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en su mente… y en sus corazones (Hb 8, 6-13)

mentevscorazonMe gusta esta dualidad mente-corazón que establece Pablo hablando de la promesa de Dios. Mente y corazón. No llega con vivir la fe y las leyes de Dios desde sólo un ámbito de la persona sino que tienen que vivirse de manera integral. Desde la inteligencia más cerebral hasta la emocional, desde el sentimiento hasta el conocimiento. A dios hay que llegar desde el apasionado flechazo y desde la razón.

Mente-corazón. Razón-fe. Cuerpo-espíritu. Dividir estas dualidades nunca ha resultado y siempre ha terminado en fracaso estrepitoso. Dios nos llama a vivir nuestro «ser cristiano» desde todo lo que somos.

Un abrazo fraterno

No endurezcáis el corazón (Sal 94)

Creo que uno de los mayores pecados de hoy es la ceguera, la sordera, la fría indiferencia, la terrible anestesia… La gente ve sólo aquello que le interesa, escucha sólo a quien quiere oír y se estresa y preocupa por absurdas memeces. Mientras, el mundo sigue siendo un escenario teatral donde sigue saliendo cada noche el gran drama de la injusticia, la muerte, el dolor, el hambre, el paro…

No quiero tener el corazón duro. Quiero seguir encogiéndome viendo la barbarie de Gaza o de cualquier otro lugar. Me la pela Israel y Al fatah y Hamas. Absurdas manifestaciones de apoyo a unos y a otros como si todo fuera un partido de fútbol, una guerra de fans y apoyos. Y después de la manifa unos al botellón, los otros al partido, los otros  al trabajo, las otras a la peluquería o de compras… Mucho griterío y poco corazón.

No quiero tener el corazón duro. Quiero seguir encogiéndome viendo la infancia de muchos niños. Y el sufrimiento soportado por muchos de ellos. Y mientras seguimos hablando y regalando a mansalva.

Quiero seguir haciendo mías las lágrimas de mis hermanos y mis seres más queridos. Quiero sentir el frío de quién duerme en la calle. Quiero seguir viendo a quién duerme en la calle. Quiero seguir preocupándome con los datos del paro y con las familias que lo están empezando a pasar muy mal. Quiero sentir el dolor de aquellos que padecen la tragedia, el accidente, el atentado. Quiero que mis ojos se me sigan nublando.

Quiero un corazón blandito, de lágrima fácil.

Un abrazo fraterno

Doy gracias al Señor de todo corazón (Sal 110)

Estoy cansado. Realmente no me apetece ponerme a escribir nada ahora. Estoy totalmente anulado para orar a menos que haga de este cansancio un ofrecimiento al Padre y me presente ante Él tal cual sin mayores pretensiones.

Voy a ser padrino de confirmación de Sandra. Me lo ha pedido. Y me ha explicado por qué yo. Y yo me he llevado una alegría, ¿para qué negarlo? Y también me ha llenado una tremenda responsabilidad. Por todo ello, por Sandra, quiero dar gracias a Dios hoy. De todo corazón.

Un abrazo fraterno

Florecerá como azucena (Os 14, 2-10)

En esta época de incertidumbre que estoy viviendo con respecto a la misión es hermoso recibir estas palabras de Dios por boca del profeta Oseas. Es como si Dios pretendiera decirme que mantenga el corazón enamorado y que sepa esperar. El corazón enamorado será la garantía de que llegado el momento floreceré como azucena.

Desde que una semilla es plantada hasta que aparecen los primeros pétalos pasa un tiempo, largo. Durante éste la semilla germina, se agarra a la tierra, echa raiz y empieza a brotar. Primero es un pequeño tallo que deberá irse fortaleciendo. No es una etapa demasiado hermosa. La espera se hace interminable. Parece que la flor nunca va a salir. Pero una mañana, después de una noche larga, los pétalos aparecen. Esa es la promesa del Señor. Yo me la creo aunque el cuerpo me pida otra cosa…

Un abrazo fraterno

Se me conmueven las entrañas (Os 11, 1-4.8c-9)

Mi oración de hoy, inspirada por estas impresionantes palabras de Dios, clama al Padre ante los dramas humanos que cada día inundan nuestras televisiones. Las historias de las pateras, de los inmigrantes muertos en el mar, no cesan. Se siente ese silencio de Dios tan inquietante ante estas catástrofes.

Pero Dios no calla. Habla. Y hoy lo hace de manera clara. A Dios se le rompe el corazón. Él mismo lo dice. Dios se inclina ante el hombre, ante el sufriente, y le da de comer. Encolerizado responde con amor. Dios no calla. Su tristeza es su gran grito.

Me parece cojonudo que en el Congreso se aprueben los derechos de los primates. Seguro que a partir de ahora a ningún mono se le toca el pelo. Han tenido más suerte que algunos…

Un abrazo fraterno