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He combatido bien mi combate (2Tim 4, 6-8.17-18)

No suelo escribir en el blog en domingos, no suelo hacerlo los fines de semana. Pero acaba de comenzar una semana de vacaciones después de varias de mucho trabajo, de muchos cambios, de mucho esfuerzo… y me apetecía reaparecer para mi mismo.

Elegir el buen combate es un tema recurrente en ese libro de Paulo Coelho que tanto me gusta: «Manual del guerrero de la luz». Elegir el buen combate… No todas las batallas son para mi. No estoy llamado a todas las luchas ni los dones que me han sido regalados sirven con utilidad al Reino en todos los frentes y ante todos los enemigos.

¿Cuál es el gran combate al que soy llamado a luchar? Todavía estoy en tiempo de preparación y aún estoy afilando mis armas. Todavía creo que el Señor no ha enseñado todas su cartas para mi. Pero desde luego voy intuyendo cosas. Y lo que un día se intuye no se puede olvidar…

Un abrazo fraterno

Cinco panes y un par de peces (Jn 6, 1-15)

Con Jesús presente, el milagro de conseguir que aquello que tengo sea capaz de saciar el hambre de muchos se produce. Para ello tengo que estar dispuesto a ofrecerlo, a compartirlo, a ponerlo en medio. Ésto también es parte del milagro.

En una sociedad que cada vez nos empuja a poseer más cosas, a la individualidad, a la seguridad y a la inmediatez de los resultados… es un signo de los tiempos, un milagro, una muestra de que Jesús está presente… que siga habiendo personas capaces de poner lo suyo al servicio y que eso, a la luz de Dios, siga saciando a muchos.

¿Qué tengo yo que pueda ofrecer? ¿Cuáles son mis 5 panes y 2 peces que ofrezco a los que me rodean? hace tiempo que identifiqué alguno de mis dones, alguno de los regalos que me han sido dados y que yo pongo en juego para saciar al mundo: fidelidad, confianza, fortaleza y alegría. Y luego tengo aquello que yo mismo he ido cultivando y que también está al servicio. No hay demasiado. Pero Dios lo coge en sus manos y lo multiplica. La vivencia comunitaria facilita esto: la comunidad es multiplicadora de panes y peces.

¡Milagro!

Un abrazo fraterno

Aún no se ha manifestado lo que seremos… (1Jn 2,29 – 3,6)

«Cuando Él se manifieste, seremos semejantes a Él…»

Es más: cuando en mi vida dejo que Él se manifieste, soy semejante a Él y cuando no lo hago… no me gusto. Yo creo que Él se manifiesta cuando yo funciono desde mis dones, desde lo mejor de mi, desde mi diamante más profundo. Él se manifiesta cuando salgo a luchar con las armas que me fueron concedidas y con las que se me encomienda luchar.
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Aún no estoy acabado. Nunca lo estaré. Siempre pecaré y me enredaré y me dejaré llevar por lo peor de mi. Siempre habrá caídas. Pero poco a poco, día a día, tiene que ir a más la Presencia, tiene que ir a más la Luz, tiene que ir a más la Belleza y la Bondad. Tal vez sea ese el momento en el que descubra realmente para qué estoy en el mundo. Uno todavía tiene la sensación de que el proyecto de Dios todavía no ha hecho más que empezar por más de que sigamos queriendo decidir la vida a los 20-30 años… Aún  no se ha manifestado lo que seré…

Un abrazo fraterno

Los dones son irrevocables (Rm 11, 29-36)

Cuando intentamos transmitir a los chicos y chicas de nuestros grupos de catequesis que es importante descubrir los dones que a cada uno le han sido dados, una de las cosas que les decimos es que una de las características principales de un don es que es permanente o, como dice Pablo, irrevocable. Los dones siempre están, permanecen, no desaparecen.

Esto es importante, al menos para mi lo es. Los dones son las armas con las que salgo al cambo de batalla. Y siempre están ahí. Es lo que me ha dado Dios para ser feliz, para construir Reino y para los demás. No hay mucho más. De mi dependerá tenerlas a punto, desarrolladas, cuidadas… De mi depende estar acostumbrando a funcionar desde mis dones pero nunca podré decir que a mi se me ha dado menos, que yo no soy capaz. En mis dones está parte de la llave de mi felicidad y de la capacidad de hacer felices a los que me rodean y de poner a Dios en el mundo.

Un abrazo fraterno

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Al que mucho se le dio, mucho se le exigirá (Lc 12, 39-48)

esclavo.gifEs de justicia no tratar a todos igual. Dios es misericordioso y ¡justo! No puede tratarnos a todos igual. No nos exige a todos lo mismo.

 Ésto que es para muchos una gran excusa para siempre echar balones fuera y condenar a aquellos que según ellos están por encima, para mi es una tremenda interpelación. No me considero mejor que nadie, ni más que nadie, ni más seguidor que nadie. Pero sí soy consciente de los dones recibidos. Soy consciente del uso que les doy. Soy consciente de que mucho se me ha dado: desde una familia, estudios, dinero y medios suficientes, posibilidades de crecimiento personal, el don de la confianza, el de la fortaleza, el de la alegría, el de la fidelidad, una mente cualificada, un cuerpo completo, una conciencia trabajada…

San Pablo dice en la primera lectura que quien se entrega a Dios de verdad y se libera… pasa a ser ESCLAVO de la justicia. ¡Qué fuerte! Toda la vida luchando por ser libre para acabar siendo esclavo… ¡Pero qué brutal! No sé muy bien cómo expresarlo pero siento qué significa. Me queda por llegar ahí. Pero voy creciendo en ello. Porque hay pasos que ya no tienen marcha atrás, ni pueden tenerla.

 Un abrazo fraterno