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Curando las dolencias del pueblo (Mt 4,12-17.23-25)

El Evangelio así lo hace ver. La gente seguía a Jesús masivamente porque curaba las dolencias del pueblo. Un encuentro con Jesús curaba las heridas que uno tuviera. Escucharle, tocarle, sentirle, mirarle, pedirle… bastaba para que se obrara el milagro.

Nada ha cambiado. Creo profundamente que el encuentro personal con Jesús es el único generador de milagros. Poner tu vida a la luz de Cristo, pedirle compasión, saberte necesitado de su mano, escuchar sus palabras y cambiar la vida. Ese milagro sigue sucediendo día tras día cuando nos decidimos a no perder el norte.

Hoy, además me ha llamado la atención la vida de los tres santos del día. Entre ellos hay una madre de familia americana: Santa Isabel Ana Bayley Seton. Gente corriente que mira su vida en Cristo y actúa en consecuencia sin hacer cosas demasiado extraordinarias. Vale la pena.

Un abrazo fraterno