MR 21

Lucía no creía en Dios. Cuando sus padres murieron se dijo a sí misma que debía seguir adelante sola. No lo había conseguido. Cuando aquella tarde me llamó al móvil supe que había llegado al final de su aventura.

Entró en casa y nos abrazamos fuertemente. Hablamos y la llevé de la mano al salón. Se sentó y sin más previos dijo:

– Háblame de Dios

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