Oyes su ruido (Juan 3,1-8)

Es verdad. Intento intuir por dónde sopla el Espíritu y adónde me lleva. Y es muy complicado. Y está falto de certezas. Pocas cosas seguras y muchas «dudas». Miedo, también. Miedo a equivocarme. Miedo a fallar. Miedo a perder. Miedo a romper. Miedo a dejar. Pero la intuición de la llamada es fuerte.

Huele a Pascua. Pero el Espíritu aún debe revelarse y quitarnos de un plumazo todas nuestras inquietudes para dejarnos sólo con el amor del padre y la confianza de que Él está siempre con nosotros.

Un abrazo fraterno

No sabían que era Jesús (Juan 21,1-14)

Leo hoy el relato del Evangelio y me llama la atención del pasaje cómo los discípulos son incapaces de conocer a Jesús al principio. Ellos, que habían vivido a su lado, no son capaces de descubrir que Jesús es quien se presenta ante ellos y les ayuda a pescar. Sólo después de pescar en abundacia, algunos empiezan a preguntarse si aquel hombre podría ser el mismo Jesús.

Creo que en la vida nos pasa muchas veces lo mismo. Dios está a nuestro lado y suceden ciertos acontecimientos gracias a Él… y no somos capaces de encontrarle. No sé qué no esperamos. ¿Qué se esperarían que pasara si el Señor volvía? Pues nada. Simplemente hay que estar abiertos, dispuestos, pródigos en acciones… y tener el radar en marcha para ver si Dios se pasa. Normalmente lo hace. Yo cuando miro hacia atrás en mi vida, lo descubro, siempre, presente.

Un abrazo fraterno

He visto al Señor (Juan 20,11-18)

El mandato de Jesús Resucitado es claro: «ve a mis hermanos y diles…». María no lo duda y obedece el mandato. María es llamada por el Señor a ser testigo de la alegría de la Resurrección. Ella ha visto al Señor y tiene que ir a aquellos más cercanos para que ellos también compartan esa alegría.

Yo he visto al Señor también. En momentos concretos he notado su mano, a lo largo de mi vida he notado su mirada y su cariño. En mis dones percibo parte de esa Vida que Él me ha regalado. Y no puedo guardarlo en mi cartera. También tengo hermanos a quienes debo hacer partícipes de esto. Lo intento. Tal vez no se trata de ir llamando a las puertas de extraños sino más bien de hablar con claridad y franqueza y testimoniar desde la verdad con aquellos que se sitúan en círculos próximos. Es a los cercanos a los que me pide el Señor que vaya… aún a costa del riesgo del rechazo doloroso.

Un abrazo fraterno

Alegraos (Mateo 28,8-15)

El tiempo de Pascua es tiempo de alegría. Así nos lo dice el Señor. Si realmente hemos tenido la experiencia de encuentro con Jesús Resucitado no cabe en nosotros un pesimismo y una tristeza vital permanentes. El Señor nos llama a estar alegres y a anunciar la Buena Noticia. ¿Se puede anunciar sin alegría?

Esta noche pude disfrutar de una bonita cena en casa con tres personas valiosas y cercanas, por unos motivos u otros. Aprovechando que Dani Pajuelo (@smdani) estaba en Madrid y antes de que se fuera a Roma el miércoles, decidimos propiciar el encuentro con Jota Llorente (@jotallorente) y José Fernando Juan (@josefer_juan). Fue un gusto compartir experiencias, vida, conocimientos y opiniones con ellos.

Un gusto pascual este primer día pese a los muchos mocos que han venido a visitarme. Mañana más.

Un abrazo fraterno

Muchos judíos, por su causa, se les iban (Juan 12, 1-11) – Lunes Santo 2012

La primera lectura de hoy de Isaías me encanta y me sitúa en estos días en los que ya estamos pero hoy me resultó muy particular un detalle del Evangelio que se me ha quedado dando vueltas en la oración.

Los sumos sacerdotes deciden eliminar a Lázaro porque era prueba viviente e ineludible del poder salvífico de Jesús. Los judíos, al verlo, «se les iban».

Es una tentación muy grande en cualquier sitio intentar mantener el «status quo». Siempre da pena comprobar como hay gente que se cambie, que abandona, que se da de baja… Nos preocupa tanto presentar unas estadísticas apañadas que somos capaces de eliminar los focos conflictivos pero no porque hayamos descubierto que eso ayudará a las personas a estar más convencido de lo nuestro sino porque así les hacemos menos libres, más ciegos y más cojos y, eso, nos garantiza su permanencia en el sistema.

Jesús hoy nos propone VERDAD y LIBERTAD. Démosle una vuelta.

Un abrazo fraterno

Él les replicó (Juan 10,31-42) – Viernes de Dolores

Jesús no rehuía el enfrentamiento. No era de los que se escondían. Era un maestro a la hora de saber dónde, cuándo y con quién debía debatir, con quién debía hablar, a quién responder y a quién replicar. Pero siempre sin dejar de ser lo que era, sin abandonar la misión para la cual fue traído al mundo.

No me parece nada sencillo esto. Es muy complicado. Y te trae problema. Las ganas que le tenían algunos a Jesús fue creciendo día a día. El final de la historia lo conocemos todos. El final de Él y de los que, viniendo después, transitaron el mismo camino.

Lanzado ya hacia la Pasión… Veremos lo que puedo compartir de estos días. Mañana marchamos a tierras gallegas a compartir unos días con mi familia y el miércoles bajaremos a Valladolid a compartir la Pascua con jóvenes de la Provincia.

Un abrazo fraterno

Si muere, da mucho fruto (Juan 12,20-33) – Domingo V de Cuaresma

La lectura de Juan de hoy viene al pelo de lo que he vivido esta tarde.

Esta tarde estuve en una celebración. Otros le llamarían funeral pero lo cierto es que no me pega nada lo que implica esa palabra con lo vivido, on lo escuchado, con lo compartido hoy. A ella la conozco desde hace muchos años, cuando, todavía en el cole, se empezaba a asomar a los grupos de Caminando, a las Pascuas juveniles, a los encuentros en los que yo estaba de monitor, de coordinador… La vi crecer en su fe y descubrí en su adultez a una mujer auténtica, luchadora, valiente… A él lo conozco poco. Lo vi una vez, en Cercedilla, pero entiendo que si supo ver en ella a alguien valiosísimo, con quien querer compartir la vida, es porque su mirada era también especial. Él se fue hace unos días después de un largo y doloroso cáncer.

Seguí un poco todo este proceso desde la distancia cercana, gracias a los email que ella mandaba contando cómo iba el asunto. Eran correos llenos de Dios, escritos por el Espíritu. Dios se había propuesto hacer algo grande con ellos y su matrimonio, con su testimonio, con su verdad. Y creo que lo ha conseguido.

La noche de hoy sólo puede terminarse con un GRACIAS con mayúsculas. GRACIAS por ser un afortunado y poder ver y escuchar esta historia de amor. GRACIAS por sentirme parte. GRACIAS porque Dios, el Señor, ha venido a visitarnos esta Cuaresma.

Un abrazo fraterno

Ellos no comprendieron (Lucas 2,41-51a) – Lunes IV de Cuaresma

A mi me pasa lo que a los padres de Jesús: no comprendo. Reconozco que este pasaje del Evangelio es costoso de orar para mi porque no comprendo lo que sucede en él realmente. Desde que empiezo hasta el final me parecen unos hechos un tanto surrealistas y no consigo entender cómo los padres no se dan cuenta de que falta su hijo en todo un día de camino, cómo Jesús es capaz de quedarse sin avisar y cómo es capaz de hablar a su madre preocupada en esos términos. No comprendo. Tal vez sea eso lo que tenga que orar: no todo lo referente a Dios, a Jesús, es capaz de ser abordado por mi entendimiento, por mis criterios, por mis actitudes, por mis sentimientos. Debo estar abierto a lo incomprensible del Señor.  Difícil tarea.

Un abrazo fraterno

Vale más (Marcos 12,28b-34) – Viernes III de Cuaresma

Muchas personas tienen el sacrificio doloroso como algo fundamental en su experiencia religiosa, en su relación con el Padre. Le ofrecen al Padre un dolor buscado, una flagelación elegida, para elevar al cielo un presente valioso para el Señor. En pocos días veremos las imágenes en el Telediario de cada año: esos penitentes, esos hombres y mujeres sangrando, flagelándose, haciendo kilómetros de rodillas o cargando grandes pesos inhumanos. Desde el respeto y con amor, creo que se equivocan. ¿No leen acaso estos pasajes claros y meridianos del Evangelio? ¿No leen las lecturas de Isaías de estos días de Cuaresma?

El Señor no quiere holocaustos ni sacrificios. Nos pide lo más difícil: amarle a Él sobre todas las cosas y amar al prójimo que vive a nuestro lado: nuestros vecinos, nuestros compañeros de trabajo, nuestras familias, los pobres de nuestros barrios, los enfermos cercanos, aquellos a los que ya les hemos puesto una cruz… ¿Por qué nos empeñamos en lo otro? ¿Es madura nuestra fe y nuestra relación con el Padre? Sin duda que lo que nos pide es infinitamente más difícil. Muchas veces, es en la casa de uno donde a uno más le cuesta escuchar, amar, respetar, consolar, abajarse, lavar pies, ceñirse la toalla… ¡Uf! A mi me cuesta mucho…

¿No usaremos esos sacrificios como un mero calmador de conciencia? ¡Cambiemos!

Un abrazo fraterno

En la sinagoga de Nazaret (Lucas 4,24-30) – Lunes III de Cuaresma

Hay que tenerlos bien puestos, con perdón. Ir a predicar a la misma sinagoga de tu pueblo y decir esas cosas es algo, como mínimo, imprudente. Pero auténtico. Algo temerario. Ciertamente provocador. Así acaba la historia: intento de asesinato de todo el pueblo contra Jesús.

¿Cuál es mi Nazaret? ¿Cuál ese elugar, esa persona, ese ambiente… donde no soy capaz de permanecer auténtico, donde cambio el discurso, la actitud… por miedo a las consecuencias? ¿Cuál es? Es algo muy interesante a profundizar de cara a esta Cuaresma.

Un abrazo fraterno