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Salamanca: primeras vísperas de la comunidad conjunta

Ya estamos todos, bueno, menos los niños. El día grande de Calasanz se comienza juntos, en comunidad. ¿Hay otra manera mejor que celebrar una fiesta en casa, en familia, con los hermanos que Dios te ha regalado? Probablemente no.

Mi mujer y yo ya nos hemos incorporado a nuestra nueva comunidad, una nueva aventura a la que nos llama el Señor a religiosos y laicos de esta Provincia nuestra llamada Betania. Ayer, comentando en la cena, el rector contaba las innumerables preguntas que le habían hecho durante el verano acerca de esta realidad de comunidad escolapia conjunta (religiosos y laicos) y nos reíamos intentando encontrar una respuesta que, todavía, no tenemos ninguno.

El sol ha salido ya en Salamanca y en unas horas celebraremos la Eucaristía con parte de la comunidad educativa de la presencia escolapia aquí. Miro atrás y me deleito recordando el día de ayer, cuando Esther y yo aterrizamos juntos en esta nueva realidad, en esta nueva ciudad, en esta nueva casa, con esta nueva familia. Me deleito y doy gracias por los primeros momentos, siempre importantes, de andadura juntos. Fue algo especial ver la sonrisa de Antonio y Jesús cuando bajaron del tren y nos vieron esperándoles en el andén. Fue algo especial el ratito que compartimos por la tarde viendo la tele y echándonos unas risas con el «Ahora Caigo» de Antena 3. Fue algo especial rezar las vísperas de Calasanz, juntos por primera vez, en la capilla de comunidad. Y algo especial compartir la cena, contar anécdotas, abrazar a Manel y a Lluis cuando llegaron, cargar su equipaje y meterlo en casa, acompañarles en la cena y programar un poquito el día de hoy. Y hablar de niños y jóvenes y misiones y escuelas y viajes y … y… y… ¡Y escuchar a Jesús valorando la posibilidad de que los niños le llamen «abuelito»!

La acogida no ha podido ser mejor por parte de todos. También conocimos a los que yo llamo «las fuerzas vivas» de toda obra humana. Fue un placer conocer a Jesús el de mantenimiento, a Pepín el cocinero, a Juan el de portería, a Noelia la de secretaría, a Vanesa la de administración, a Pilar la de la limpieza… Personas cada una con sus nombres y apellidos y con un trabajo fundamental para que todo salga adelante. Darnos un abrazo, estrecharnos las manos, escucharnos por primera vez y compartir brevemente, y a vuelapluma, las primeras inquietudes y preocupaciones del trabajo que desarrollan y del que se viene encima en este curso que nace. Mucho nos tendremos que escuchar y mucho nos tendremos que querer todos…

Los niños están todavía con los abuelos. Ellos todavía pueden disfrutar unos días más de sus vacaciones pero en una semana los tendremos aquí, ya, formando parte de esta casa tan bonita. Los esperamos con ganas todos. Ellos van a ser el alma de esta comunidad, como lo son de cualquier sitio en el que están. Por ellos, por los niños, nació la Escuela Pía. Por ellos, por los niños, Calasanz se acercó más a Dios sirviendo a los más pobres. A ellos les debe su santidad.

Las mañanas ya son frías en la capital charra y, aunque el sol luego calienta con fuerza, empezamos a acostumbrarnos a esta tierra, ya nuestra, que tan bien nos ha recibido. Pedimos a nuestros hermanos religiosos y a todos nuestros hermanos fraternos que se acuerden de nosotros en sus oraciones y nos encomienden en este día del Fundador. Que sepamos, con nuestras debilidades y pobrezas, dar continuidad a su obra y dar mayor gloria a Dios con nuestras vidas.

Un abrazo fraterno

P.D.: La comunidad escolapia de Salamanca la forman el P. Jesús, el P. Manel, el P. Antonio, el P. Eloy, el P. Lluís y la familia Casanova-Morales (Santi, Esther, Álvaro, Inés y Juan). Para servirles… 🙂

Versos sueltos al niño que me habita

Niño que me habitas,
sal.
Háblame de lo que te gusta,
ven a mi cama al despertar,
canta,
no me dejes.

Niño que me sueñas,
el que fui,
regresa del cajón de lo inservible,
ocupa el centro de mi universo,
juega,
no te vayas.

Niño que ves a Dios,
cuéntame,
háblame de su barba,
del bastón en el que se apoya,
de las arrugas tiernas de su mirada.
Niño que hablas con Él,
cuéntale,
háblale de mis miedos,
de las oscuras noches adultas,
de mi corazón en carne viva.

Niño.
Tú.
Yo.

Dignos de vuestra vocación (2Ts 1, 1-5.11b-12)

Hoy celebramos la festividad de José de Calasanz. Hoy es día de fiesta para todos aquellos que pertenecemos a las Escuelas Pías y que sentimos que Dios nos llama a construir Reino educando a niños y jóvenes.

Y me ha llamado poderosísimamente la atención la frase que aparece en la primera lectura de hoy. Me parece fuerte. Ser digno de la vocación recibida. La vocación en una llamada de Dios. Dios, que ha dejado la creación inacabada. Es una llamada personal, un SMS convocándote y movilizándote. Dios invierte dones, amor, medios, personas y signos para que uno llegue a responder a esa vocación de manera adecuada y se consigan los frutos deseados. Así que el tema es serio.

Tal vez la dignidad consiste en ESTAR DISPONIBLE, SER CONOCEDOR DE LA LLAMADA, APROVECHAR LOS DONES RECIBIDOS Y ORIENTAR LA VIDA EN CONSECUENCIA.

En un día como el de hoy se remueve mi vocación como educador y se me remueve ese «ser digno» que expresa la Palabra. Sin duda a veces la vida es más complicada pero lo que tampoco tiene duda es que debo valorar más esa dignidad, fortalecer mi voluntad y, de una vez por todas, poder decidir mi vida orientada a la educación.

Que el Señor me ayude y Calasanz me ilumine.

Un abrazo fraterno