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Ambicionad los carismas mejores (1Co 12, 31-13,13)

Creo que es una ambición sana. ¡Qué ambicioso soy para otras cosas en la vida y qué poco para parecerme lo más posible a Jesús!

Más que ambicionar carismas el Señor me llama a ser ambicioso conmigo mismo, a hacer de mi lo mejor, a aspirar a amar mucho y bien, a aspirar a ser un gran constructor del Reino. Esto no implica reconocimiento ni publicidad. Es algo que va por dentro. Es ambicionar la paz de Jesús. Es ambicionar el encuentro definitivo con Cristo. Es ambicionar la explosión de mis dones. Es ambicionar… sanamente.

La palabra de hoy me llama a abandonar ciertas mediocridades. Tomo buena nota…

Un abrazo fraterno

A vino nuevo, odres nuevos (Mc 2, 18-22)

Esta es una de las primeras citas que uno lee cuando entra a los foros del Ágora Marianista, uno de los mejores portales católicos de la red de redes. Hoy quiero dar gracias en mi oración por ellos.

Para alguien que toda su vida ha estado rodeado, trabajando y compartiendo misión con los escolapios, como yo, ha sido agua fresca meter la cabeza en otro hogar y olisquear el olor que produce otra leña en el mismo fuego de Cristo. Llegué a los foros buscando algo y encontré otra cosa. Encontré, ante todo, personas. Si internet no es capaz de trascender lo virtual vale para poco. Y eso está en la mano de los navegantes, no de la tecnología: ésta tiende el puente, uno decide cruzarlo. Yo decidí hacerlo y descubrí seguidores de Jesús y hermanos en la fe. Personas distintas y únicas y, a la vez, muy parecidas a mi, a mi comunidad, a lo que conocía.

Hoy mi oración es una profunda acción de gracias. Gracias por seguir creyendo en las personas. Gracias por seguir apostando por los encuentros, por lo desconocido, por lo arriesgado. Gracias por seguir buscando y encontrando. Gracias por el progreso y sus buenos frutos. Gracias por cada uno de los que Ágora ha traído también a mi vida. Gracias por los escolapios, por los marianistas y por todos aquellos que han decidido apostar por un seguimiento radical a Cristo. Gracias por las pequeñeces, por las imágenes, por las canciones, por los debates, por las dudas, por el enriquecimiento mutuo…

Un abrazo fraterno

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… en presencia de todo el pueblo (Sal 115)

Después del encuentro de las familias celebrado en Madrid hace unos días, se ha suscitado una polémica que, alimentada por varias declaraciones de políticos y sacerdotes, ha traído a primera plana de nuevo el consabido debate de si la fe debe restringirse al ámbito privado. Hoy este salmo, unido al Evangelio, me ha ayudado a reflexionar sobre ésto y a darle una vuelta más profunda.

Tanto Pedro, como Andrés, como Juan y Santiago estaban trabajando cuando Jesús se acercó a ellos y les llamó. Allí no sólo estaba el padre de los últimos sino que habría, supongo yo, más pescadores trabajando. Me imagino la sopresa de todos al ver marchar a estos cuatro tras Jesús como cuenta el Evangelio. ¿Qué pensarían? ¿Qué dirían? Ellos responden a la llamada en un ámbito público, delante de otros. Ésto es también lo que proclama el Salmo: «Cumpliré al Señor mis votos en presencia de todo el pueblo». No parece pues que la respuesta a una llamada, que la consecuencia de una opción por Jesús, deba restringirse al ámbito privado. Ser cristiano tiene una cara pública.

Ahora bien no acabo de tener claro que eso implique la participación en lo que hoy conocemos como «vida pública» de la sociedad: actos, manifestaciones, celebraciones en los centros de las ciudades… No es tanto «enseñarse en público» como «SER en público». Yo soy cristiano y lo soy optando allá donde vivo y me muevo, con los que tengo alrededor en cada momento. Tomo compromisos en público y decido mi vida en cristiano toque donde toque. Pero no me gustan los encuentros como el del otro día.

No sé. Aún tengo mucho que pensar al respecto. Aquí seguiremos…

Un abrazo fraterno

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