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Lunes I Adviento 2019 (Mt 8,5-11)

Se acercó a Jesús con confianza.
Reconoció en Jesús al Señor.
Depositó en Él su confianza y su esperanza.
Y puso a sus pies la necesidad de otro.

Pidió por su criado, pequeño a su lado.
Salió de sí por él, pese a las habladurías.
Se despojó de su dignidad y autoridad.
Y conociendo sus dolencias, rogó por su curación.

Y yo hoy…

¿Me acerco a Jesús con confianza?
¿Reconozco en Él al Señor?
¿Deposito en Él mi confianza y mi esperanza?

¿Qué otros, a mi alrededor, están sufriendo? ¿Quiénes están dolidos? ¿Quiénes enfermos? ¿Quiénes necesitan a Jesús en sus vidas?

Quiero ser mediador, como el centurión, para acercar a Jesús a la vida de tantos que le necesitan.

Un abrazo fraterno – @scasanovam



Estudiantes y centuriones – I Lunes Adviento 2018 – (Mt 8,5-11)

Todo estudiante es un guerrero de la época moderna. Porque la guerra contra la ignorancia, la manipulación, el analfabetismo, la incultura y el infantilismo mental, es una de las guerras más dignas e importantes que toda persona debe luchar. Sé que estás cansado de estudiar tanto. Sé que muchas veces te preguntas, para qué necesita una chica como tú tanto tostón de datos que acabarán en la basura del olvido. Sé que, muchas veces, minusvaloras lo que esta lucha te está enseñando, más allá de exámenes, asignaturas, carreras y oposiciones.

«Señor, tengo en casa un criado que está en cama paralítico y sufre mucho»

Y en toda guerra hay heridas, sufrimientos, pérdidas y dolor. Lo sabía el centurión del Evangelio y lo sabes tú. A veces algo que consideras imprescindible para poder vivir, se cae, enferma, se resiente. Todos tenemos nuestros criados particulares. Son aquellas personas, aquellas circunstancias, aquellas condiciones… que nos permiten estar por encima del trabajo sucio de cada día, que nos permiten no bajar al barro y seguir en nuestras guerras, en nuestras tareas, en nuestras ocupaciones. Descubrirnos sin ellas, sin ellos, sin ello… nos hace sentir vulnerables. Porque sin criados, las cosas no funcionan. Y eso nos bloquea, nos paraliza, nos asusta; por mucho centurión que seamos, por muchos galones que llevemos, por mucha edad que tengamos, por muchos dieces que saquemos.

«No soy digno de que entres bajo mi techo»

El #Adviento es el tiempo en el que se nos invita a reconocer que necesitamos al criado, al otro, incluso a aquel que está descartado. Es tiempo de reconocer que más allá de nuestros estudios y nuestras batallas, me juego la vida con el otro y que el mundo necesita de todos. Es un tiempo para levantar la mirada de mis libros, de mis apuntes, y fijarla en aquellos que me sostienen, que se esfuerzan porque yo puedo seguir aquí. Es luchar contra la soberbia del buen estudiante, que sólo vive para su éxito; y contra la dejadez del que se piensa que sin disciplina y orden, las cosas pueden salir adelante. Esto trasciende la fe y las creencias. Desde luego, te invito a volver a descubrir en Jesús a alguien a quién acudir cuando la vida se tuerce. No nace para interrogarte ni para juzgarte. Viene a tu vida a sanar lo que ha enfermado, a poner orden en el caos, a propiciar que tú puedas ser lo que eres.

Un abrazo fraterno – @scasanovam

Políticamente incorrecto (Lc 7,1-10)

Centurión. Romano. Servidor leal del César. Y amigo de los judíos. Cercano al pueblo donde vive. Y con la mente y el corazón abiertos al amor. Sin duda, un personaje políticamente incorrecto. Libre, diría yo. No es algo baladí en estos tiempos que corren, de frentes, trincheras, bandos e ideologías. Los que siempre quieren excluir y exclusivizar, por un lado. Los que queremos tender puentes, abrir senderos, hablar con todos y a todos amar, por otro.

A este centurión le mueve el amor por su criado. Además de todo lo anterior (¡que ya es bastante!), además, ama a su criado. Y el amor llama a milagro. El amor sale al encuentro. El amor busca al amor. El amor humano, el amor amigo, el amor paternal y filial, el amor de pareja… el amor, siempre el mejor trayecto para llegar al Señor. Quien ama y busca, siempre encuentra. Hay algunos, incluido yo a veces, que intentamos que la fórmula funcione al revés: queremos encontrar al Señor para amar mejor. Es un camino difícil este. Es mejor al revés.

¿En qué pongo yo los amores de mi vida? ¿Qué amo? ¿Por qué y por quién saldría ahí afuera y, sin importante nada, buscaría su salvación, su curación? ¿En dónde tengo puesto el corazón? ¿Lo entrego suficiente Señor? ¿No será que soy mucho más de palabra que de obras? ¿No será que soy un teórico de la fe y un minusválido en mi obrar?

Tú obras milagros Señor. Claro que sí. No para fardar. No para aparentar. No para triunfar. Tú obras milagros porque el amor sólo amar saber, y porque el amor responde al amor. Aunque sea políticamente incorrecto también para ti.

Un abrazo fraterno – @scasanovam