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Reseteando el cole tras la pandemia

Hoy me he encontrado con este artículo de Doug Lemov en el portal digital Education Next.

Debo reconocer que uno de los primeros pensamientos, y sentimientos, que experimenté en su lectura fue de cierto «alivio». Comprobar que la realidad educativa tras la pandemia está siendo similar en buena parte del mundo, no soluciona los problemas del día a día pero, sin duda, ofrece la certeza de que lo que experimenté este pasado curso no ha sido «cosa mía», fruto de mi manera de percibir la realidad. En Castilla y León, España, llevamos dos cursos de presencialidad absoluta lo cual creo que fue un acierto. Pero la presencialidad no fue sinónimo de normalidad: medidas anti-COVID, protocolos ante positivos, ausencias continuas en las aulas de alumnos, profes, etc, obligatoriedad de la mascarilla, patios organizados, gel en las entradas, distancias de seguridad, docencia en espacios nuevos… Eso es lo que se vio a simple vista pero luego fuimos descubriendo lo que no era tan evidente: mucha más ansiedad, depresión, problemas sociales, faltas disciplinarias, poco ambiente de trabajo… La pandemia había dejado huella en muchos de nuestros adolescentes y la escuela fue un auténtico testigo de la «explosión» de muchas de estas secuelas.

Puede que este curso que va a comenzar sea el primero «normal» si todo sigue como parece y estoy de acuerdo con el Sr. Lemov en que debemos afrontar la realidad y poner el foco en lo verdaderamente importante para que nuestros alumnos no queden marcados de por vida por una serie de circunstancias que les ha tocado vivir.

Comparto la idea de Gregorio Luri de que la escuela no es un parque de atracciones y tampoco puede ser una clínica psicológica ni un club deportivo ni una asociación de tiempo libre. La escuela es un espacio educativo, de crecimiento personal, de aprendizaje y conocimiento. Y siendo un espacio así, por supuesto, debe poner al alumno en el centro, debe conocerlo, valorarlo, ayudarlo, sostenerlo, proporcionarle experiencias, actividades y clases que le conformen como persona y ciudadano. Pero no debe olvidar que la mayor parte del tiempo que el alumno pasa en la escuela consiste en las horas de clase. Lo que pasa en el aula durante esas 5-6-7 horas es lo que hace que el alumno quiera venir al cole, quiera aprender, crezca, se sienta valorado, apoyado y motivado a seguir. Y no podemos ni engañarles ni defraudarles.

Este año seré tutor, de nuevo, aunque en un nivel diferente al que he tenido los últimos años. La reunión con las familias de comienzo de curso me parece clave para asentar el trabajo común y para trasladar las prioridades para que sus hijos crezcan sana e integralmente, aprendan, sean respetados y respetuosos en el aula, adquieran los conocimientos necesarios y, con todo ello, tengan más oportunidades para ser felices y para hacer felices a los que les rodean.

Me espera un año apasionante. Aunque parezca mentira, tengo ganas de empezar. Hace mucho descubrí que el aula era mi lugar en el mundo y que mi tiempo quería gastarlo con ellos, con los jóvenes. Ojalá, un año más, sepa cómo ayudarles.

Un abrazo

#Curso2021 – La prudencia se impone

08:00 El frío es ya la nota dominante de las mañanas. Durante las clases no queda ya otro remedio que ir cerrando las ventanas y dejar dos o tres dedos abiertos para que la gente no se nos congele. Me he comprado un medidor de Co2. Espero que no tarde para saber si, más o menos, lo estamos haciendo bien.

10:05 En casi todas las clases siempre hay alguien que falta. Por un lado, va a ser la tónica de este otoño: al menos síntoma, en casa. Por otro lado, es gratificante comprobar cómo las familias, en una gran mayoría, están concienciadas de que es mejor que los niños se queden en casa ante síntomas evidentes (tos, febrícula, mocos, catarro…). Creo que esta pandemia nos hará crecer a todos en este sentido.

11:00 En los últimos recreos, estoy ayudando a varios alumnos y alumnas a configurar el Google Classroom en sus móviles. Estamos haciendo un gran trabajo en el cole y los alumnos están respondiendo. Parece que el método educativo va a cambiar definitivamente. ¿Las aulas virtuales llegan para quedarse?

13:30 Hablamos en clase de TIC de 4º ESO de la ciudadanía digital. Mucho nos queda para comportarnos como ciudadanos en la red, un lugar digital donde parece que no derechos ni deberes. Es importante concienciar sobre el respeto, la intimidad, la veracidad de las informaciones… Ojalá algo quede.

Un abrazo fraterno

Mi primera semana de clase

Ya ha pasado. Mi primera semana de clase de este curso terminó hace unos minutos. Sólo puedo decir que estoy tremendamente feliz. Creo que ya no sabría volver a una vida sin aulas, sin alumnos, sin trabajos, pruebas, rejillas, programaciones, confidencias y expectativas de unos y otros. Ha sido una semana muy intensa. Ayer lo noté especialmente, con un bajón de energía terrible, como si hubiera corrido la maratón de Nueva York.

Creo que mis primera clases ante cada aula han sido reflejo de lo que soy. Las preparé con cuidado y mimo. Elegí la ropa, las formas, las palabras y los objetivos que pretendía. Me presenté personalmente y compartí con todos mis alumnos lo más importante de mis historia personal. Pude presentar las asignaturas que imparto este curso y pude, con alegría, llegar a un acuerdo con ellos acerca de los criterios de evaluación. Fui dispuesto a escucharles y les escuché. Ellos también me escucharon a mí. Y llegamos a un acuerdo en todas las clases con las que me voy a encontrar este año. Incidía en el trabajo en equipo, en el mejorarnos juntos, en el ayudarnos mutuamente, en el hacernos preguntas y en el derecho y el deber de equivocarnos. El error no es sinónimo de fracaso. Al menos no en las clases que yo quiero. Les pedí que me escribieran y que me contaran y he empezado a descubrir las diferencias y las particularidades de unos y otros. Auténticos tesoros, todos, que espero saber cuidar y ayudar a crecer.

Con mis compañeros de claustro todo han sido buenos momentos también. Me estoy sintiendo muy acogido, acompañado, guiado y sostenido. Todos han procurado quitarme presión y sólo he recibido ánimos. He preguntado a los que van por delante mía y he buscado opinión y consejo en muchos. Creo que tengo la suerte de tener un gran equipo alrededor, que se desvive también por sus alumnos y que me marcan un camino de entrega absolutamente innegable. Y es que la gran revolución del maestro es querer a sus alumnos. Quererlos. Y luego viene lo demás.

Conscientemente he enviado por la plataforma de comunicación con las familias varios mensajes positivos. porque también soy padre y compruebo cada día cómo se motiva mejor a un alumno y a un hijo: reconociéndole lo positivo y animándole a seguir por esa senda. He vivido la semana con la sonrisa puesta y con una mirada llena de cariño hacia aquellos a los que voy a ver todos los días de aquí a junio.

Mañana comenzamos de nuevo. Y yo estoy con ganas de volver a oler a tiza.

Sólo puedo estar agradecido. Y seguir exprimiendo cada momento dando lo mejor de mí. Sembrar, para que algún día alguien recoja los frutos.

Un abrazo fraterno