Carta a una pareja amiga que se casa

Queridos amigos,

una boda siempre es una buena noticia. La vuestra también. Una buenísima noticia. Para mi y para la humanidad entera. Dos personas que han descubierto que más allá de uno mismo se encuentra lo mejor. Dos personas que han decidido arriesgar y dirigir sus vidas, conjuntamente,  hacia Ítaca.

Cualquier boda, y más la vuestra, trae a mi intercambiador emocional mi propia decisión hace ya unos cuantos años. Cada boda es capaz de renovar en mi los votos que, en un anochecer al pie del Retiro, decidí asumir por Esther, para Esther, con Esther. Mañana, cuando me levante, volveré a renovarlos porque hay compromisos que vale la pena tener frescos cada amanecer, en la primera inspiración del día.

pareja.jpg

Poco os puedo decir que no sepáis ya. Hoy hay multitud de información, libros de autoayuda, excelentes tratados matrimoniales y una ingente cantidad de webs donde explican qué es el matrimonio y con qué peligros os vais a enfrentar y cómo debéis superarlos. Así que la teoría es abundante y diversa. De todas formas os aconsejo que no os obsesionéis con las dificultades y que potenciéis aquello que os ha llevado a cogeros de la mano para afrontar este viaje.

Cualquier viaje es complicado y hermoso a la vez. Cualquier proyecto es ilusionante e inquietante a la vez. El sabio arco iris ha enseñado ya a nuestros antepasados que la gama de colores es grande y variada y que existen los oscuros, los insípidos, los alegres, los sosos, los chillones… Y todos se van a dar. Y debéis estar preparados para ello. ¿Qué quiere decir «estar preparados»? ¿Saber cómo afrontar cada situación? Ni mucho menos. ¿Actúar sin herir al otro? Ni mucho menos. «Estar preparados» es ser conscientes de lo que hoy decidís, de lo que hoy os trae hasta aquí, de lo que queréis construir juntos, de lo que os enamora del otro… y tener claro que habrá momentos en los que sólo existirá eso para agarrarse. Y que las tormentas pasan si la barca es fuerte. ¡Construid una embarcación poderosa! ¡No os conforméis con una bonita y pintoresca barquita de paseo!

«El amor no es suficiente» le decía Meryl Streep a su hijo en «Secretos compartidos». El amor es condición necesaria pero no suficiente. La vida en pareja es más complicada y enrevesada. La familia tiene más tela que cortar. Es necesario que os améis y que os lo demostréis también esos días en los que no tengáis ganas; también aunque os parezca forzado y falto de espontáneo romanticismo. Cuidaos y respetaos. Discutid cuando haga falta. Hablad mucho. Sed cada uno uno mismo pero dejaos transformar. Tu pareja te va a descubrir rincones absolutamente escondidos de tu paisaje interior. Déjate sorprender. Acoplaos para formar un buen equipo para que la casa funcione. Hay lavadoras que poner, ropa que guardar, facturas que archivar, trabajo que atender, cenas que preparar, camas que hacer, chapuzas que chapuzear… incluso en los días en los que te apetecería tirarte en el sillón de la casa de tu madre.

El gran milagro del matrimonio es que dos personas se unen para formar una unidad que, lejos de anular a cada miembro, revertirá en vuestro crecimiento personal. No os equivoquéis. Cada uno seguís siendo únicos e irrepetibles. Cada uno seguiréis teniendo vuestras propias aficiones, vuestra música favorita, vuestro sueño personal, vuestros amigos, vuestras emociones tan particulares, vuestras heridas, vuestro pasado… No debéis hipotecar todo eso sino trabajar juntos para intentar que todo quepa y, a la vez, desprenderse de aquello que no quepa cuando ambos lo veáis. Dejaos espacio vital, no os asfixiéis y tened un ratito para vosotros mismos. De lo sanos que estéis por separado dependerá la salud de la pareja.

Y cuando las cosas se tuerzan y las nubes sean grises, no os asustéis pero tampoco adormezcais el miedo. Dejad que las alertas suenen pero no os precipitéis a la salida. Miraos a los ojos y descubríos. No siempre es culpa de alguien. Otras veces sí. Os haréis daño porque quien ama está demasiado expuesto. Ponedle remedio pero no os regodeéis en vuestro dolor. De nada sirve pensar que nunca haréis daño a aquel a quien amáis y os ama. Descubrid juntos dónde está el agujero del barco y disponeos a reparar la chapa cuanto antes. No lo dejéis. No lo calléis pensando que las flores silvestres llegarán con la primavera.

El viaje a Ítaca es maravilloso. ¡Viajad! ¡Disfrutad! ¡Sed! ¡Construid! Y no dejéis de arriesgar. De poco valen las seguridades. Y tened un niño antes de comprar un perro. No queráis ser quinceañeros compulsivos como algunos que conozco.

Me despido tras las notas de «Anónimo veneciano» esperando y deseando que descubráis la felicidad en las pequeñeces de vuestra vida en común. Ahí os jugáis llegar a buen puerto. Yo estoy seguro de que lo conseguiréis.

Un fuerte abrazo

Vuestro amigo, Santi.

Carta al año que nos deja, 2007

Bien vivido 2007,

 como es tradición ya en mis dedos desde hace varios años, quiero dedicar unos minutos a despedirte como hice con tus mayores en años pasados. No es tanto mirar atrás para hacer balance sino para ser consciente de que te vas, de que nunca ya vas a volver, de que vas a formar parte del pasado. En cierta manera es un pasar página, una despedida. No es un «hasta luego» sino más bien un «hasta siempre».

Estoy sentado frente a mi pc con música de fondo y rodeado por mi familia. No es bueno que te vayas solo. No es bueno despedirte en soledad. Las gaitas escupen sonidos a través de mis altavoces y dibujan en mi alma colores alegres que me enseñan el camino a mi ser profundo. Es allí donde está grabado a fuego tu nombre, donde dejaste impresa tu huella para siempre jamás. ¿Por qué? ¿Todavía lo preguntas mientras clavas tu pupila en mi pupila azul? Porque has traído a mi vida uno de los regalos más preciados por cualquier hombre o mujer que puebla este planeta: una hija.

Inés vino envuelta con papel de celofán rojo y terso. Rojo pasión. El rojo de caperucita y de las tardes de S. Isidro. El rojo del arcoiris y de las piruletas que tanto saborea su hermano mayor. Envuelta cual regalo de Sephora. Su cuna era nuestra ilusión, nuestras emociones a flor de piel, nuestro amor incondicional y el de su hermano. ¡Ah! También nos trajiste el paso de Álvaro de la guardería al cole, su despedida definitiva de los pañales, su hablar cada vez más suelto, sus primeros chapurreos en inglés, su contar incesante, sus cuentos, sus tres cerditos, sus pelis de Caillou y sus infinitas risas y abrazos lleno de suficiente energía como para dar luz a la China imperial. Esther y yo seguimos caminando juntos, contra viento marea. No siempre es fácil pero el amor puede más que las dificultades. Nuestra mirada se mira y nuestros pies apuntan al mismo horizonte un año más. Más fuertes. Más hechos.

También fuiste un año de amistades revitalizadas. De bodas. De encuentros. De lágrimas compartidas. De alegrías celebradas. De miradas reencontradas. De personas de siempre y de ahora. De blanco de novia. De ojos negros. De pelos rubios. De rizos. De confirmaciones importantes. De Pascuas vividas y revividas. De pasos en comunidad. De una comunidad dando pasos…

¿El mundo? No sé si lo dejas mejor o peor. Ya no hay columna de Umbral ni Fernán Gómez podrá volver a mandar a la mierda a nadie con esa genial voz quijotesca. Antonio Puerta ha fichado por un equipo celestial y Casaus dejó al BarÇa sin su mejor embajador. Mi hijo sabe pronunciar «Pavarotti» pero ya nunca lo conocerá… Siempre en tu familia nos dejáis con esa sensación agridulce propia de restaurante chino…

No quiero extenderme mucho más. El libro cierra un capítulo. Uno nuevo está por escribir. Sólo existe el blanco del vacío, de la nada. Todos escribiremos un poquito. Cada granito de arena es importante para seguir dictando la historia del mundo. Yo seguiré aportando una estrofa, como dice el poeta, esperando reencontrarme conmigo mismo el próximo 31 de diciembre.

Buen viaje 2007.

Santi

A roun-D I o S

2 zero zero 7

Carta a propósito de un nombre

He pensado mucho escribir esta carta y, finalmente, he decicido hacerlo. Da la casualidad de que no me encuentro en España sino que estoy de curso en la encantadora Freiburg, al sur de Alemania. ¿Me permitirá eso salirme un poco de mi España para hablar sobre uno de los problemas que no damos acabado de solucionar? Ojalá. Este frío continental aclara las ideas y alejado uno del calor sureño piensa mejor: una mente abierta al mundo y en el mundo es medicina que a más de uno le tendrían que recetar.

Hace unos días tres políticos se «dejaron preguntar» en un programa de la TV pública española. Uno de ellos era Josep-Lluís Carod-Rovira, máximo dirigente de Esquerra Republicana de Catalunya y, actualmente, vicepresidente de la Generalitat de Catalunya. ¡La que armó! Yo no vi el programa en directo pero fueron tantas las referencias surgidas en los diferentes periódicos nacionales al día siguiente que la curiosidad fue mayor que mi desinterés. Busqué el vídeo en YouTube y allí encontrá la media hora, más o menos, en la que Carod responde las preguntas de los ciudadanos seleccionados. Carod no es una persona que me provoque simpatía y no comparto la mayoría de sus ideas políticas. Pero esta apreciación personal no puede hacerme perder de vista que Carod tiene sus ideas, su visión de España, sus argumentos y que todo ello es perfectamente respetable. Para mi, en esa media hora, no dijo ninguna barbaridad ni cometió ningún improperio. Expuso su visión y sus opiniones. Ya está. ¿Por qué esto debe causar tanto revuelo? ¿Por qué nos escandalizamos de que alguien plantee la república, la autodeterminación, la independencia…? Son ideas políticas como sus contrarias. Yo puedo no estar de acuerdo pero eso no criminaliza las opiniones de una persona. Hecho de menos que este país sepamos debatir con un mínimo de educación, equilibrio, sosiego y calidad argumental… ¿Qué le vamos a hacer?
sateliteespana5.jpg
La polémica principal pareció desatarse por la insistencia de Carod ante dos espectadores explicándoles que él no se llamaba «José Luis» sino «Josep Lluís». ¿Qué incorreción hay en esto? Yo no la veo. Creo que el nombre es algo personal y absolutamente inmutable. Y lo peor es la pobre excusa: no saber catalán. La segunda señora fue un poco más allá y dijo que ni lo sabía ni le interesaba conocerlo… Desde Freiburg, Europa, y mirando con perspectiva… ¡Qué incultura! ¡Qué cortedad de mente, de horizonte!

Los nacionalismos (español, catalán, vasco, gallego y otros) están perdiendo la gran oportunidad de saber valorar la riqueza lingüística y cultural que abunda en España. Las incoherencias de unos y otros, las malas políticas, el ansia de poder y pasar a la historia… están llevando a confrontar en unos temas que otros en el mundo han sabido vivir como riqueza. Me entristece comprobar la falta de equidad en este tema y la apuesta por la venda en los ojos para defender cada uno su parcela. Como si no nos bastara con una Historia complicada como para intentar complicar el presente enredando más y más… Yo hablo gallego, catalán, castellano e inglés. Y me enorgullezco de ello. Y me enorgullezco de conocer dos de las lenguas que son oficiales en territorios que forman España. Eso es también España. Y me enorgullezco de conocer el castellano y de presumir de una cultura común a todos milenaria y universal. No veo razón para la incompatibilidad.

Sé que es un tema complicado pero escribo esta carta no tanto como apoyo a Carod (que a veces no hace lo que predica) sino como llamada a la reflexión. Los treinta minutos fueron reflejo de una España que no se acepta a si misma, de unos nacionalismos que no aceptan a España y de unos ciudadanos tremendamente pobres, pobres, pobres… Carod es igual de problemático en este país que esa señora que despreció el catalán. Así lo veo.

Yo, mientras, seguiré llamando a cada uno por su nombre. Paco, Juan, Jordi, Txema, Xurxo, Alberto o Idaira. No es un esfuerzo, es un placer.

Un saludo

Carta a un hijo que empieza el cole

Querido hijo,

como tú bien dices, hoy empiezas «el cole de mayores». Tus tres años recién cumplidos te permiten una perspectiva de madurez después de tu experiencia en la guardería que ya muchos querríamos tener cada vez que afrontamos algo nuevo en nuestra vida.

Estos días previos han estado llenos de momentos familiares de los que tú todavía no te percatas en exceso pero que, año tras año, aprenderás a valorar. Comprar los babis, los zapatos, ropa de sobra… Tu madre marcando con tu nombre las prendas que van a ser colgadas en tu percha… No sólo es un día especial para ti sino para todos. Por eso no quisimos desdeñar ni un solo segundo de ese ritual tan entrañable del comienzo del cole.
cole.jpg
Hoy, al levantarte, rezumabas alegría e ilusión. Creo que éstas son ingrediente imprescindible a la hora de empezar cualquier proyecto. Tú lo haces bien. Te vestiste hablando del patio que estabas por conocer, de los amigos que estás por hacer, de la señorita de la que no sabías su nombre… Lo único que sabías era que tú querías ir a ese cole. ¿Para qué más? Desayunaste en casa, igual que vas a hacer en los próximos… ¡buf!… años. Y allí nos fuimos toda la familia al cole. En pleno. Porque la ocasión lo merece. Porque queríamos estar a tu lado. Porque querías tenernos cerca. Una vez allí, y delante de esas escaleras en las que os tenemos que dejar desde el primer día, nos diste un beso y sin vacilar te fuiste tragando los escalones uno a uno para, una vez arriba, no mirar atrás y dejarte llevar a la que es tu nueva clase.

Tanto tu madre como yo hemos sido buenos estudiantes. Ambos hemos disfrutado del cole, apreciado a los profesores y forjado parte de nuestro futuro entre sus paredes. No podemos decirte nada malo sobre la experiencia. Nada saldrá de nuestra boca ni de nuestra cara que te incite a echarte para atrás. Ir al cole es salir al mundo desde bien pequeño. Es aprender conocimientos, ir creciendo en capacidades, respetar límites, normas y autoridad, poner al servicio de otros lo que uno mejor tiene, descubrir en cada compañero una oportunidad, aprender a ser agradecido a aquellos que se levantan cada día con el único objetivo de ayudarnos a ser mejor de lo que ya somos… Va a ser en el cole donde se forjen las amistades primeras y, posiblemente, las más verdaderas y duraderas. Va a ser en el cole donde puede que descubras el enamoramiento, las primeras caricias, los besos tempranos… El cole es un hervidero de sueños compartidos, de esfuerzos constructivos, de sentimientos apasionados. Llegarán los madrugones, los exámenes, las notas, los suspensos, los aprobados o los sobresalientes. Llegarán las notitas furtivas, los soplos silenciosos, los disgustos y las satisfacciones. ¿No te parece una aventura maravillosa? ¿Dónde se da más?

Tu madre y yo hemos intentando elegir un buen centro para ti. Un centro donde no sólo te transmitan letras sino también piedad, como decía Calasanz. Alguna vez comprenderás y valorarás la tensión con la que unos padres luchan para que sus hijos reciban una educación que esté en sintonía con lo que creen y lo que son. Nosotros hemos tendio suerte. Ojalá aproveches al máximo esta oportunidad desde ya, desde tu clase llena de colores y juguetes hasta que, si las cosas no se tuercen, vuelvas a salir dentro de unos años con otras perspectivas por delante. No tenemos expectativas para ti. Ni planes. Ni preferencias. Sólo queremos que seas feliz, que cada pasito dado por ti, aún sin ser capaces de entenderlo, te acerque a la vida que irás soñando. Intentaremos hacerlo lo mejor posible.

Poco más cariño. Mañana volveremos a llevarte al cole entre risas y canciones y volveremos a emocionarnos al irte a buscar viendo lo a gusto que estás. ¡Qué Dios bendiga este camino y que lo sientas siempre a tu lado! ¡Fuerza y valor!

Un abrazo muy fuerte y muchos besos con sabor a chuche.

Tu padre

Carta al publicista de la ONCE

Querid@ amig@,

 lo primero que quiero decirte es que sepas recoger con ironía la fórmula de encabezado de esta carta. Evidentemente ni te quiero ni entre nosotros ha surgido nunca la amistad pero, tal vez por falta de vocabulario, me costaba elegir el adjetivo y el sustantivo adecuados para mantenerme distante, a la vez que educado, a la vez que fresco, a la vez que sencillo… así que como el tema se estaba complicando me dije: «¡Qué caray! ¡Mentira más, mentira menos!».

Creo que el mundo de la publicidad es un ámbito tremendamente creativo. Es un océano amplio donde uno puede estirar las alas y sentirse libre por un momento para imaginar, crear, otear y descubrir el mundo bajo la mirada. ¡Qué bonito eh! Es un espacio para proponer, para transmitir, para ensalzar, para ofertar. Es una profesión donde todos podemos ser receptores, donde todos somos usuarios, donde todos somos beneficiarios o damnificados. Se parece un poco a la política, ¿no? Tus ideas al servicio del pueblo, en pos de un bien común y un mundo mejor. Pero cuando uno ve la publicidad y la política entiende por qué es incapaz de meterse en esa ratonera.

cupon.jpg

Hoy iba en el coche cuando escuche la cuña radiofónica publicitaria del cuponazo de la ONCE. El centro de dicha cuña, su idea principal, gira en torno a esta frase: «Seis millones de euros y dile adiós a tus problemas». Tópico. Decepcionante. Estafador. Engañoso. Falso. Simple. Oportunista. Dramático. Y viendo de la ONCE, más. ¿A qué jugamos? ¿A qué juega la ONCE? ¿Cuál es el objetivo? ¿Sólo vender? ¿Sólo ganar dinero? Me parece triste.

El mensaje transmitido es demoledor aunque muy propio de la sociedad capitalista y materialista en la que vivimos donde uno vale lo que tiene y no lo que es. Es un mensaje idóneo para una sociedad en la que si no tienes lo último, si no posees de todo eres de segunda división. Si es el mensaje con el que criar a mis hijos no lo quiero publicista. ¿Educa usted así a los suyos? Si es así que Dios nos pille confesados… Pero si habiendo un buen número de motivos por los que alzar la voz, el peor es la mentira. ¡Lo que usted dice es mentira! ¿Por qué miente? ¡¿No es capaz de vender sin mentir?! ¡¿No hay nada mejor que proponer?!

Problemas… ¿Usted no tiene problemas? ¿No sabe de qué va esto de la vida? Si es así, ¿por qué engañar a otros? La vida está llena de problemas y complicaciones, de tramos duros y días oscuros. La vida trae enfermedades. Y dolor. Y separación y soledad. Uno está lleno de heridas que nunca podrán ser curadas con un billete de 500. Las personas sufrimos, en general, por cosas que nada tienen que ver con el dinero, exceptuando claro está a aquellos que no cubren sus necesidades básicas de hogar, alimento y vestido. Sí, las hipotecas están altas y las guarderias y los colegios y los libros y el gas y la luz y todo lo que usted quiera. Pero es un problema más grande que tu hijo se sienta mal en la guardería que el dinero que te cobran. Es un problema más grande no tener tiempo para estar en casa que lo que te vale ésta. Es un problema más grave cualquiera de los que tiene tu hijo o tu madre o tu hermano o tu amigo que lo que vale el aire acondicionado de este mes o la reparación del coche. Ya el Principito advertía que los adultos sólo entienden cómo es una casa cuando les dices el precio. Usted lo ha confirmado.

El dinero ayuda. El dinero es importante. Mejor ir bien que ir mal. Pero no por tenerlo desaparecen tus problemas. Es más… ¿qué haces con todo ese dinero? Uf, eso sí que es un problema… ¿Lo ve?

Un saludo

Carta a la mujer de Antonio Puerta (DEP)

Querida amiga,

¡cuánto cuesta construir un proyecto de vida y qué rápido puede desvanecerse todo de un plumazo! ¡Qué feliz eras hace 4 días y qué rota estás hoy! No hay palabras inventadas para describir este dolor. Y yo no las voy a inventar. Sólo quería hacerte llegar un abrazo fuerte, sentido y tierno; un abrazo compasivo que te ayude a enjugar las lágrimas que, con certeza, no dejarán de brotar en mucho tiempo.

¿Quieres que te diga la verdad? Paso del fútbol, paso del Sevilla y del Betis, de los sevillistas y de los sevillanos. Paso de la medalla de oro al deporte y de las banderas. Paso de «la zurda de diamante» y de todas esas gilipolleces. Paso de eso porque, al final, quien se te ha muerto a ti es tu marido, aquel  con quién habías decicido compartir tu vida, compartirte tú… porque al final el que se ha ido, Antonio, es el padre de la criatura que está a punto de nacer. Las personas somos poco más que eso. Podemos vivir de ensoñaciones, de realidades paralelas, de sueños y deseos. Podemos ser fan o tenerlos. Da igual. Porque al final lo que se va, lo que más duele, lo que más se echa a faltar es lo que nadie conoce, es lo que nadie valora, lo que a nadie le importa. Ese «buenos días» por la mañana aderezado de besos. Esa mesa compartida hablando del plan de la tarde. Esas risas cómplices y esos miedos confesados.
puerta.jpg
Amiga. Poco puedo hacer por ti. Se presenta ante ti una realidad cruda y difícil. Pero una nueva ilusión está a punto de nacer. En sus ojos verás los de Antonio y cuando acaricies sus manos lo estarás, de nuevo, acariciando a él. Tal vez saque el pelo de su padre y puede que hasta le guste el fútbol. Sus besos serán los de Antonio y sus abrazos llenarán tu corazón y curarán tus heridas. Sólo la vida es capaz de hacer olvidar a la muerte. Ten esperanza, en tu dolor, pero esperanza. No la esperanza del mundo que te animará a vivir como si nada hubiera sucedido sino la esperanza de Dios. Dios te ha creado hija, sublime, única e irrepetible. Hoy su obra, tú, está hecha añicos pero su obra es duradera y robusta y su Amor no tiene límites.

Llóralo todo, amiga. No te guardes nada. Deja sangrar la herida para que no se haga hematoma. Échale mucho de menos y nunca lo olvides. No pretendas superarlo. Esto no se supera. Pretende vivir poco a poco y la vida irá haciendo camino. Mira adelante. No apartes la mirada. Cuando te sientas desfallecer busca a Antonio. Él seguirá viviendo en ti. Lo dado, dado está. Lo compartido con él es ya tu patrimonio. Nadie te quitará eso. Ni la estrella con su cara que cada noche verás en el cielo de Sevilla.

Me despido ya, amiga. Con las lágrimas en los ojos. Deseando abrazarte aún sin conocerte. Que el Padre te sostenga hasta que puedas hacerlo por ti misma de nuevo. Podrás.

Un abrazo muy muy fuerte.

Santi

Carta a José de Calasanz

calasanz1.jpg¡Hola P. José!

Hoy es el día perfecto para escribirte unas líneas. 25 de agosto. La Iglesia entera recuerda tu vida y la Escuela Pía, tu obra, tu familia, tu casa, lo hace de manera especial. Hoy, en casa y en familia, yo también lo he recordado.

Desde que era muy pequeño he oído hablar de ti constantemente. Recuerdo las actividades en el colegio, los juegos, las lecturas, las historias contadas… Recuerdo que, siendo pequeño, decíamos que el P. Severino era Calasanz de viejecito… ¡qué cosas! Severino estará partiéndose de risa a tu lado y repartiendo caramelos a los niños que van uniéndose a la fiesta. Tu aventura con el demonio era, sin duda, la que más éxito tenía por aquel entonces, ¡y la del burro! Fueron años básicos para conocernos. Yo fui adentrándome poco a poco en tu vida y tú fuiste apareciendo poco a poco en la mía. Tú y tus hermanos escolapios hicisteis que el colegio fuera mi casa, mi familia. Así lo vivía entonces y así lo sigo viviendo ahora. Cada segundo en clase con grandes maestros fue purificando Lo Mejor de Mí, sacándolo a la luz. Eso era lo que tú iniciaste y lo que pretendías: que todos los niños pudieran recibir una educación y, con ella, en la escuela, darles herramientas valiosas para ser felices y construir un futuro mejor, más digno, más justo, más sano.

Han pasado los años pero tu imagen sigue siendo de casa, sigue estando en casa, en «la habitación azul» como diría mi hijo Álvaro. Él te dice adiós por las noches sin tener más imagen de ti que alguien con barba rodeado por niños. Pero lo hace con toda su alegría y todo su corazón. Calasanz no es para él una palabra desconocida. Y no lo es porque sigues estando muy presente en mi vida, sigues formando parte de ella, sigues siendo pilar y modelo a seguir de cara a la construcción del Reino de Dios.

Hace ya muchos años que descubrí que Dios me quería educador, me sabía educador, me creaba educador. Hace muchos años que descubrí que, como tú, mi vida debía transcurrir entre niños y jóvenes, en una escuela. Todavía no lo he conseguido. Me falta la voluntad y la determinación de la que tú hiciste gala en los momentos claves. Tal vez tu carácter aragonés fue clave en ello, je, je, je… y mi carácter gallego es una losa, je, je, je… Pero ahí sigo. Intentándolo y perseverando en la dificultad. En eso sí nos parecemos. ¡Cuánto pasará todavía hasta poder pasear por los pasillos de un colegio mirando a los ojos de los chicos a los que les pertenece el futuro y con la responsabilidad de acompañarlos y ayudarlos en un trecho de su camino! No lo sé. A veces Dios surge de la nada. Surgió de la nada en tu vida y desbarató todos tus planes iniciales y te llevó a crear algo diferente, inédito, arriesgado, polémico, provocador. ¿Qué es hoy eso diferente, inédito, arriesgado, polémico y provocador que puede que Dios nos sugiera y nos encomiende? Todavía no lo sé. Nadie ha sido capaz de unir los puntos hacia adelante. Los puntos siempre se unen mirando atrás. Yo tengo esa esperanza.

¡Por cierto! ¿Has visitado ya la web de mi comunidad, de Betania? Nada se puede hacer solo, ¿verdad? ¡Ahí estamos! Nutriéndonos de la Escuela Pía y nutriéndola. Caminando juntos. Trabajando en la misma misión. Afrontando los nuevos retos juntos. ¿Cómo lo ves? ¿Cómo se ve desde fuera? ¿Qué percibes de Betania? ¿Cómo ves a tus escuelas? ¡Échanos una mano! Tú siempre has sido un valiente, un valiente con la máxima confianza en el Padre. Hoy es tiempo de valientes. Hoy es tiempo de decisiones. Hoy es tiempo de asumir riesgos. Hoy estamos en el Génesis y Dios nos llama a crear de nuevo. Y en eso estamos, mejor o peor. Pero ¡cuesta tanto! La pregunta es ¿qué hay que perder? ¿Tanto como seguir parados? Creo que no. La vida es corta. El tiempo limitado. Podemos hacer mucho pero hay que hacerlo YA.

Poco más P. José. Todo cambia y tú permaneces porque no cambiamos tanto en el fondo. «Piedad y letras» sigue siendo un lema tremendamente actual. Gracias por seguir iluminándonos en cada encuentro, en cada convivencia, en cada oración, en cada comunidad, en cada niño. MIENTRAS HAY NIÑOS HAY MISIÓN.

¡Ya hablaremos más otro día! ¡Cuídate que por ahí dicen que hay corriente!

Un abrazo fraterno y muy muy fuerte.

Santi

Carta a Miguel Ángel Blanco

Querido Miguel Ángel,

 tú no me conoces a mi pero yo a ti sí. Soy uno de los muchos españoles que te conocimos en circunstancias trágicas. Igual que otros momentos en la historia, todos recordamos dónde estábamos y qué hacíamos aquel aciago día de tu secuestro a manos de los terroristas de ETA. Yo tenía 20 años y estaba de monitor en una colonia de los escolapios en Cercedilla. Tengo grabada en mi retina la escena de estar todos los monitores con el café atragantado aquel 12 de julio viendo a todas las televisiones del país con la misma imagen pidiendo tu liberación. No pudo ser. No quisieron. Eras demasiado valioso. No tuvieron la valentía de devolverte vivo.

Después de 10 años las cosas andan un poco revueltas por España. Ni tu aniversario es capaz de hacer que los políticos dejen a un lado sus posiciones interesadas en pos de un recuerdo sentido y merecido. Es realmente devastador ver las imágenes de la división en una fecha como esta. ¿Qué estarás pensando tú desde tu nuevo hogar?

mablanco.jpg

Es curioso lo poco que es consciente uno de lo que vale su vida y de lo que puede aportar a una sociedad. ¿Quién te iba a decir ti cuando decidiste presentarte a una elecciones en Ermúa que ibas a ser objetivo terrorista? ¿Quién te iba a decir a ti que tu muerte sería el despertador decisivo y taladrante de una sociedad adormecida? ¿Quién te iba a decir a ti que ibas a ser una página trágica pero importante de la historia de un país, de tu país? Cuando uno abre una puerta nunca sabe adónde le puede llevar. Cada decisión es importante. Única. Crítica. Importante.

La función de la política es mejorar la vida de los ciudadanos. No se entiende la política sino es desde el servicio. Tú lo debiste de entender así. Por eso quiero expresarte, desde aquí y un poco tarde, mi agradecimiento por tu decisión valiente. Es importante ver que hay gente que es capaz de vencer las dificultades y los miedos en pos de servir, de ser útil. Es muy importante comprobar que nos podemos mojar más de lo que lo hacemos. Es importante conocer también que, lejos de las ingenuidades, las consecuencias a veces son devastadoras. Yo sigo teniendo miedo.

Tu heroicidad no es tanto haber muerto asesinado. Tú no lo pediste. Ni lo asumiste. No es tu final lo que para mi es heroico sino tu decisión primera. Nos equivocamos teniendo como héroes a los que son presa de terribles consecuencias. No es héroe el que mal acaba sino todo aquel que decide empezar. Y eso me llena de optimismo y esperanza. Porque sigue habiendo gente comprometida. Sigue habiendo gente interesada en los demás. Sigue habiendo gente que se complica la vida. Son anónimos y quizá no pasen a la historia porque felizmente sus consecuencias no sean de portada de periódico pero son los héroes que levantan y sostienen nuestra sociedad día a día. Tú estás entre ellos y sé que estás de acuerdo con este recuerdo.

Miguel Ángel no tengo mucho más que decirte. Que eres de esos a quien me gustaría abrazar. Tal vez algún día lo haga. Mientras tanto intentaré poner mi granito de arena. Tu ejemplo es mi esperanza.

Un abrazo muy fuerte

Carta a Emilio Maté

¡Emilio! ¿Cómo va la vida? Sí, sí… ¡la Vida! Por esa te pregunto…

Hace ya unos días que tenía en mente y en corazón escribirte pero te confesaré que no me atrevía demasiado. A veces cuesta encontrar las palabras oportunas cuando los sentimientos sobrepasan a los pensamientos. Pero hoy he decidido que ¡ni un minuto más! ¡Que hable el corazón!

¡Supongo que estarás enterado de la que se montó en los foros cuando nos enteramos de la noticia de tu muerte! Bueno, bueno, bueno… Superada la parálisis inicial cada uno de los que hacemos vida Ágora fuimos haciéndonos conscientes de aquello que nos aportabas a cada uno con ese torrente de energía que te caracterizaba. Hubo tristeza pero ahora, tras el impacto de las primeras horas, creo que hemos conseguido alcanzar la serenidad y, como aquella pareja de caminantes, volvemos camino de Emaús junto al Señor recordando lo vivido y encontrando el sentido de cada minuto que tú pasaste por nuestras vidas.

Tu «nieta de los foros» está a punto de nacer. ¡Tendrías que ver a Esther! Como buen médico que eres espero que supervises adecuadamente todo el proceso de «expulsión», je, je, je… Y te diré que Álvaro ya sabe decir «Emilio» con tremenda claridad, je, je, je… Los papás esperando el momento con ilusión y con reserva de energías ante lo que se viene encima. Ya te iré contando…

Bueno, ¿y tú qué tal? Con lo poco que te gustaba generar atenciones y ahora nos tienes a todos pendientes… ¿Cómo es eso del cielo? Emilio, ¿cómo es Dios? ¿Ha respondido a tus expectativas de enamorado apasionado? Supongo que le conocerías nada más verlo. Al fin y al cabo no es alguien desconocido… Seguro que tiene la mirada de Conchita, la nariz y las orejas de tus hijos, las manos de tus nietos, los andares de algún forero, tu corazón… ¿A qué lo conociste a la primera? ¿A qué no lleva barba ni se pone un triángulo en la cabeza cada mañana al levantarse?

No te quiero dar mucho la brasa por ahora… Debes de estar cansado después de tantos meses de sufrimiento. Ahora toca descansar un poquito. Dile a tu Padre que te ponga un ADSL en tu habitación para conectarte… ¡desde ahí el ancho de banda debe de ser la repera! Aunque, si quieres que te diga la verdad, igual no hace ni falta. Sólo necesita eso el que «está fuera». Tú estás en cada uno de los que te conocimos. No es tan sencillo irse. Lo mejor es que ahora ya no necesitamos ningún router para hablar.

Bueno abuelo… aprovecha el viaje que uno de esos con todos los gastos pagados no lo disfruta uno todos los días. Y si quieres un consejo… ¡pasa de los museos y de los monumentos! Enfúndate unas deportivas y échate a andar por el cielo junto a Dios. Seguro que al girar cualquier esquina descubres alguna pequeñez de esas que nos alegran la Vida…

Un abrazo fraterno

Santi

Carta a un joven americano

Querido amigo,

los recientes acontecimientos trágicos en la Universidad de Virginia me han pillado en tu tierra, concretamente en Waukesha, WI. Hoy las banderas del GE Healthcare Educational Center ondean a media asta y, al verlas, he compartido el dolor que todo ciudadano americano debe estar sintiendo en estos momentos.

Una vez más, la barbarie pega con fuerza en una escuela o universidad. No es la primera y, seamos realistas, posiblemente no sea la última. No sé cómo te debes sentir en estos momentos. Supongo que tremendamente triste y profundamente preocupado y temoroso… esa sensación de «podía haber pasado en mi escuela», «podía haberme pillado a mi» es conocida para mi tras los atentados en Madrid del 11-M de hace ya más de tres años. Es miedo, en ningún caso alegría de haberte librado. Es miedo. Y con miedo es difícil vivir. Casi imposible.
virginia.jpg
En mi país, como en otros muchos, siempre existe el comentario fácil y generalizado de que estas cosas sólo os pasan a vosotros porque sois una sociedad enferma, con armas legalizadas, que van por el mundo de manera prepotente haciendo de la violencia y de la guerra la manera normal de arreglar los problemas. Yo no me voy a unir a esos comentarios, ¿sabes? No es mucho mi conocimiento de vuestro pueblo pero mis 5 visitas a tu país y la relación que tengo con mucha gente a través del trabajo me ayuda a comprobar que, como cualquier otra sociedad tenéis una parte enferma y otra maravillosa y digna de admiración.

Mi carta de hoy no pretende ser un llamamiento a la revisión de vuestras tradiciones, costumbres o maneras de entender la realidad. Mi carta de hoy es un acercamiento a ti, un abrazo en forma de misiva, un gesto de estar juntos en un dolor incomprensible desde la distancia. Sí te animo a que mires la realidad con pleno optimismo, a que sigas pensando que vale la pena luchar por tus sueños, que permanezcas convencido de que un mundo mejor es posible, de que tú eres clave para el futuro y de que puedes aportar mucho para cambiar todo aquello que entiendes que es un camino equivocado.

No tengo mucho más que decirte. Busca a los que te quieren. Sana tu herida y sigue caminando. No como si nada hubiera pasado pero sí con ganas de seguir siendo feliz.

Un abrazo