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Evangelio para jóvenes – Domingo 14º del Tiempo Ordinario Ciclo A

Acabamos cansados y llegamos al verano con la energía en reserva. Anhelamos vacaciones, sol, piscina, lecturas ligeras y terracitas con amigos. Necesitamos desconectar de una vida que nos exige demasiado, de una vida que corre mucho y que, demasiadas veces, no nos deja tiempo para la realmente importante. Vivimos al límite, agobiados, cargados de ansiedad, preocupados por un presente y un futuro inciertos. Así estamos. ¿Conseguirá el verano repararnos? Escuchemos el Evangelio de hoy [Mt 11,25-30]:

En aquel tiempo, exclamó Jesús: «Te doy gracias, Padre, Señor de cielo y tierra, porque has escondido estas cosas a los sabios y entendidos y se las has revelado a la gente sencilla. Sí, Padre, así te ha parecido mejor. Todo me lo ha entregado mi Padre, y nadie conoce al Hijo más que el Padre, y nadie conoce al Padre sino el Hijo, y aquel a quien el Hijo se lo quiera revelar. Venid a mí todos los que estáis cansados y agobiados, y yo os aliviaré. Cargad con mi yugo y aprended de mí, que soy manso y humilde de corazón, y encontraréis vuestro descanso. Porque mi yugo es llevadero y mi carga ligera.»

Siempre el ser humano ha vivido la vida, muchas veces, como algo pesado. El trabajo, el estudio, la enfermedad, los problemas familiares, la pobreza, el fracaso, el rechazo… son realidades que seguro que tú también conoces. La vida no es un camino de rosas. Jesús tiene una respuesta ante eso: Él. Él se presenta como respuesta. Te dejo tres pistas para hoy:

  • «El agradecimiento de los sencillos» – Jesús vive entre la gente. Conoce a unos y otros, los escucha y comparte el polvo de los caminos con ellos. A estas alturas, ya se ha dado cuenta de que son los que menos tienen los que viven más agradecidos. La sencillez y el agradecimiento van unidos. Aquel que siempre se siente merecedor de todo, nunca agradece nada. ¿Y tú? ¿Cómo andas de sencillez? ¿Eres de los que se da cuenta de los regalos de cada día o de los que siempre está aspirando a una «vida mejor»? ¿No te das cuenta que no agradecer es consecuencia de no salir de ti mismo, de ti misma? ¿Quién te crees que eres?
  • «Cansancio y alivio» – ¿Eres de los estudiantes que están hasta las narices de sus estudios? ¿Eres de los que se siente esclavizado y llevando una vida de mierda? ¿Eres de las que han sido traicionadas tantas veces que están cansadas del amor y las amistades? ¿Eres de los que viven agotados por un trabajo que ni siquiera te hace feliz? Eso son los auténticos cansancios que destrozan el corazón. Jesús te dice: ven, ven a mí. Menos Monster, menos Red Bull, menos sustancias químicas… y más fe, más amor, más plenitud, más salir de ti hacia los otros. ¿Por qué no pruebas?
  • «Cargad» – ¡¿Este hombre está de broma?! Resulta que estoy agotado, agotada, y lo que me pide es «cargar». Bueno, lo que te ofrece realmente es cargar con su yugo, compartir su misión, construir el Reino… con Él. En el fondo es una oferta apetitosa: cambia esos pesos que cargas en soledad, sin sentido, por un peso compartido que llenará tu vida de respuestas, de paz, de alegría. Todo peso cuesta, sin duda. No es una oferta «happy». No es una promesa de político antes de unas elecciones. Es una propuesta de VERDAD. ¿Por qué no la tomas?

Cuánto sufrimiento por cargar con nuestra vida en soledad, avergonzados, temerosos del juicio de otros, del qué dirán, tristes por no cumplir nuestras propias expectativas. ¡Es la hora del cambio! Busca a Jesús y ponte en marcha. Abre tu vida a los demás, busca a los pobres, apúntate en un voluntariado, echa una mano a esa persona que está peor que tú, vete a la iglesia… ¡llénate de un cansancio que descansará tu corazón!

Un abrazo fraterno

Santi Casanova

Ligeros de carga (Mt 11,25-30)

Vivir ligeros de carga. Eso nos propones, Señor. A mí, especialmente, tan cargado de miedos, de ideas, de proyectos y vanidades.

Que nos pese poco la vida, Señor. Que aunque queramos a muchos, aunque tengamos mucho, aunque añoremos mucho, aunque mucho sintamos, aunque muy heridos estemos… nos pese poco la vida. Tú supiste hacerlo. De aquí para allá, haciendo el bien, respondiendo a la llamada, pleno, feliz, consciente; en la vida y en la muerte.

Que ningún peso de más me impida seguirte. Que ningún peso de más me esclavice. Que ningún peso de más me impida caminar y avanzar.

Un abrazo fraterno – @scasanovam

Jesús, el colchón que ha revolucionado el mercado (Mateo 11, 28-30)

Un buen descanso es fundamental. Ayer lo hablábamos en comunidad. A veces nos gastamos, nos gastamos, nos gastamos… Damos, damos, damos… Resistimos los golpes, las dificultades, las incomprensiones, los ataques… ¿Y el descanso? ¿Cuándo descansamos?

Sin descanso, morimos. Sin descanso, perdemos efectividad, energía, utilidad, capacidad, ilusión… Sin descanso, empezamos a ver más lo oscuro que lo claro.

368212704_295Jesús hoy se presenta como el mejor de los colchones del mercado. Jesús hoy se ofrece para que DESCANSEMOS EN ÉL. ¿Habéis probado la experiencia? A mi me cuesta. Yo soy un continuo generador de actividad. Y este es un punto pendiente. Pero a la par creo que he sabido, con los años, aprender a descansar en Jesús. Descanso en Él con mi rato de oración diaria, con mi lectura y meditación de la Palabra. Descanso en Él en el silencio de la noche, cuando me quedo solo y le hablo en lo profundo. Descanso en Él cada miércoles, compartiendo vida, fe y misión con mis hermanos y hermanas de comunidad. Descanso en Él en la Eucaristía, en el encuentro personal, en los sacramentos… Descanso en Él confiando en Él. Descanso en Él como descansan mis hijos, sabiendo que estando con papá y mamá nada malo puede pasarles.

Pero esta palabra tiene todavía otra vertiente: ¿SOY YO DESCANSO PARA LOS DEMÁS? ¿Me ofrezco a ello? ¿Les acojo? ¿Les escucho? ¿Les dedico tiempo? ¿Mi actitud les ayuda a relajar ls músculos espirituales? También estoy llamado a esto: a OFRECERME PARA QUE AQUELLOS QUE VAN CARGADOS, ANGUSTIADOS Y CANSADOS… DESCANSEN EN MI. Sin la primera parte, difícilmente…

Un abrazo fraterno

Descanso del alma (Sal 18)

La ley del Señor es descanso del alma dice el Salmo. Sin duda que muchas veces y para muchos es justamente todo lo contrario: es una imposición, una violación de la libertad individual, un aplastamiento de la alegría, una carga, un lastre, un impedimento para adentrarse en la fe cristiana.

La ley del Señor debe ser descanso del alma. Debe ser un camino de libertad, de liberación. Lo que me pregunto es si hemos sido respetuosos con la ley del Señor que Jesús perfeccionaría con el mandamiento del amor. ¿No será que muchas veces actuamos como aquellos sabios sacerdotes a los que Jesús les espetó lo de «sepulcros blanqueados» acusándoles de preocuparse de las minucias de la ley y tragándose sus principales pilares: justicia, amor, misericordia…

Es interesante reflexionar un poco sobre ello y también, porqué no, sobre lo poco que nos gusta a muchos que nos digan lo que tenemos que hacer y lo mucho que esto mismo les gusta a otros.

Un abrazo fraterno

ley

Fardos pesados e insoportables (Mt 23, 1-12)

Jesús vino a liberar. Es algo que hay algunos que todavía no han entendido. Yo lo he ido madurando poco a poco e intentando integrarlo en mi vida. Parece que es fácil. Parece que todos sabemos ésto. Pero a la hora de la verdad no es así…

La pasada semana estuvimos tratando en mi grupo de catequesis la afirmación del Credo: «Creo en la Santa Iglesia católica». Cada uno de los chicos explicó cómo se sentía con respecto a la Iglesia. El factor común fue, sin duda, que el punto de choque es siempre la moral: relaciones prematrimoniales, relaciones sexuales, homosexualidad, eutanasia, divorcio, ciencia, etc. Y la realidad es que la mayoría de la moral cristiana en todos estos aspectos se vive como auténtica carga pesada por casi todos; pocos perciben en la moral que enseña y propone la Iglesia una vía de liberación, de purificación, de felicidad…
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¿Qué estamos haciendo mal? ¿Qué proponemos mal? ¿Qué hay de incorrecto en lo que proponemos?

Un abrazo fraterno