Salió sin saber adónde iba (Hb 11, 1-2.8-1)

Por fe… Estas dos palabras son las que más se repiten en la lectura del Antiguo Testamento de hoy. Y se unen perfectamente con el relato del Evangelio donde un Jesús despertado precipitadamente por sus discípulos les espeta en la cara un «¿Aún no tenéis fe?».

Me quedo hoy con el ejemplo de Abrahán, Padre. Alguien que siente una llamada, que siente que va a ser más feliz allá donde se le llama y que sin más certezas se lanza a la aventura. Por fe. ¡Cuánto tenemos que aprender hoy de esto Padre! Cada día necesitamos más seguridades para realizar cualquier tarea. Un contrato de trabajo que no es indefinido no genera garantías, una casa no comprada transmite desconfianza, unos hijos que no llegan porque ahora no es buen momento, compromisos que se olvidan porque hay la psoibilidad de equivocarse… Vivimos en una sociedad que nos invita a rodearnos de seguridades, es parte de la «sociedad del bienestar». Y Tú hoy nos invitas a lo contrario. Nos invitas a escuchar. Nos invitas a confiar. Nos invitas a aspirar a ser más felices y a luchar por ello. Nos invitas a ponernos en camino sin esperar más señas. Nos invitas a jugárnosla desde el discernir tu voluntad.
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Tú no ofreces seguridades ¿verdad Padre? Tu ofreces compañía y amor. Pero no seguridades. La meta es la tierra prometida en la que cada uno será feliz. Pero el camino al que nos invitas es un camino falto de carteles e indicaciones, abierto al soplo del Espíritu, a nuestra inspiración, a nuestra intuición, a nuestra escucha…

Yo he decidido ir por ese camino. Es duro. A veces creo que me espera el precipicio. Pero te llevo en mi barca, Señor. Al menos eso creo. No soy valiente por eso recurro a Ti. Aumenta mi fe pero no me abandones.

Un abrazo fraterno

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