Quien os lo enseñe todo (Juan 14,21-26)

No lo sabemos todo. Ni siquiera nos acordamos de lo ya aprendido. Jesús lo sabe y no nos deja solos.

No lo sabemos todo. Ni al principio, ni en el medio, ni en el final. Escuchemos al Espíritu.

No tenemos todas las preguntas ni todas las respuestas. No conocemos las soluciones ni las puertas que hay que abrir para seguir caminando.

Pero si tenemos fe, una poquita; confianza, una poquita y amor a Dios… el Espíritu nos susurrará, nos dará luz, nos sostendrá, nos clarificará. A través de una melodía, de una imagen, de una persona, de una conversación, de una casualidad, de… ¡vete tú a saber!

No estoy solo. No tú lo estás. Siempre hay que nos lo enseña todo.

Un abrazo fraterno

Los gentiles (Hechos 11,1-18)

Fácil es juzgar y hacerse caldo de cabeza hablando sobre «los otros», «los gentiles», los que no saben tanto como yo, los que no han optado por aquello que yo opté, los que no han caminado la senda por la que yo transité…

Siempre hemos tenido miedo a los otros, a los gentiles. Nos da miedo que nos entorpezcan, que nos impidan llegar a donde queremos, que bajen el nivel de exigencia…

¿Y si fuera al revés…? Yo, miedo, ninguno. Abro mi puerta de par en par.

Un abrazo fraterno

Saulo (Hechos 9,1-20)

Saulo, Pablo, no es el único miembro del santoral que sufrió una transformación radical tras una experiencia de encuentro con el Resucitado. Agustín de Hipoa fue otro. Y ambos eran ya talluditos cuando empezaron a ser testigos de Jesús y cambiaron sus vidas para adecuarlas al evangelio.

Cuando veo esta historia de Pablo o la de Agustín me asusta un poco cuando nos ponemos a jugar a Dios y buscamos objetivos visibles e inmediatos en los niños y jóvenes con los que nos cruzamos. O con los adultos, es lo mismo. Queremos que transformen sus vidas, que se comprometan, que abran los ojos, que adoren a Dios y sean testigos fieles de aquello que nosotros les transmitimos. A veces creo que es una falta de respeto hacia el mismo Dios. ¡Claro que hay que trabajar, testimoniar, propiciar, favorecer, sugerir, confrontar, acompañar…! Pero teniendo muy claro quiénes somos y cuál es nuestra misión.

Leyendo la historia de Saulo uno descubre que Dios tiene sus tiempos y sus maneras y que es el único que puede cambiar el corazón. Dejémosle trabajar.

Un abrazo fraterno

Impresionante (I Pedro 5,5b-14)

Después de la derrota ayer del Barcelona y hoy del Real Madrid, me siento a leer la primera lectura y me encuentro esto:

«Tened sentimientos de humildad unos con otros,
porque Dios resiste a los soberbios, pero da su gracia a los humildes.»

Permitidme que no diga nada más por hoy. 🙂

Sálvame (Salmo 30)

Dirígela. Guíala. Sálvala.

En tus manos. Sin nada. Sólo con la fe. Con la que le queda. Sosteniéndose fuerte en su debilidad.

Hoy fue un día malo. Turbio. Oscuro. Molesto. Doloroso. Uno más. A veces ella ya pierde la cuenta. Y es tentada a desfallecer pero vence. Es tentada a desconfiar pero vence.

Y yo te contemplo en su mirada. Y te adoro en ella. Y te contemplo en su fidelidad. Y te adoro en ella. Y te contemplo en su corazón. Y te adoro en él. Ý me descalzo, como Moisés al pisar terreno sagrado. Y paso de puntillas. Y le susurro que la quieres.

Señor, luz. Señor, fuerza.

Un abrazo fraterno

Deseé tus mandamientos (Salmo 118)

El salmo 118 es, no tengo el dato, uno de los más largos o el más largo. En comunidad hemos leído los primeros 50 versículos y la sucesión de verbos es importante, dándole al salmo un ritmo frenético de acción descontrolada. Me cuesta un poco interiorizarlo pero me quedo con la filosofía de fondo que se concreta en una palabra: DESEO.

El DESEO es el origen de muchas de nuestra acciones, de nuestros pensamientos… Es el principio del mundo que queremos y de la vida que ponemos en juego para conseguirlo. Sin DESEO tal vez nada pueda llevarse a cabo. Muchas veces ha sido mal visto o despreciado cuando es el fundamento, la base… de muchas cosas.

Yo DESEO ser bueno. DESEO ser fiel a Dios. DESEO hacer voluntad. DESEO no perderme. DESEO responder a su llamada. DESEO ser feliz y valioso a sus ojos. DESEO seguir caminando y seguir creciendo.

Un abrazo fraterno

¿Qué es eso para tantos? (Juan 6,1-15)

¿¿Y yo? ¿Qué soy yo, pobre de mi, para tantos hambrientos del mundo? ¿Qué puedo yo con tanta necesidad? ¿Qué valgo yo, con mis miserias, mis defectos, mis enredos…? ¿Qué es esto para tantos?

Pero Jesús, sin dejarme terminar, me cogió entre sus manos y me repartió a los presentes. Y todos se saciaron…

Soy poco por mi mismo. Grande en las manos de Jesús. Con capacidad limitada para cambiar nada por mi mismo. Capaz de devolver vista a los ciegos, el oído a los sordos, el habla a los mudos… en las manos de Jesús. Con defectos y carencias pero TREMENDAMENTE AMADO por el Padre.

Me di y se obró el milagro.

Un abrazo fraterno

A Dios antes que a los hombres (Hechos 5,27-33)

No es fácil ser ciudadano y católico en los tiempos que corren. Yo me siento confuso ante una situación económica en un mundo concreto y nada fácil de cambiar y, por otro lado, el Evangelio y las personas.

Hoy la Palabra es muy clara: antes hay que ser fiel a Dios que a los hombres, a los partidos políticos, a instancias diversas… Lo injusto hay que lucharlo y denunciarlo. Hay que tomar acciones que rezumen Evangelio pero hay que hacerle empezando por las paredes de la casa de uno.

Y si hay que levantarse contra aquella que va contra los débiles, contra los necesitados, contra las personas… levantarse sí, al estilo de Jesús.

Un abrazo fraterno

La luz vino al mundo (Juan 3,16-21)

Quien ha estado en París lo sabe. Pocas cosas hay tan hermosas en el mundo como la Torre Eiffel en la noche parisién. Es una luz preciosa, cálida, que te lleva al mismo cielo, que ilumina la oscuridad de la noche y que te permite ver la vida desde otros parámetros.

¿No es Jesús igual?

Dios los miraba a todos con mucho agrado (Hechos 4,32-37)

Leo el relato de la lectura de Hechos de hoy a la par que suena el «Revolution» de los Beatles. ¿Casualidad? Seguro. Aún así es una casualidad que viene muy bien en mi oración de hoy. La manera de vivir de aquellos seguidores de Jesús tras su muerte era una auténtica revolución y, hoy, sigue siéndolo. Fraternidad, compartir vida, comunidad de bienes… Auténticas comunidades donde todos se sentían y se sabían hermanos, donde todos tenían claro que todo era de todos, donde todos se amaban de aquella menara que Jesús les había propuesto en la Última Cena.

Yo experimento eso en mi comunidad. Yo lo vivo. ¡Es posible! Y mi sueño es poder exportarlo al barrio, al lugar donde vivo, a la sociedad… No es un sueño utópico, no es una quimera, no es una ilusión. ¡Es posible!

Luz y guía, Señor. Luz y guía para saber cómo ayudar, cómo cambiar, cómo amar.

Un abrazo fraterno