Dios está muy cerca (Mt 28,16-20)

Tal vez hemos despegado demasiado a Dios de la tierra. Lo hemos subido tan arriba… Más allá de las nubes. Todopoderoso. Omnipotente. Misericordioso. Todo cierto pero demasiado… demasiado… Y Dios es más de barrio. Digo de barrio, porque al final, como Él nos dijo, vive aquí al lado o, mejor dicho, aquí adentro. Dios está muy cerca.

Con Dios nos pasa a veces como con ese libro que, en medio del trajín en casa, lo cogemos para leer y, de camino al salón, lo dejamos en algún sitio mientras pongo la lavadora y, de paso, voy al baño y, de paso, me paso por la habitación del niño a ver si estudia y, de paso, llamo a mi mujer para que se acuerde de coger el pan. Y llego al salón sin libro y, lo que es peor, no lo encuentro y no me acuerdo dónde se me fue de las manos. Y la única manera de encontrarlo es volver atrás y deleitarme en el recorrido hecho y revivir gestos, momentos y palabras. Y, al final, aparece. No es que el libro se hubiera escondido… Estaba, ni más ni menos, que donde yo lo había dejado, distraído. Lo mismo pasa con Dios.

Dios está dentro de mí y de ti. Él es en la medida que yo soy. Y está en mi historia. Y está en los demás. Y está en las circunstancias, y en los caminos y en las fuentes. Y en los sueños. Y en las lágrimas de pena. Y en la enfermedad que llega. Y la pesadilla que ahoga. Y en el champán descorchado. Y en la comunidad que celebra. Y en el voluntario fiel. Y en la niña que ríe. Y en el maestro que enseña. Y en el que vuelve a caer en la droga tras decir tantas veces que no volvería a suceder. Y en el que da toda su vida. Y en la abuela que cuida a sus nietos. Y en la viuda que vive. Y en el político honrado. Y en la Eucaristía. Y en el río que fluye. Y en la montaña. Y en la abeja. Y en el mar que nos baña.

A veces, en nuestro trajín, nos lo olvidamos en algún sitio, camino del salón. Y pensamos que ha desaparecido. Pero no. Él está con nosotros, todos los días, hasta el fin del mundo. ¡Vaya promesa!

Un abrazo fraterno – @scasanovam

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