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Evangelio para jóvenes – Domingo 7º del Tiempo Ordinario Ciclo C

Esta semana, una amiga muy cercana compartía conmigo su disgusto ante muchas de las cosas que veía a su alrededor. «¿Por qué les va de puta madre a personas que hacen tanto mal, que hacen tanto daño? ¿Y por qué yo, que intento hacer las cosas bien, sufro tanto y tengo que pelearme tanto con la vida?». Días malos, llenos de oscuridad, con la sensación de que Dios no es justo. Tal vez tú también sabes de lo que hablo. Por eso la Palabra de hoy del evangelista es tan potente. Escuchemos: Lc [6, 27-38].

En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos: «A los que me escucháis os digo: Amad a vuestros enemigos, haced el bien a los que os odian, bendecid a los que os maldicen, orad por los que os injurian. Al que te pegue en una mejilla, preséntale la otra; al que te quite la capa, déjale también la túnica. A quien te pide, dale; al que se lleve lo tuyo, no se lo reclames. Tratad a los demás como queréis que ellos os traten. Pues, si amáis sólo a los que os aman, ¿qué mérito tenéis? También los pecadores aman a los que los aman. Y si hacéis bien sólo a los que os hacen bien, ¿qué mérito tenéis? También los pecadores lo hacen. Y si prestáis sólo cuando esperáis cobrar, ¿qué mérito tenéis? También los pecadores prestan a otros pecadores, con intención de cobrárselo. ¡No! Amad a vuestros enemigos, haced el bien y prestad sin esperar nada; tendréis un gran premio y seréis hijos del Altísimo, que es bueno con los malvados y desagradecidos. Sed compasivos como vuestro Padre es compasivo; no juzguéis, y no seréis juzgados; no condenéis, y no seréis condenados; perdonad, y seréis perdonados; dad, y se os dará: os verterán una medida generosa, colmada, remecida, rebosante. La medida que uséis, la usarán con vosotros.»

¿Te acuerdas de las Bienventuranzas del pasado domingo? Las palabras de Jesús de hoy son la continuación. El escenario no ha cambiado. El discurso sigue. Estamos en el corazón del mensaje de Jesús en el evangelio de Lucas. Jesús está concretando las Bienaventuranzas, está hablando con palabras lo que luego nos irá mostrando con hechos en su viaje a Jerusalén y en el final de su vida. ¡Qué importante es vivir según se piensa! ¡Qué importante es actuar con coherencia! ¡Qué importante que las palabras y los hechos de tu vida guarden unidad, como en Jesús! Te doy tres pistas para tu oración de hoy:

  • «Sin esperar nada a cambio» – Pocas veces oirás hablar del amor como cuando habla Jesús. Puede que oigas hablar de cosas parecidas pero de AMOR con mayúsculas, pocas veces. Porque la propuesta de Jesús es exigente. El amor de verdad exige gratuidad, no espera recompensa. Por eso el amor no es un mero sentimiento, ni un estado de ánimo. Amar es, en buena medida, una decisión, una opción. «Te amo porque quiero amarte» diría el poeta. ¿Cómo lo ves? ¿No crees que es hora de examinarte un poco en el amor? ¿Quieres para que te quieran? ¿Quieres esperando que te quieran? Incluso en aquellas cosas que haces voluntariamente… ¿buscas recompensa? La exigencia de Jesús es alta pero, a su vez, habla de la confianza que el mismo Dios tiene en nosotros. Somos capaces de amar así. Eres capaz. Ponte en camino.
  • «¡No es justo!» – Dios es bueno también con los malvados y desagradecidos. Eso dice el Evangelio. En otro lugar dirá algo así como «Dios hace salir el sol sobre justos e injustos». Esa idea de justicia que tiene Dios, a nosotros nos parece injusta. Seguro que tú eres de los que piensan que Dios debería premiar a «los buenos», a aquellos que hacen el bien. El cielo debería estar reservado para los que han hecho las cosas bien. Y a «los malos», ¡desgracias, calamidades, infierno! Dios ES de otra manera. Pero entonces, ¿para qué sirve ser bueno? ¿Por qué vivir de acuerdo a los mandamientos, a la doctrina… si, al final, Dios nos perdona? Interesante… dale una vuelta.
  • «La medida que uséis, la usarán con vosotros» – Ciertamente, a Jesús no le fue bien confiando, amando y perdonando a sus enemigos. La cruz nos recuerda permanentemente que uno no siempre recoge el bien que siembra. Pero… ¿y si la cruz no fuera el final del camino? ¿Realmente acabó ahí la historia? ¿Jesús salió derrotado? ¿No hubo frutos a toda una vida llena de amor al otro? ¿Qué opinas? ¿No es la Resurrección la respuesta de Dios a una vida llena de luz y entrega? ¿No es la comunidad que brotó tras ella la prueba palpable de la acción de Jesús en el corazón de aquellos que le conocieron? ¿No hay en tu vida y en el mundo, pruebas concretas que te hablen de que sí vale la pena vivir al estilo de Jesús? Tal vez no son los frutos que más venden pero… ¿no son justamente los que te hacen más feliz?

Estás llamado, llamada, a una vida apasionante, con retos de altura. Amar cada día mejor, ser cada día mejor amante, es el susurro que, día tras día, recibes del Espíritu. Dios te conoce, te ama con locura y sabe, con certeza, que eres capaz de cambiarlo todo si decides entregarte a los demás. Y cuando digo cambiarlo todo es cambiarlo todo… ¡Buen domingo!

Un abrazo fraterno

Santi Casanova

Evangelio para jóvenes – Domingo 6º del Tiempo Ordinario Ciclo C

Mañana es San Valentín y muchos de vosotros os encontraréis con un regalito de vuestra pareja, de vuestro amigo, de vuestra madre… Otros muchos no tendremos regalo porque, o bien no hacemos nada especial ese día, o bien no tenemos pareja o no hacemos eso con los amigos de la pandilla. El caso es que es un día en el que mucha gente reconoce que el amor le hace feliz, que sus días son mejores amando y siendo amado. Hoy, Jesús, nos plantea un camino de felicidad que rompe esquemas. Escuchemos: Lc [6, 17.20-26].

En aquel tiempo, bajó Jesús del monte con los Doce y se paró en un llano, con un grupo grande de discípulos y de pueblo, procedente de toda Judea, de Jerusalén y de la costa de Tiro y de Sidón.
Él, levantando los ojos hacia sus discípulos, les dijo:
«Dichosos los pobres, porque vuestro es el reino de Dios.
Dichosos los que ahora tenéis hambre, porque quedaréis saciados.
Dichosos los que ahora lloráis, porque reiréis.
Dichosos vosotros, cuando os odien los hombres, y os excluyan, y os insulten, y proscriban vuestro nombre como infame, por causa del Hijo del hombre. Alegraos ese día y saltad de gozo, porque vuestra recompensa será grande en el cielo. Eso es lo que hacían vuestros padres con los profetas.
Pero, ¡ay de vosotros, los ricos!, porque ya tenéis vuestro consuelo.
¡Ay de vosotros, los que ahora estáis saciados!, porque tendréis hambre.
¡Ay de los que ahora reís!, porque haréis duelo y lloraréis.
¡Ay si todo el mundo habla bien de vosotros! Eso es lo que hacían vuestros padres con los falsos profetas.»

Hoy se te ofrecen múltiples caminos de felicidad, lugares donde se te promete lo mejor, experiencias que te cambiarán la vida. La tecnología, el progreso, el sexo sin tabúes, el éxito laboral, viajar y conocer mundo… ¡Mucha oferta! Nuestros padres y nuestros abuelos no pudieron ni oler mucho del bienestar que hoy disfrutamos. Y aún así, seguro que te sientes solo, frustrada, acomplejada, necesitado, incompleto. Seguro que tienes esa sensación de no haber llegado todavía… Te dejo tres ideas:

  • «Felices» –  Bienaventurados, dichosos… múltiples traducciones para expresar algo que todos buscamos: ser felices. Jesús ofrece aquí una receta de felicidad. Pero leyéndola, despacio, estoy seguro que te dejará algo perplejo y de que sentirás rechazo. «Jesús no puede estar planteando eso«, pensarás. Pero, ¿y si justamente está planteando exactamente eso? Tal vez la cuestión está en qué entiendes tú por felicidad y qué entiende Jesús por felicidad. Plantéatelo. ¿Puedes ser feliz traicionándote a ti mismo? ¿Puedes ser feliz sin desplegar todas tus posibilidades? ¿Puedes ser feliz sin apostar por el amor de verdad? ¿Puedes ser feliz solo con cosas? ¿Puedes ser feliz sin Dios, que te anima a ser libre y te ilumina caminos de libertad? ¿Puedes o no puedes? Busca la verdad de tu corazón.
  • «Luces largas» – El camino de la felicidad no está patrocinado por Nesquik. No es instantáneo ni viaja en fibra óptica. Hay que «poner las largas», dicho en argot automovilístico. ¡Qué difícil eh! Pero hay que intentarlo. La felicidad no es momento, ni instante. La felicidad no es un titular ni es comida rápida. La felicidad no usa gafas para cerca sino que requiere las gafas para lejos. Por eso te cuesta… porque tú te contentas con estar a gustito sólo aquí y ahora y buscas lo que te sacie aquí y ahora. Y te da igual que eso termine y se evapore y vuelvas a estar igual o peor… Por eso tienes que levantar la mirada y mirar horizonte. Jesús habla de una recompensa en el cielo y no debemos perder esto de vista: la vida no se acaba aquí. Lo mejor viene después. Pero el cielo también se toca ya en esta vida, aunque no inmediatamente. ¿Por qué no buscar lugares, personas, experiencias, espacios… que te ayuden a permanecer en ese camino de felicidad?
  • «¡Ay!» – El final del Evangelio no es bonito. Porque Jesús se pone en modo «madre» y nos advierte de lo que puede pasarnos si no hacemos caso. Tú y yo sabemos que pasa. Ya lo hemos probado. Lo hemos sentido en nuestro propio cuerpo y corazón y lo vemos todos los días alrededor. Sabemos lo que es vivir con casi todo y sentirnos casi nada. Sabemos lo que es vivir acomodados y, a la vez, insatisfechos. Sabemos lo que es probarlo todo y no contentarnos con nada. Y sabemos el dolor que produce y el túnel al que nos lleva. ¿No crees que es un precio demasiado elevado? ¿Por qué sigues tragando con la publicidad engañosa, con los vendehumos, con los que entretienen pero no alimentan?

Hoy es un domingo bonito para que apuestes por tu felicidad, pero por la de verdad. Jesús no quiere que vivas debajo de un puente ni que dejes de usar tu móvil o que no aspires a tener un buen trabajo y ganarte bien la vida. Jesús quiere que le dejes espacio, que dejes espacio a otros, que te dejes espacio a ti, que no te conformes, que vivas con menos pero que te sientas más y mejor. Jesús nos propone una manera de vivir que, además, tejerá un mundo diferente, distinto. Vale la pena.

Un abrazo fraterno

Santi Casanova

El Señor está cerca, contigo. No tengas miedo. (Sal 120)

Difícil día hoy para comentar el Evangelio. Las Bienaventuranzas. Me cuestan. Me cuesta decir algo sobre lo que ya Jesús dice. Me cuesta comentar porque todo está claro. Me cuestan por la sencillez de su planteamiento. Me cuestan por la dificultad de hacerlas vida. Me cuestan porque me dejan callado.

Pero iluminadas por el salmo 120, me inspiran y me llena de paz. El salmo 120, que tantas veces canté gracias a la Hermana Glenda, es uno de mis salmos favoritos. Es un salmo que invita a la confianza en Aquel que te cuida, te guarda, te protege, te alimenta… porque te ama.

Las Bienaventuranzas son una invitación a vivir según el Reino y a abandonarse en sus consecuencias. La apuesta es de órdago y, generalmente, trae complicaciones; como cualquier apuesta de amor.

El Señor viene, está cerca contigo. Y te dice: – no tengas miedo.

Un abrazo fraterno – @scasanovam

Bienaventurados… los maestros (Lc 6,20-26)

Permitidme que hoy, al leer el Evangelio, haya recurrido inevitablemente, en este comienzo de curso, a algunas bienaventuranzas del maestro de Jesús Alberto Rivas, de las que he hecho una pequeña adaptación lingüística. Bienaventurados…

Bienaventurado el maestro que disfruta dando lo que tiene: será rico por lo que supo dar y cómo lo dio.

Bienaventurada la maestra que vive y disfruta sembrando: otros recogerán lo que ella sembró.

Bienaventurado el maestro que se vacía de sí mismo para llenar el alma, la mente y el corazón de sus estudiantes: su esencia permanecerá en las futuras generaciones.

Bienaventurada la maestra que se muestra tal como es: sus estudiantes le recompensarán con la misma medida.

Bienaventurado el maestro que se involucra en su tarea con todos sus valores y capacidades: su compromiso será su mejor valor.

Bienaventurada la maestra que además de los conocimientos, aprende a llevar a la pizarra los sentimientos que afloran en clase: le llamarán «persona».

Bienaventurados los maestros y maestras que estando con los pies en la tierra, no olvidan a Dios que habita en el cielo: no les faltarán nunca fuerzas para seguir educando hombres y mujeres que vivan volcados, no solamente para sí mismos, sino orientados hacia el bien de los demás.

Dichosos… porque seréis santos (Mateo 5, 1-12a)

Todos los Santos. Las bienaventuranzas.

Toda la relación del mundo. Al final, los santos son el fruto del núcleo del sermón de la montaña. Los santos son los que no se fueron defraudos por el mensaje de Jesús sino que lo interiorizaron y lo hicieron su ley de vida. Los santos son la prueba de que la promesa de Jesús se hace carne, día a día, en todo tiempo, cultura y persona.

Los santos no son, por ello, gente extraordinaria, hecha de una pasta especial. El valor de la santidad es precisamente que es universal, para todos, para ti, para mi. No es algo inalcanzable sino más bien al contrario: una meta , una llamada, un horizonte posible.

¿Qué tengo que hacer para ser santo? me pregunté muchas veces. La respuesta está delante de mis narices, en el Evangelio de hoy. La respuesta son las bienaventuranzas. Sólo tengo que decir que sí, alto y claro. Para siempre.

Un abrazo fraterno