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Evangelio para jóvenes – Domingo 31º del Tiempo Ordinario Ciclo C

Estos días se han entregado en Oviedo los premios Princesa de Asturias. Un año más, los premios reconocen la labor de tantos hombres y mujeres que, como dijo la Princesa Leonor, trabajan por un mundo mejor, muchas veces de manera silenciosa. Muchos de ellos son nombres desconocidos y, pese a eso, sus logros son de gran altura. Reconocerlos es obligarnos a levantar la vista y a ver más allá de nuestro camino. Hoy Jesús también levanta la vista. Leamos su evangelio [Lc 19,1-10]:

En aquel tiempo, Jesús entró en Jericó e iba atravesando la ciudad.
En esto, un hombre llamado Zaqueo, jefe de publicanos y rico, trataba de ver quién era Jesús, pero no lo lograba a causa del gentío, porque era pequeño de estatura. Corriendo más adelante, se subió a un sicomoro para verlo, porque tenía que pasar por allí.
Jesús, al llegar a aquel sitio, levantó los ojos y le dijo:
«Zaqueo, date prisa y baja, porque es necesario que hoy me quede en tu casa».
Él se dio prisa en bajar y lo recibió muy contento.
Al ver esto, todos murmuraban diciendo:
«Ha entrado a hospedarse en casa de un pecador».
Pero Zaqueo, de pie, dijo al Señor:
«Mira, Señor, la mitad de mis bienes se la doy a los pobres; y si he defraudado a alguno, le restituyo cuatro veces más».
Jesús le dijo:
«Hoy ha sido la salvación de esta casa, pues también este es hijo de Abrahán. Porque el Hijo del hombre ha venido a buscar y a salvar lo que estaba perdido».

Zaqueo y Jesús dialogan incluso antes de conocerse. En ese «querer encontrarse» mutuo, Zaqueo y Jesús nos recuerdan a ti y a mí, hoy, la importancia de sentir la necesidad del amor, la necesidad de amar (Jesús) y la necesidad de saberse amado (Zaqueo). Tú, como yo, también guardas esa necesidad dentro y de qué hagas para satisfacerla dependerá mucha de la felicidad que atesores en tu vida. Te dejo tres pistas:

  • «Necesito ser amado» – No digas que no. Esa sed que tienes, esa sensación de que te falta algo tantas veces, ese vacío que duele y que te persigue tantas noches… ¿No es el amor que te falta? ¿No es tu necesidad imperiosa de saberte querido, querida, de verdad? Seguro que tienes familia, amigos, compañeros, etc. que te quieren, sin duda; pero tu corazón está diseñado para aspirar a máximos. Quieres más, queremos más, lo necesitamos. Y buscas aquí y allá, y mendigas migajas de cariño muchas veces, y encuentras fogonazos que te sirven para un rato pero que luego te dejan peor… Tal vez hay que aprender de Zaqueo, tal vez tienes que dar el paso, «subirte al árbol» y buscar a ese Jesús del que tanto hablan… Tienes que ponerte a tiro.
  • «Necesito amar» – Jesucristo sólo sabe amar. Dios es Amor y el Amor sólo amar sabe, sin medida. Jesucristo siempre se pone a tiro, siempre busca el encuentro, siempre levanta la mirada, buscándote. Quiere quererte, quiere entrar en tu casa. Sabe quién eres (¡¿no ves que llama a Zaqueo por su nombre?!) y sabe que no eres perfecto, perfecta. Sabe que te equivocas, a veces mucho. Sabe que te olvidas de Él muchas veces. Le da igual. Quiere entrar en tu corazón, en tu casa, para salvarlo, para salvarte. Si dejas que eso suceda, el amor caerá como una catarata, con fuerza, e inundará todo. Y entonces necesitarás compartirlo, y amar, mucho y a muchos. Vale la pena.
  • «Murmuraciones» – Zaqueo y Jesús son juzgados. Uno por buscar más allá. Otro, por encontrarse con quién estaba perdido. Ninguno satisface a «los suyos». Toma nota. Valiente Zaqueo. Valiente Jesús. Sólo el amor les mueve, su deseo de plenitud. ¿Qué dificultades encuentras tú hoy? ¿Quiénes murmuran a tu lado? ¿Qué haces con ello? Ser fiel a ti mismo, a ti misma, buscar en Jesús tu sentido, a veces resituará a muchos de los que te rodean. No lo entenderán. De repente dejarás de funcionar según las coordenadas que a ellos les mueven. Pero… ¿esto no va de ser feliz de verdad? Llegará el tiempo de las apuestas y, cuando llegue, sólo te recuerdo que no estarás solo ni sola. Sé valiente.

Vienen días especiales: Todos los Santos y Difuntos. Vida y muerte que nos recuerdan que tenemos vocación de eternidad. No te conformes con cuatro cositas de este mundo. Mira más allá. Atrévete. Alguien te busca.

Un abrazo fraterno

Santi Casanova

Evangelio para jóvenes – Domingo 6º de Pascua

Mi hijo está a punto de terminar 2º de Bachillerato. Esta semana ha terminado los exámenes, está esperando las notas y en dos semanas se enfrentará a la EBAU. Llega el final de una etapa colegial que empezó con tres años o, incluso, con los años de escuela infantil donde aprendió destrezas básicas y comenzó a experimentar con el mundo que le rodeaba. La semana pasada estuve revisando con él fotos antiguas, ya que tiene que enviar una foto de pequeño para una presentación que van a hacer en la graduación. Y revisando, fotos y vídeos, me encontré con momentos, personas, experiencias… que me hicieron recordar muchas cosas vividas, muchos ratos compartidos, muchas personas queridas que forman parte de mi historia. Recordar es volver a pasar por el corazón aquello que queremos. Así nos lo cuenta el Evangelio de hoy [Jn14,23-29]:

En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos: «El que me ama guardará mi palabra, y mi Padre lo amará, y vendremos a él y haremos morada en él. El que no me ama no guardará mis palabras. Y la palabra que estáis oyendo no es mía, sino del Padre que me envió. Os he hablado de esto ahora que estoy a vuestro lado, pero el Defensor, el Espíritu Santo, que enviará el Padre en mi nombre, será quien os lo enseñe todo y os vaya recordando todo lo que os he dicho. La paz os dejo, mi paz os doy; no os la doy yo como la da el mundo. Que no tiemble vuestro corazón ni se acobarde. Me habéis oído decir: «Me voy y vuelvo a vuestro lado.» Si me amarais, os alegraríais de que vaya al Padre, porque el Padre es más que yo. Os lo he dicho ahora, antes de que suceda, para que cuando suceda, sigáis creyendo.»

A veces dudas de que Jesús camine a tu lado y, sin embargo, Él nos ha dicho cuáles son las maneras en las que iba a hacerse presente tras su Resurrección y que, hoy, siguen vigentes. Son maneras que, a los ojos del mundo, sin duda son poco «determinantes». ¡Por eso te toca afinar los ojos de la fe! Tú eres especialista en creer, ¿o no es cierto? Estás lleno, llena, de creencias. De otra manera, no podrías vivir. Y aún así, ¡cuánto te cuesta hacer presente a Jesucristo aquí y ahora, a tu lado! Te dejo tres pistas:

  • «Jesús se hace presente en tu corazón» – Pero, ¿cómo descubrir lo que habita tu corazón? ¿Cómo saber que está ahí y que te sigue hablando? RECORDANDO. Recordar no es otra cosa que volver a pasar por el corazón. Es querer mantener vivo ese «amor» que un día descubrí, que un día acaricié y me acarició, que un día me hizo vibrar y me cambió la vida. Mira atrás y vuelve a aquellas experiencias clave en tu existencia. Vuelve atrás y visualiza el rostros de las personas  que fueron testigos de Dios en tu vida. Vuelve atrás y escucha aquellas palabras que un día Dios te dirigió a ti y sólo a ti, y que cambiaron el rumbo de tu vida. Gírate y redescubre todo el camino recorrido. Mientras lo andabas, ¡tantas cosas no entendías! Sin embargo, ahora, muchas de ellas cobran sentido y seguro que eres capaz de ver cómo Dios va guiando tu vida de manera misteriosa, porque te habita, porque vive en ti, porque está a tu lado.
  • «Jesús se hace presente a través del Espíritu» – ¡El Defensor lo llama Él! ¡Toma ya! ¿Sabías que tenías un Defensor? ¡Pero si vives todo el rato como si estuvieras sola y abandonada, solo y desatendido! Jesucristo nació, vivió, padeció, murió, resucitó y se fue junto al Padre, ciertamente. Pero tras Él vino el Espíritu. ¡Vives en tiempos del Espíritu! Es un Espíritu que se mueve y te mueve, que impulsa, que sugiere, que marca tendencias y senderos, que te conduce y te sostiene. Es la voz que te aconseja y te ayuda a tomar decisiones, que te recuerda quién eres, que despierta tu conciencia y te anima a optar por lo mejor. Es la brisa que te permite combatir el calor asfixiante de tu vida y es la hoguera que te da calor cuando ahí afuera sientes frío y soledad. ¡No lo ves, pero está! Es la corriente que mantiene tu corazón alimentado permanentemente para que puedas acudir a Él y recordar quién eres y quién te ha creado.
  • «Jesús se hace presente en la paz» – Pero, ¿qué es la paz? ¿De qué paz estamos hablando? ¿Ausencia de guerra, de violencia, de abusos, de insultos? ¿Ausencia de dolor, de disgustos, de dificultades, de contrariedades? ¿Qué pasa entonces con aquellos que dicen vivir en paz aún en medio del dolor, la guerra, la enfermedad…? ¿Qué tipo de paz nos regala Jesús? ¿Cómo saber que es Él mismo cuando llega? Yo te diría dos cosas: Primero, la paz de Jesucristo es un regalo y, como tal, no tiene sentido, es sorprendente y no responde a la lógica. Todo regalo sólo se explica desde el amor. Todo regalo es inmerecido e inexplicable. Esta paz es así: llega y no la puedes explicar, se percibe regalada y sobrenatural. Y segundo, es una paz «Pikolín«, te procura descanso, te permite vivir desde la confianza de saber que tu vida está en manos de Dios y que, por tanto, nada hay que temer. Y ahí, aún cuando sea grande la fragilidad que te rodea, es cuando te sentirás más fuerte.

Te deseo una semana provechosa. Sé dócil al Espíritu. Y nada más. Déjate hacer.

Un abrazo fraterno

Santi Casanova

¿Y tú? ¿Lo has encontrado? (Jn 1,45-51)

¿Y tú? ¿Lo has encontrado? Eso que andas buscando. El «elixir» de la felicidad podemos llamarlo. Aquello que te sacie ese inconformismo del día a día que te sugiere que todavía hay cosas que no cuadran en tu vida. Eso que buscamos todos. ¿Lo has encontrado?

Felipe, en el Evangelio de hoy, se dirige muy claro a Natanael, claro, conciso y alegre: «Lo hemos encontrado». Su búsqueda había terminado. Por eso comienza a contarlo a otros, porque sabe que están buscando lo mismo.

Evangelizar parte de esta premisa: de encontrar a Jesús. Sin haberlo encontrado, todo esfuerzo es en vano, toda palabra está vacía. Ya puedes ser catequista, orador, conferenciante, escritor de libros, teólogo, profesor en la Universidad… da igual. Si no hay encuentro, no hay evangelización. Porque ¿cómo hablar de Aquél con el que no te has encontrado? Hablar de oídas es incierto, impreciso e inútil. Es hablar de alguien que sólo conozco por los libros, por las fotos, por lo que otros me contaron. Es un hablar de lejos, sin pasión que me comprometa, sin detalle, sin amor. Porque amar no se puede hacer por definición. Amar, sólo se ama en el barro del camino. No se puede amar en los despachos ni en los sofás de la existencia.

¿Lo has encontrado? Esa es la pregunta sobre la que puedes pensar hoy, en silencio, con honestidad. ¿Lo has encontrado o sigues buscando? O lo que es peor, ¿has dejado de buscar y te has autoconvencido de que lo has encontrado?

Un abrazo fraterno – @scasanovam

Amar sin límite (1 Cor 12,31–13,13)

Ambicionad los carismas mejores. Y aún os voy a mostrar un camino excepcional. Ya podría yo hablar las lenguas de los hombres y de los ángeles; si no tengo amor, no soy más que un metal que resuena o unos platillos que aturden. Ya podría tener el don de profecía y conocer todos los secretos y todo el saber, podría tener fe como para mover montañas; si no tengo amor, no soy nada. Podría repartir en limosnas todo lo que tengo y aun dejarme quemar vivo; si no tengo amor, de nada me sirve. El amor es paciente, afable; no tiene envidia; no presume ni se engríe; no es mal educado ni egoísta; no se irrita; no lleva cuentas del mal; no se alegra de la injusticia, sino que goza con la verdad. Disculpa sin límites, cree sin límites, espera sin límites, aguanta sin límites. El amor no pasa nunca.

Mejor no hacer comentarios. No los necesita. Sólo me sale leerlo una y otra vez. Leerlo una y otra vez… con Perales de fondo…

La plenitud de lo pequeño (Mt 5,17-19)

¿Qué es dar plenitud a la Ley?

No saltarse ninguno de los preceptos menos importantes… eso por lo de pronto. Es decir, concretar el amor.

Porque AMAR en mayúsculas no es difícil. Lo difícil es amar en pequeño, hoy, aquí, ahora. Amar en casa, a tu pareja, con la que te jugaste la vida y a la que a veces no entiendes, a la que a veces haces daño y te hace daño. Amar a tus hijos. A tus hermanos. Amar en la comunidad, en la oración acostumbrada a horas y maneras. Amar en el «siempre igual» y en el «siempre diferente». Amar en el trabajo, con la tarea bien ejecutada, con el esfuerzo entregado y el sudor ofrecido. Amar en el pobre del barrio, en la anciana sola, en el silencio ante la crítica que brota, en la cabeza gacha ante la cruz del que lo dio todo.

La plenitud se alcanza en lo escondido, en los callado, en lo entregado. La plenitud de lo pequeño. La plenitud enseñada por un Dios que se hizo nada.

Un abrazo fraterno – @scasanovam

Mirar para amar (Hch 3,1-10)

Ayer estuve con Ester Palma, una misionera andaluza que lleva casi quince años en Corea del Sur y que anhela poder pasar la frontera para ir a dar testimonio de Cristo en la vecina Corea del Norte.

Hubo un momento de la conversación que le pregunté cómo se hablaba de Jesús de Nazaret a alguien que nunca había oído hablar de él. ¿Cómo comienza la evangelización? Y su respuesta me conmovió: amando. Que esa persona se siente amada, querida, acogida… hasta que se pregunte de dónde viene ese amor incondicional.

Esta conversación de ayer me recuerda al episodio que hoy nos cuentan los Hechos. Pedro y Juan miraron a aquel lisiado. Pusieron sus ojos en él. Descubrieron sus heridas. Escucharon su grito callado del corazón. Y le amaron, desearon para él lo mejor. Y en nombre de Jesús, lo devolvieron a la vida. Eso es amar. Mirar en lo profundo, acoger el corazón del otro y ofrecer la vida. Así se habla de Jesús Resucitado.

Un abrazo fraterno – @scasanovam

Amar para perder el control (Jn 21,15-19)

Tres veces negó Pedro al Señor y tres afirmaciones le pide hoy Jesús para restituirse. Tres «¿me amas» que permitirán a Pedro hacer proceso. Amar al Señor no es una explosión de júbilo, pasión e imprevisión. Amar al Señor se saborea. Uno lo descubre y, poco a poco, va adentrándose en lo que se ese amor supone, significa y compromete.

La profecía sobre Pedro es sobre cada uno de nosotros. Todo aquel que ame al Señor estará dispuesto a ser llevado. No es que uno se vea anulado, ni subyugado ni hipnotizado. La voluntad no desaparece con la fe pero sí se somete al amor que de ella brota. Por eso era importante para Pedro estar seguro de su amor antes de que Jesús le hiciera ver lo que vendría.

En la historia personal con Jesús, cada uno de nosotros comienza con la sensación de ser el protagonista, el que elige, el que decide, el que se compromete aquí y allí. Si el amor, como en toda relación, va cogiendo profundidad y hondura, uno se va percatando de que el protagonista es Cristo, que es Él el que elige, que es Él que decide, que es Él el que te compromete y te coge ya la vida entera.

Este misterio es algo incomprensible para aquellos que quieren guardar una ficticia autonomía y libertad sobre su existencia. Apuestan por querer controlarlo todo, presos de su inseguridad; por un bienestar sin ataduras, presos de su complacencia; por un vivir de puntillas y superficial, presos de su temor a jugarse la vida. Yo, con mis limitaciones, prefiero optar por ir soltando lastre e ir permitiendo al Espíritu soplar en mis velas para conducirme hacia puertos inesperados.

Un abrazo fraterno

Ámame amando (Salmo 145)

Amara a Dios y al prójimo. Esa es la Ley. ¿Cómo? Cógete el salmo 145 de hoy y ponlo en lugar bien visible de tu casa. Que su lectura te lleve, poco a poco, a su cumplimiento. Que seamos signo de ese amor de Dios a cada hombre, a cada mujer.

Que mantiene su fidelidad perpetuamente, amar
que hace justicia a los oprimidos,
que da pan a los hambrientos.
El Señor liberta a los cautivos.

El Señor abre los ojos al ciego,.
el Señor endereza a los que ya se doblan,
el Señor ama a los justos.
El Señor guarda a los peregrinos.

Sustenta al huérfano y a la viuda
y trastorna el camino de los malvados.
El Señor reina eternamente, tu Dios, Sión, de edad en edad.

Un abrazo fraterno

Vosotros sois el cuerpo de Cristo (1Co 12, 12-14.27-31a)

Esta lectura de Pablo siempre la he llevado al terreno de los dones diversos en la Iglesia. Diversos, complementarios y todos necesarios. Pero la lectura dehoy es también muy obvia pero no deja de impactarme: yo soy el cuerpo de Cristo. Mis manos son sus manos. Mis ojos son sus ojos. Mis palabras son las suyas. Mi manera de acariciar, tocar, hablar, mirar… son las suyas.

De mi depende que mi prójimo se sienta tocado, mirado, cuidado, amado, escuchado… por Jesús. Sí, de mi depende. ¡Y esto es muy fuerte! Él es todopoderoso. Vale. Pero tal vez nos equivocamos si pensamos que Dios se basta por sí solo. Sí y no.

No sé muy bien cómo explicarlo pese a tenerlo claro en mi corazón. Espero que lo hayáis entendido…

Un abrazo fraterno

Esto haces y ¿me voy a callar? (Sal 49)

Cuando se escucha una cosa, cuando se predica la misma cosa y a la hora de actuar se hace justo lo contrario… hay un problema. Un problema del que hay que hacerse consciente, que hay que reconocer y que hay que afrontar. Aunque realmente no apetezca, aunque no guste. Porque gustar no gusta. Reconocer las propias incongruencias, darse cuenta de las propias incoherencias… es duro y doloroso.

Dios no se calla ante nuestras incoherencias. Creo que somos nosotros los que acallamos su voz. No queremos oír su voz a través de hermanos, de amigos que nos conocen y nos rodean. No queremos escuchar su voz en el silencio y en el retiro. No queremos enfrentarnos con su espejo salvador. Dios no se calla por reprochar sino por salvar. Este es el matiz que hay que descubrir. Dios no se calla porque nos acuse sino porque nos ama.

La comunidad, lugar privilegiado para escuchar la voz de Dios.

Un abrazo fraterno