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… porque Él nos amó primero (1Jn 4,19 – 5,4)

diosama.jpgSentir que Dios me ama me resulta complicado a veces. Para un cerebral como yo es fácil entenderlo, saberlo y argumentarlo. Yo me sé amado. Lo sé. Sé que Dios me ama, que soy único e irrepetible y que me acoge amorosamente cada día de mi vida. Lo sé. Sentirlo ya es otra cosa. A veces esto de ser cerebral es una puñeta pero así soy y así me tengo que querer y aceptar.

Últimamente he dado pasos en este sentido gracias a descubrir en mi comunidad la figura del Dios que me conoce, me acepta, me acoge y me ama. Sentir eso en mi comunidad es posiblemente el camino que utilizo junto el de mi relación con mi mujer y mis hijos, para descubrir ´cuán amado soy por el Padre.

Gracias a esto yo soy capaz de amar más y mejor.

Un abrazo fraterno

Consolad a mi pueblo (Is 40, 1-11)

La sociedad en la que vivimos nos ha llevado a afrontar los días que preceden a la Navidad de una manera muy «occidental»: bienestar, vacaciones, comida, excesos, luces… Pero percibo que, a la par de todo esto, empieza a ser muy común en nuestra «manera y sentir occidental» vivir con cierta pena, con cierta aflicción, con demasiadas preocupaciones, con frustaciones… Esto no lo cura el bienestar. Tal vez es consecuencia de…
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Leer a Isaías hoy me impulsa a consolar. Ser bálsamo. Ser buena noticia. Ser verdadera felicitación navideña. Ser capaz de rebajar tensiones. Ser capaz de ser colchón y descanso. Ser capaz de escuchar. Ser capaz de abrazar y acoger. Ser capaz de mostrar a través de mi cuerpo toda esta disposición.

Un abrazo fraterno