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Págales por ti y por mi (Mt 17,22-27)

Tal como me ha llegado esta Palabra de Jesús hoy es, sin duda, una lección a mi afán de polemizar que muestro de manera tan usual en mi día a día.

Jesús, sabiamente, sabe elegir las batallas en las que vale la pena luchar. Hoy no quiere escandalizar. En otras ocasiones escandaliza sin pudor. ¿Qué diferencia hay pues? Pues tal vez lo que se juega en cada ocasión. No todas las batallas merecen la misma cantidad de sudor y energía; es más, muchas batallas no merecen ni ser afrontadas. Jesús suele dejarse la piel en aquellas batallas en las que está en juego la persona: su dignidad, su libertad, su ser… Lucha contra la opresión, la injusticia, la manipulación… Pero en estas batallitas de impuestos, de «chorraditas» oficiales no parece gastar ni un ápice de su fuerza.

Elegir bien aquello en lo que merece la pena escandalizar, gritar, sublevarse, etc. es algo importante que yo no acabo de descubrir. Me meto en mil charcos y en mil discusiones inútiles que no ganan metros para el Reino. A ver si poco a poco y con la ayuda de Dios voy ganando en sabiduría.

Un abrazo fraterno

Para que, cuando llegue la hora, os acordéis… (Jn 15,26 – 16,4a)

Estos últimos días me está costando mantener el compromiso de la oración diaria y ésto se refleja en el blog. Las entradas se han espaciado y, lejos de haber dejado de interesarme, lo que pasa es que no doy sacado tiempo para todo o, más bien, no doy tenido la cabeza y el espíritu en tantas cosas.

La irrupción de nuevo de los estudios en mi vida y de una nueva etapa universitaria viene han configurado mi tiempo y mi energía de manera distinta. Me embarga la ilusión y tengo ganas de sacar esos estudios en los que me he embarcado. Las sensaciones son buenas y el Espíritu sopla con cariño proveyéndome de fuerzas para afrontar esta etapa con un mínimo de garantías. Y la energía se me está yendo por ahí ahora. Todavía no he sido capaz de meterlo todo en la vida de manera natural y de tocar los pedales, al mismo tiempo de girar el volante, mirando al frente y estando atento a las señales que bordean la calzada… Supongo que lo conseguiré pero ahora ésta es mi realidad.

El Evangelio de hoy viene con la tarea de prevenir, de prevenir dificultades. Bien. Pero yo ahora necesito disfrutar y saborear las ganas y la ilusión con las que me he llenado. Cuando lleguen «las vacas flacas» ya sufriremos. Llegarán. ¿Pero por qué amargar el momento actual con oscuros futuribles?

Un abrazo fraterno

Lo que has acumulado, ¿de quién será? (Lc 12, 13-21)

¿Cuáles son mis bienes? ¿Qué es aquello que puede tender a acumular? Dios me invita a no ser simplista en mi análisis. Voy a destacar el tiempo, la energía y mis conocimientos.

El tiempo es fácilmente acumulable. Realmente el día da para mucho. Aunque nos quejemos de que no hay tiempo para nada la verdad es que nos engañamos. Dios me llama a seguir gastando mi tiempo, sobre todo, con los demás. Gastar mi tiempo con mi mujer y mis hijos. Gastar mi tiempo con mi comunidad. Gastar tiempo en llevar a cabo la misión, con jóvenes y niños. Gastar tiempo en formarme. Gastar tiempo en conocer más Dios. ¿Para qué me serviría el tiempo si no lo gastara? Pero ¡ojo! La invitación es a gastarlo, NO a desperdiciarlo. Desperdiciar el tiempo implica que no es gastado, ¡eso no vale! Aquí tengo que cerrar agujeros… ¡Hay tantos que necesitan que siga gastando más tiempo en ellos!
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La energía también hay que gastarla. Muchas veces me quejo de que estoy en mínimos, de que no se puede vivir así pero creo que Dios me invita a eso. A no vivir lleno de energía para nadie, para nada. Dios me invita a gastarla toda y luego a repostar para seguir gastando. Un depósito que no llega casi nunca a reserva es un depósito sin sentido. Dios cumple sus promesas y nos cuida. ¡Pero nosotros también debemos hacerlo! Para gastar hay que repostar. ¡Ojo! Parada en el camino. Aquí mi comunidad ejerce un papel clave, y mi mujer y la oración diaria…

Y los conocimientos… ¿Para qué leo? ¿Para qué me formo? ¿Para qué estudio? ¿Para saber cada vez más y más y más y más…? Hay que gastar los conocimientos. Eso no implica perderlos, al contrario. Puedo ayudar a muchos con lo que sé. Puedo ser bastón de muchos. Puedo abrir puertas y posibilidades. ¿Quién puede beneficiarse de lo que sé? ¡A buscar! Seguro que Dios ya me va poniendo en el camino posibles receptores… ¡Estar atento!

Acumular… ¡qué verbo más feo!

Un abrazo fraterno