, nunca pararse. Pero hay momentos en que tenemos que buscar caminos llanos. Hay que vivir consciente y saber que no siempre es momento de muchas cosas, de grandes cosas, de grandes donaciones, de grandes misiones, de gastar mucho tiempo, de forzar la máquina… No siempre estamos en condiciones. Hay heridas, cansancios, motivaciones, situaciones… que no podemos obviar. La Palabra de hoy creo que nos invita a no obviarlo y a dedicarse también tiempo a curar, fortalecer, revisar… para ser verdaderamente útiles a la batalla por el Reino. Un ejército de tullidos, por mucha voluntad que tengan, no gana batallas.

Un abrazo fraterno

Foto extraida de: http://flickr.com/photos/neregauzak

¿Para qué seguir? (Heb 11, 32-40)

Eso digo yo. ¿Para qué seguir? ¿Para qué seguir dedicando tiempo en el acompañamiento de jóvenes? ¿Para qué seguir luchando por mejorar la integración laical en la Iglesia? ¿Para qué seguir gastando mañanas de sábados y domingos en preparar, proponer, analizar, observar, renovar? ¿Para qué seguir buscando la voluntad de Dios en nuestra vida e írnosla complicando a pasos agigantados? ¿Para qué sirve no dejarse llevar por la manada, hacer lo que todos hacen? ¿Cuál es la promesa Padre? ¿Qué es lo que me tienes prometido porque… no lo tengo claro? Veo el camino pero nada más allá de cada paso. Intuyo cosas. Muy pocas. ¿Para qué sirve seguir caminando en lugar de preparar unas tiendas y quedarnos allá donde hemos llegado hoy?

Hace tiempo, alguien cercano y querido en el entorno de Escolapios en el que me muevo me cambió esta pregunta por otra que puede dar luz y sentido a las cuestiones anteriores: No es tan importante el «¿para qué?» como el «¿para quién?». ¿Pará quién Señor ese tiempo gastado? ¿Para quién Señor este andar cansado? ¿Para quién Padre mi presencia, mi lucha, mis dones? Estas preguntas sí tienen clara respuesta. En primer lugar, para TI, para gloria y alabanza a TI, Señor. En segundo lugar, para MI. Para mi felicidad, para ser más persona, para ser más maduro, para ser más fuerte, para tener mejores cimientos, para ser capaz de amar mejor. En tercer lugar, para mi esposa y mis hijos. Para que ellos alcancen tu voluntad y su felicidad. Para encuentren su lugar en el mundo. Para que el mundo que quede sea mejor que el recibido. Para que te conozcan desde la naturalidad y el amor. En cuarto lugar, para mi comunidad, para complementar a mis hermanos, para que reciban lo mejor de mi, para darles la oportunidad de ser curados y de curarme, de escuchar y ser escuchados, de acompañar y ser acompañados, para compartir mi vida con la suya, para ser uno. En quinto lugar, para la Escuela Pía y los niños y los jóvenes. Para contribuir a la educación integral de los que serán nuestras próximas generaciones, para que vean un camino, para ayudarles a experimentar tu amor, para que los religiosos sientan a los laicos como compañeros y amigos, para que la Orden sea mejor y más fiel. En sexto lugar, para la Iglesia y el mundo, para todo aquel que se cruce en mi camino, para todo aquel que necesite una palabra, un abrazo, un gesto. Para todo aquel que esté perdido. Para todo aquel que Tú quieras, Señor.

Todo sigue teniendo sentido, pese a todo.

Un abrazo fraterno

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Salió sin saber adónde iba (Hb 11, 1-2.8-1)

Por fe… Estas dos palabras son las que más se repiten en la lectura del Antiguo Testamento de hoy. Y se unen perfectamente con el relato del Evangelio donde un Jesús despertado precipitadamente por sus discípulos les espeta en la cara un «¿Aún no tenéis fe?».

Me quedo hoy con el ejemplo de Abrahán, Padre. Alguien que siente una llamada, que siente que va a ser más feliz allá donde se le llama y que sin más certezas se lanza a la aventura. Por fe. ¡Cuánto tenemos que aprender hoy de esto Padre! Cada día necesitamos más seguridades para realizar cualquier tarea. Un contrato de trabajo que no es indefinido no genera garantías, una casa no comprada transmite desconfianza, unos hijos que no llegan porque ahora no es buen momento, compromisos que se olvidan porque hay la psoibilidad de equivocarse… Vivimos en una sociedad que nos invita a rodearnos de seguridades, es parte de la «sociedad del bienestar». Y Tú hoy nos invitas a lo contrario. Nos invitas a escuchar. Nos invitas a confiar. Nos invitas a aspirar a ser más felices y a luchar por ello. Nos invitas a ponernos en camino sin esperar más señas. Nos invitas a jugárnosla desde el discernir tu voluntad.
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Tú no ofreces seguridades ¿verdad Padre? Tu ofreces compañía y amor. Pero no seguridades. La meta es la tierra prometida en la que cada uno será feliz. Pero el camino al que nos invitas es un camino falto de carteles e indicaciones, abierto al soplo del Espíritu, a nuestra inspiración, a nuestra intuición, a nuestra escucha…

Yo he decidido ir por ese camino. Es duro. A veces creo que me espera el precipicio. Pero te llevo en mi barca, Señor. Al menos eso creo. No soy valiente por eso recurro a Ti. Aumenta mi fe pero no me abandones.

Un abrazo fraterno