Se multiplican las preocupaciones (Sal 93)

Cuando me parece que voy a tropezar,
tu misericordia, Señor, me sostiene;
cuando se multiplican mis preocupaciones,
tus consuelos son mi delicia.

Vivir no es sencillo. Perdón. Vivir con coherencia, digo, con profundidad. Vivir con hondura no es fácil. Vivir a lo loco, sí. Pero yo quiero ir hacia adentro. Y ser fiel. Y responder a lo que se me ha llamado. Y ser seguidor de Jesús. Y un buen marido. Y un padre. Y un buen hijo. Y un buen maestro. Y un buen escolapio. Y un buen ciudadano. Tremendo.

Es más fácil pasar de todo eso y simplemente hacer lo que me apetece. Y pensar en mí. Y a la mierda lo demás. Vivir son dos días, qué coño. ¡Cómo para desperdiciarlos!

Pero yo aspiro a otra cosa. Qué difícil, Señor. Se multiplican las preocupaciones, como dice el salmista. Y cuántas veces siento que tropiezo y que algo se va a ir por la borda… Cuántos fracasos, cuántas equivocaciones, cuántas meteduras de pata, cuánta debilidad, Señor…

Y ahí, cuando todo se acumula, tú me consuelas y me envías tu caricia a través de otras manos y tu aliento a través de otro abrazo. Y me sostienes. Y me dices: ánimo, estoy contigo, hasta el final.

Un abrazo fraterno – @scasanovam

0 comentarios

Dejar un comentario

¿Quieres unirte a la conversación?
Siéntete libre de contribuir!

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *