Conversos y católicos de toda la vida #apropósitodePablo

Leo la lectura de Hechos de hoy y me veo reflejado en parte en ese pueblo judío al que Pablo no es capaz de evangelizar, de llegar. Ellos «ya saben». Ellos ya tienen «su Dios». Ellos han sido judíos «de toda la vida». ¿Qué puede enseñarles ese converso de pacotilla, ese gentil de Tarso?

Pablo habla de un Jesús vivo, experimentado y conocido. Habla de un Dios que le salió al paso y que le puso todo patas arriba. Pablo habla desde su vida, desde su experiencia reciente pero intensa. A Pablo le arde el corazón.

¿Cuántas veces desconfío Señor de ese ardor de otros? Porque yo «ya sé». Yo ya tengo «mi Dios», «mi Jesús», «mi Iglesia». Yo soy católico «de toda la vida». ¿Qué me estaré perdiendo Señor?

Pongo hoy, delante del Padre, la frialdad de mi corazón y de mi mente que, tantas veces, me impide darle a mi fe el ardor que otros hermanos me aportan. Amén.

Un abrazo fraterno

254723_10150264549808741_691608740_7735649_726966_n1

Mi Dios no es de oro ni de plata ni de piedra

Mi Dios no es de oro ni de plata ni de piedra. Mi Dios se hizo hombre. Mi Dios nació, sintió el frío del invierno. Mi Dios supo lo que es el abrazo de una mamá y el cuidado de un papá. Mi Dios jugó, como cualquier niño. Mi Dios tuvo una familia y cumplió con ella. Mi Dios sabe lo que es marcharse de casa, siguiendo una llamada. Mi Dios conoce el desierto, su aridez, su calor abrasador, su horizonte inalcanzable. Mi Dios sintió hambre y sed. Mi Dios fue tentado y venció la tentación. Mi Dios conoce el rostro del Mal. Mi Dios tuvo amigos y se alegró y se decepcionó con ellos. Mi Dios supo lo que es el cariño de la gente pero también conoció el rechazo, la injusticia, el desprecio. Mi Dios tuvo miedo y lo abrazó. Mi Dios conoce el sonido del sufrimiento, del SUFRIMIENTO en mayúsculas. Mi Dios me salvó y me abrió las puertas de la Vida.

Mi Dios tiene rostro, fragancia, tacto, gusto y oído para escucharme. Mi Dios está tan cerca de mí que me equivocaría si lo buscara muy afuera. Mi Dios me llama por mi nombre y me enseña a pronunciar el suyo. Me ama como nadie, apasionadamente hasta la extenuación.

¿Qué Dios hay así?

Un abrazo fraterno

Jesús

Al encuentro del carcelero #lohepillado

Ayer me decía una persona a la que mucho quiero, que le gustaban más los posts cuando los escribía sin pensar tanto en quién los iba a leer… Esas entradas más mías, sin mayor objetivo que el de compartir conmigo mismo lo que me hacía sentir la Palabra al orarla. Me dio qué pensar… y qué sentir.

Hoy me encontré con la lectura de los Hechos y me llené de fuego. Ese ardor que uno siente cuando lee una historia que le toca lo profundo y enardece las entrañas. Veo a unos hombres esclavos, apaleados, humillados, encarcelados… por una «plebe» que no acepta su palabra; una «plebe» molesta, revuelta. Estos hombres no reúnen firmas, ni protestan, ni se revuelven, ni siquiera piden a Dios su liberación y claman contra la injusticia. Estos hombres se entregan a la oración. Y luego viene todo lo demás.

La oración como principio. La oración como ingrediente. La oración como fermento. La oración como pilar, como suelo, como base. La oración como origen. Una oración que sacude y abre las puertas de todo aquello que me aprisiona, que me esclaviza. ¿Para qué? Para ser testigo auténtico del Señor y llevar su Palabra a los demás.

El mundo no se convertirá sin mi oración. El mundo no se convertirá mientras no sea yo el primer liberado, mientras mis cadenas no se rompan, mientras no me sienta auténticamente salvado por el  Señor Jesús. En el mundo no voy a encontrar comprensión ni aceptación. Las «plebes» nunca son convertidas en masa. Sólo el encuentro uno a uno con los «carceleros» del mundo irán transformándolo todo… 

Capto el mensaje Señor. Rezar para ser liberado. Liberarse para encontrarse. Encontrarse para predicar. Predicar para salvar.

Un abrazo fraterno

Un-policía-y-un-manifestante-lloran-juntos.-Sofia-Bulgaria-2013.

Tengo el mejor de los Defensores #sinmiedo

Es verdad. Jesús no está. Ninguno de nosotros ha podido recogerse entre sus brazos o encontrarse cara a cara con su mirada, igual que la Magdalena o Pedro. Pero no nos ha dejado solos. No estamos solos.

La manera que tiene Jesús de denominar al Espíritu Santo me llama profundamente la atención: el Defensor. Un defensor no es tan sólo alguien que me protege y me libra de desgracias. Esa es, tal vez, la acepción más extendida pero no en la que hoy me quiero detener. Me gusta más entender al Defensor como Aquel que me sostiene, Aquel que sostiene mi fe.

Cuando leo el Evangelio de hoy me doy cuenta de que Jesús ya advirtió que las tentaciones iban a ser muchas, y también los ataques y las incomprensiones. Pienso en las personas que han perdido su casa, en las que pasan hambre, en las que ven caer enfermo a uno de sus hijos, en las que mueren aplastadas por las bombas de una guerra sin sentido… y todo amparado por el silencio de Dios, al menos por su permisividad ante estos hechos. No es descabellado pensar que estas personas se pregunten «¿dónde está Dios? ¿dónde está el Defensor?». La fe se tambalea, se cuestiona, entra en crisis tantas veces…

No hay mayor regalo que nuestra fe en Jesús. No hay mayor tesoro. No hay nada más importante que proteger. Nada más crucial para sostener. Eso le pasa a Lidia, la romana, en la lectura de Hechos. Le es regalada la fe y esa fe abrirá las puertas de su casa y de su corazón de par en par al amor de Dios.

Confiemos en el Espíritu. No tengamos miedo. Mientras Él esté cerquita… lo más preciado está garantizado… si así lo deseamos.

Un abrazo fraterno

Palestinian boy lights a candle

Ayunaban y daban culto al Señor (Hechos 11,21b-26;13,1-3)

El Espíritu sopla y habla pero no siempre estamos en condiciones de sentir su presencia y escuchar su voz. Nos quejamos de que Dios no habla, que su silencio nos saca de quicio, que no sale a nuestro encuentro ni escucha nuestras plegarias… convencidos de que el fallo de comunicación está en el otro lado.

Leyendo hoy la lectura de Hechos me parece muy importante la descripción del «ambiente» en el que el Espíritu habló: ayuno y oración. ¡Pues ya tenemos la receta! Y si ya era una receta imprescindible en aquellos tiempos, cuanto más hoy en una sociedad ruidosa, materialista, superficial y poco dada a fomentar ayunos y oraciones.

Evidentemente, yo que soy padre de familia numerosa y residente en el barrio de Carabanchel en Madrid, capital de España, no puedo irme al Monasterio de Sta. María de Huerta o Buenafuente del Sistal cada fin de semana para encontrarme un ambiente propicio para el Espíritu. Tendré que ingeniármelas de otra manera. Tendré que vivir mi día centrado en mis tareas fundamentales, amando a las personas que se me han encomendado, desprendido de llamadas mundanas y alejado de aquello que me «engorda» yno me permite sentirme abandonado en el Padre. Y tendré que tener mi rato de oración personal. Yo lo suelo tener a media mañana, como hoy, o por la noche, cuando todos duermen, momento idóneo para conectarme con lo que soy y hacer silencio en mi interior. Y ahora he vuelto a rezar el rosario casi todas las noches también. Y tengo mi comunidad, fundamental para ambos aspectos… En definitiva, que procuro «crear ambiente» y así han ido salido las decisiones de mi vida más importantes. No siempre es posible. Se nota cuando no es posible.

Apuntad la receta: ayuno y oración. Y la llamada se oirá con claridad.

Un abrazo fraterno

Estad alerta (Hechos 20,28-38)

Lobos feroces…

Aunque uno viva desde y para Dios no está exento de que los «lobos feroces» aparezcan y destrocen todo lo conseguido. Es más, Pablo da por seguro que aparecerán y por eso pide mucha prudencia y estar alerta.

Esto de vivir alerta no siempre se entiende. Durante mucho tiempo hablando de ésto he percibido que a muchas personas no les gusta esto de prevenir, de hacer sonar las alarmas ante determinadas situaciones. Les parece cenizo, les parece que es tener problemas cuando éstos no existen. Es curioso. Aplicado a todo: los que no quieren ir a hacerse controles médicos de prevención por si le encuentran algo, los que no quieren hablar con su pareja de cómo va el matrimonio ante la sospecha de que no va del todo bien porque parece que la crisis no se le permite a un matrimonio decente, los que no quieren que nadie les acompañe en su camino de fe no va a ser que descubran todas sus incoherencias… No sé… Vivimos en una sociedad a la que no le gusta ESTAR ALERTA. Hay que dar una imagen falsa de seguridad, de perfección… que todo sea muy flowerpower…

Considero que saber disparar las alarmas a tiempo es FUNDAMENTAL, lo contrario es jugar a la ruleta rusa. Las alarmas nos obligan a ser conscientes de lo que vivimos, a observarnos, a conocernos y a poner remedio cuanto antes cuando los lobos feroces aparecen. Construir un gran dique y luego no vigilar si aparecen grietas… suele terminar en catástrofe.

Un abrazo fraterno

Ahora me dirijo a Jerusalén (Hechos 20,17-27)

Precioso el relato de Pablo de la lectura de Hechos de hoy. Es el relato de alguien que se mueve al son del Espíritu, de alguien que no echa el ancla en ningún sitio y que se pone en camino siempre que el Espíritu sopla otro destino. Alguien preocupado por «cumplir con el encargo de Dios», por llegar al final de sus días satisfecho por haber hecho aquello para lo que Dios le hubiera llamado. En definitiva, es el relato de alguien disponible, de alguien atento al Espíritu.

¿Qué puedo aprender yo de Pablo hoy, Señor? Intento plantear mi vida desde esos parámetros: disponibilidad, escucha y valor humilde. Intento responder a mi vocación y no asirme demasiado a lugares, cosas o personas más allá de aquellas fundamentales: mi mujer y mis hijos. No es fácil vivir en este mundo «al margen» de seguridades, comodidades, bienestar… pero lo intento. Ayúdame.

Leo el Salmo y recibo la caricia del Padre, la misma que recibió Pablo y tantos otros antes que yo: Derramaste en tu heredad, oh Dios, una lluvia copiosa, / aliviaste la tierra extenuada. Dios lleva nuestras cargas, es nuestra salvación.

Caricia siempre necesaria. Carga compartida. Camino acompañado. Dios encarga pero no desaparece luego. Dios está. Dios guía. Dios cuida. Pese a la oscuridad a veces. Pese al silencio por momentos. Pese… pese… pese…

Un abrazo fraterno

Recibiréis fuerza para ser mis testigos (Hechos 1,1-11)

 «Id al mundo entero y proclamad el Evangelio a toda la creación.
El que crea y se bautice se salvará; el que se resista a creer será condenado. A los que crean, les acompañarán estos signos:
echarán demonios en mi nombre, hablarán lenguas nuevas,
cogerán serpientes en sus manos y,
si beben un veneno mortal, no les hará daño.
Impondrán las manos a los enfermos, y quedarán sanos.»

Qué preciosas lecturas las de este domingo. Las escuché ayer, celebrando en la capilla del colegio S. José de Calasanz, de Valencia, junto al resto de participantes en el encuentro anual de Fraternidades Escolapias de España. Preciosas y claramente significativas para el paso que daremos muchos en la Provincia el próximo día 26, el próximo sábado.

El próximo día 26 diremos que sí a dar un paso en nuestro compromiso con la Iglesia, con Calasanz, con la Escuela Pía y los destinatarios de su misión: niños y jóvenes. Seremos reconocidos por la Orden y aceptados como presencia escolapia, como portadores de un carisma compartido. Diremos que sí personas, matrimonios, familias enteras, comunidades… Nos dejaremos llevar por el soplo del Espíritu y confiaremos y nos lanzaremos al vacío, una vez más.

«Mejor que ambicionar ser alguien, es ser uno mismo» dice Luis Guitarra en su canción «Mejor contigo», que ayer sonó en una presentación. Y así doy yo este paso: desde la convicción de estar respondiendo a una llamada, a una vocación. Con cada día que cae del calendario, la ilusión y la emoción va creciendo. Y la paz. Y la felicidad.

En este domingo de la Ascensión me pongo en manos del Padre y de Calasanz. Aquí estoy. Para hacer vuestra voluntad; para que al verme, la gente crea; para hacer milagros; para ir donde se me llame. Para proclamar el Evangelio, para echar demonios en vuestro nombre, para hablar lenguas nuevas, para coger y aniquilar a las serpientes del mundo y para sanar a los enfermos. Aquí estoy.

Un abrazo fraterno

En Él vivimos (Hechos 17, 15.22-18,1)

Después de decir ayer que estaba OFF no pensé que hoy sacaría fuerzas para escribir pero lo acabo de decidir. No quiero ceder ni un m2 de la parcela ya conseguida, de la parcela de Dios, de mi íntima parcela… Igual tendré que vender terrenos adyacentes… pero éste es central. Así que me he leído las lecturas del día y me ha venido al pelo encontrarme con ese discurso de Pablo de la lectura de los Hechos.

Pablo me recuerda que Dios no está fuera sino que vive en mí, se mueve en mi y yo me muevo por y con Él. Incluso en mi oscuridad actual, en mi cansancio, en mi nubarrón… Dios está ahí. No se ha ido. Lo percibo en las caricias de mi prójimo, en los susurros de mis ángeles, en mi permanencia, en mi fidelidad, en mi consciencia. Lo percibo en mi soledad y en mi silencio. Lo percibo en mi debilidad. Lo percibo en los planes futuros fruto del Espíritu.

Señor, me presento ante Ti cansado. Desfallecido.
Mi Señor, me presento ante Ti algo avergonzado,
consciente del sufrimiento ajeno escrito en mayúsculas,
consciente de lo minúsculo del mío.
Señor, oh Señor, me acurruco bajo tu brazo
y descanso en tu regazo.
Toma mi mano y llévame Tú. Una vez más.
Llévame, carga conmigo;
con mi oscuridad, con mi pecado, con mi debilidad.
Y luego vuelve a poner mis pies en tierra
y déjame continuar anunciándote.
Donde quieras. A quién Tú quieras.

Un abrazo fraterno

Los gentiles (Hechos 11,1-18)

Fácil es juzgar y hacerse caldo de cabeza hablando sobre «los otros», «los gentiles», los que no saben tanto como yo, los que no han optado por aquello que yo opté, los que no han caminado la senda por la que yo transité…

Siempre hemos tenido miedo a los otros, a los gentiles. Nos da miedo que nos entorpezcan, que nos impidan llegar a donde queremos, que bajen el nivel de exigencia…

¿Y si fuera al revés…? Yo, miedo, ninguno. Abro mi puerta de par en par.

Un abrazo fraterno