Entradas

¿O vas a tener tú envidia porque yo soy bueno? (Mt 20,1-16)

¡Qué pregunta más brutal de Dios!

Y yo creo que la respuesta es que sí. En el fondo muchas veces me fastidia esa justicia de Dios de dar a todos por igual y querer a todos por igual cuando unos «somos mejores» que otros. Pero creo que tampoco es una ira exhacerbada la que me provoca. Pero sí percibo en muchas personas y ámbitos de la Iglesia esa obsesión por «jugar a Dios» y decirle quién lo hace bien y mal, quién es bueno y malo y dónde debe mandar a cada uno. Son los mismos que no soportarían ver a Jesús entre prostitutas, recaudadores, romanos, fariseos, pecadores…

A veces me da la sensación de que lo que menos hemos aceptado en el subconsciente de nuestra fe es que Jesús ha venido a por los pecadores. Ellos son su razón de ser. No viene a ensalzar a nadie, ni a poner medallas, ni a dar palmaditas en la espalda… Viene a sanar, a salvar, a acompañar, a suscitar, a cambiar, a romper cadenas, a quitar cargas… que, por cierto, otros nos dedicamos a poner.

Un abrazo fraterno

Haz de mi lo que te guste (Tb 3,1-11a.16-17a)

Poner en manos del Padre lo que soy es algo muy romántico a la hora de decirlo y muy duro a la hora de asumirlo. Eso de regalarme y dejar que otro decida por mi nunca me ha gustado y aunque Dios es Dios, ya me entendéis, sigue sin gustarme demasiado. A veces tengo la sensación de que como Dios no está a mi lado físicamente y no lo veo y estás artificialcosas… me es más fácil prometerle cosas, regalarle cosas y decirle estás cosas tan grandilocuentes  y tan hermosas (porque es precioso decirle esto a Dios desde luego). Luego, cuando llega el día, me encuentro conque no sé muy bien qué quiere hacer Dios conmigo y que su sueño no está completo todavía. Encuentro que hay cosas a las que no estoy dispuesto a decir que sí, en principio, y otras a las que no estoy dispuesto a decir que no…

Tal vez las cosas no sean tan fáciles y, a la vez, sean más sencillas. Tal vez es día a día, minuto a minuto, decisión tras decisión, como se va fraguando un sueño que se descubrirá al final, mirando atrás. Tal vez sólo cuando acabemos de unir los puntos descubriremos el dibujo que hay detrás…

Un abrazo fraterno

Oye, ¿por qué…? (Mc 2, 23-28)

Me da la sensación de que a veces somos tan picajosos como estos fariseos del Evangelio de hoy. Leo la lectura y me imagino la escena con unos fariseos aburridos y descentrados de su labor principal, pasando su tiempo atentos a Jesús. ¡Pero no atentos a su Palabra y con una actitud abierta al diálogo y al encuentro! ¡No! ¡Atentos a los detallitos absurdos, buscando deslices, matices… a la que salta! ¿Qué coño hacían en aquel sembrado? ¿Lo seguían a todas partes?

A veces nosotros, como Iglesia, también nos comportamos un poco así. Vivimos descentrados de nuestra esencia y de nuestra misión y nos dedicamos a estar a la que salta en la sociedad para montar un pollo a quién corresponda haciéndonos los indignadísimos. Porque lo de Gaza, lo de África, lo de los vagabundos en la calle, lo de los ancianos solos o en residencias, lo de los abusos sexistas, lo del terrorismo… sí, nos da pena, nos entristece un poco… Pero pollo, ¡lo que se dice montar un pollo y gritar nuestra indignación…!… eso lo hacemos por los carteles de «Probablemente Dios no existe…» de los autobuses urbanos. Tema central. Desde luego, de todo lo que pasa en el mundo, eso en concreto es lo menos evangélico de todo. Decimos que «incitan al ateísmo» y que nos molestan como creyentes. Lo mejor es que luego queremos que lo nuestro sea respetado, entendido… y se nos llena la boca preguntando que a quién molesta un crucifijo. Pues molesta, desde luego, a picajosos como nosotros.

A mi el cartel no me molesta. Ni me parece que incite al ateísmo. Creo que es expresión de lo que hoy viven muchas personas. Es donde se sitúan muchos hermanos nuestros. No me molesta, me interpela y, también, me hace reir. ¡Hay que tener sentido del humor en esta vida! Nuestra pataleta colectiva creo que sólo alienta el mensaje contra el que queremos luchar. ¿De verdad veis a Cristo montando un pollo por esto? No olvidemos que su mayor enfado fue comprobar cómo el Templo se había convertido en objeto de compra-venta. De eso, no decimos ni pío…

Un abrazo fraterno

diosnoexiste

Lo contaremos a la futura generación (Sal 77)

¿Qué contaré yo a la siguiente generación, a mi siguiente generación?

– Les contaré que Dios, ante todo, les ama.
– Les contaré que yo me sentí profundamente amado por Dios.relevo
– Les contaré que Dios camina a su lado, que siempre acompaña aunque no siempre habla.
– Les contaré que Jesús nos ha enseñado el único Camino pero que hay muchos que llevan a ése.
– Les contaré que Dios ha confiado en ellos para que el mundo que dejen sea mejor que el mundo al que llegaron.
– Les contaré que en comunidad es más fácil y más auténtico ser cristiano.
– Les contaré que siendo fieles a su vocación serán felices, que la busquen, que la escuchen, que la sientan.
– Les contaré que yo amé a mi Iglesia pese a sus defectos y que luché desde dentro por hacerla mejor y más fiel.
– Les contaré que llevar una cruz al cuello debe ser algo más que pura estética.
– Les contaré que la religión no se vende a ningún partido político pero que un cristiano debe estar comprometido con aquello que le rodea, debe ser un buen ciudadano.
– Les contaré que Dios camina por la calle y viaja por sus arterias; que no lo busquen en el cielo.
– Y les diré que todo lo que yo les he contado… lo pongan patas arriba y sólo hagan suyo aquello que llegue a serlo de verdad.

Un abrazo fraterno

Le hablaré al corazón (Os 2, 16.17b-18.21-22)

Hoy he vivido una tarde muy hermosa. Estoy en Cáceres por cuestiones de trabajo. Es la primera vez que vengo aquí. Fue un descubrirse mutuo realmente bonito. Después de las horas cansadas del trabajo decidí abandonar el hotel a pie y dirigirme expectante a ese famoso casco histórico de la ciudad, mapa en mano. Crucé puentes, paseé arboledas, admiré detalles de la cotidianeidad cacereña y, después de haberme comprado un kilo de ricas picotas y mientras las comía como si fueran pipas, llegué a la Plaza Mayor, antesala introductoria de lo que estaba por llegar. Es difícil adjetivar con palabras lo que ni los ojos han sido capaces de procesar en toda su grandeza. Piedra. Historia. Belleza austera. Sin duda, uno de los lugares más románticos por los que he paseado nunca.

Y es hoy cuando me encuentro esta apasionada palabra del Padre. Hoy Dios ha estado especialmente romántico, como si hubiera paseado Cáceres a mi lado (seguro que lo hizo). Y trae a mi corazón la necesidad de vivir esta pasión también en mi relación con Dios. La óptica paternal la vivo. También la creadora, la protectora, la óptica desde la amistad… ¡Pero qué óptica más maravillosa esta del amor romántico! Llena la relación con Dios de sueños, de rincones, de pequeñeces, de detalles, de miradas, de secretos, de cierta tontería, de necesaria locura…

Un abrazo fraterno

Yo y el Padre somos uno (Jn 1, 22-30)

Estoy leyendo el famoso libro de Fromm, «El arte de amar». Acabo de terminar la parte del amor a Dios y me ha encantado un trozo en el que habla de esto mismo que dice Jesús: Yo y Dios somos uno. O lo que también viene a contar la primera lectura: Dios está en mi, vive en mi… su Espíritu es mi fragancia, mi estilo, mi gusto… está en mis palabras y en mis actos, en mis gestos y mi mirada. ¿Por qué nuestra mentalidad sigue buscando a Dios fuera de uno, lejos, en un cielo desconocido?

Creo que no nos acabamos de creer que el Espíritu es Dios mismo. Seguimos buscando y rezando al señor de barba con el triángulo en la cabeza. ¡Con lo hermoso que es que alguien descubra a Dios en mi! Eso le pasó a Esteban, y a Bernabé, y a Pablo, y a Jesús… Eso era lo convivente, lo arrolladoramente atractivo, lo cautivador, lo radical, lo brutal… No «hablaban de»… «Eran»…

Un abrazo fraterno

Su rostro les pareció el de un ángel (Hc 6, 8-15)

Me han llamado la atención esas últimas palabras del relato de Hechos. Qué curioso. Con lo hermoso que es el salmo y también el Evangelio de hoy… y me voy a quedar con algo que parece muy tonto. Puede que lo sea, no lo niego. Pero hoy me ha llamado la atención. Me rechina en el relato. Me rechina lo poético y hast un poco cursi de la expresión… Me rechina estando el Sanedrín por el medio…

Estaba Esteban tan lleno de Dios que su rostro lo reflejaba. Con eso me quedo. El cuerpo habla. Y el rostro de Esteban y lo hizo y de qué manera. El cuerpo es un gran aliado para esto de tomarnos la temperatura, de vivir cerca de nosotros mismos, de calibrar la profundidad y consciencia con la que estamos viviendo. Y, a la vez, es el primer medio de propaganda de nuestro ser. Difícilmente seré un apóstol de Cristo si mi cuerpo no habla de Él. ¿Hablar el cuerpo de Cristo? Sí. Debe hacerlo. Él mío tiene mucho que mejorar. Estoy un poco dejado. Eso no es de Dios.

Tomo nota.

Un abrazo fraterno

La mirada de Dios… (1Sm 16, 1-13)

Quería que esta entrada tuviera únicamente una imagen de una mirada. Estuve buscando en Google durante largo rato una mirada que, bajo mi criterio, pudiera pasar como la mirada de Dios.

 Me retiro.

Un abrazo fraterno

Todo el que ama… conoce a Dios (1Jn 4, 7-10)

Todo es importante para estar más cerca de Dios y llegar a conocer más de Dios. Pero no puedo perder el norte: el AMOR es el camino.

«Dadles vosotros de comer» es un mandato de amor. Me obliga a amar en primera línea de fuego. Me llama a hacerme dar_amor.jpgresponsable de aquellos que buscan y tienen sed. Me exhorta a no «mandar a la gente para casa» y seguir yo con mi vida religiosa autocomplaciente… Ama, ama…

Lo bonito de esto, además, es que Dios no queda restringido a la teología católica o cristiana. Dios no es «nuestro». El que ama lo conoce, venga de donde venga, sea de donde sea, crea lo que crea… Esto es algo que me gusta de Dios, pese a algunos…

Un abrazo fraterno

Nosotros somos de Dios (1Jn 3,22 – 4,6)

bueno-o-malo.jpgAunque la contraposición «del mundo – de Dios» puede que tuviera mucho sentido en la época en la que fue escrita la carta de Juan, es un lenguaje que creo y compruebo día a día que no está superado por algunos. Ese discurso de «buenos» y «malos», de «injustos» y «justos», de algunos que apuestan por la verdad y de otros que se dejan llevar por sus apetencias… me parece falto de realidad, alejado de Dios…

Yo soy católico, cristiano, hijo de Dios. Intento formarme y crecer en mi fe y como persona. Creo que tengo una misión en el mundo y que Dios me sueña para algo y para alguien. Pero aunque me considero de «los de Dios» también soy de «los del mundo». Es más, no entiendo ser de Dios sin ser del mundo. Vivir en una sociedad concreta, conocer su problemática y vivir con sus dificultades y sus facilidades. Acercarme a todos, escuchar a todos, buscar la verdad de todos y en todo. Amar el mundo en el que vivo, sufrirlo y disfrutarlo. No sé…

¿No fueron en su momento «los de Dios» los que le recriminaban a Jesús estar con «los del mundo»?

Un abrazo fraterno