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Evangelio para jóvenes – #Cuaresma2024 – Viernes 3º Ciclo B

No tendrás un dios extraño,
no adorarás un dios extranjero;
yo soy el Señor, Dios tuyo,
que te saqué del país de Egipto.

¡Ojalá me escuchase mi pueblo
y caminase Israel por mi camino!
Los alimentaría con flor de harina,
los saciaría con miel silvestre».

Sal 80

Esta Cuaresma es tiempo para que pienses en todos esos dioses a los que adoras. ¿Qué dioses? Es dios todo aquello a lo que rindes culto, todo aquello a lo que le das las riendas de tu vida, todo aquello que te gobierna, que mueve tus decisiones y tus elecciones, todo aquello en lo que confías. ¿Tu cuerpo? ¿El bienestar físico? ¿La diversión? ¿Una religión vacía de fe? ¿Los estudios? ¿El dinero? ¿El sexo? ¿Tu aspecto? ¿El móvil? ¿La popularidad? ¿La política? Tú sabrás.

El Dios de Abrahán y Jacob, el Dios de Jesús de Nazaret, viene hoy a decirte que te equivocas adorando a todos esos falsos dioses. La prueba es que no acaban de darte la felicidad de verdad, y lo sabes. Ojalá escuchases. Ojalá te giraras hacia el el Señor. Quedarías lleno, saciado, a gusto. ¿No te lo crees? Prueba.

Evangelio para jóvenes – #Cuaresma2024 – Lunes 1º Ciclo B

Los mandatos del Señor son rectos
y alegran el corazón;
la norma del Señor es límpida
y da luz a los ojos.
Sal 18

Piensas que todo lo que viene de Dios y de la Iglesia es algo «contra» ti, algo que limita, que priva, que corrige, que prohíbe… y vives con tensión alguno de los mandatos del Señor. Pero eso es porque no has experimentado de verdad la libertad que supone vivir según Dios, la confianza y la paz que se vive alejado de las esclavitudes de tu entorno, de tu mundo. ¿O es que te crees que eres libre y que Dios te quiere esclavo? Es justo al revés.

Dios te ama y sólo desea que viva en plenitud. No le gusta que te conformes con migajas…

Dios libera, no esclaviza (Mt 12,1-8)

Llevamos el cumplimiento de la Ley en nuestras venas. Al menos yo la lleva. La enseñanza religiosa hace unos años, tanto en casa como en el colegio o en la iglesia, se centraba en aprender los diez mandamientos, los mandamientos de nuestra madre Iglesia, las obras de misericordia… Ciertamente hoy nos hemos ido al otro extremo, porque casi nadie sabe nada. Pero el caso es que me cuesta ir más allá de la ley.

Creo en un Dios que, por activa y por pasiva, nos ha dicho que no quiere sacrificios, que quiere misericordia. Un Dios que ha venido a liberarnos y no a esclavizarnos. ¿Por qué la imagen de Dios y de su Iglesia sigue siendo, sobre todo entre los jóvenes, tan coercitiva? Parece que creer es, sencillamente, una lista de cosas que no puedes hacer, Algo hemos hecho mal.

La ley es una guía, un camino privilegiado que el mismo Dios nos ha enseñado. Y a la vez, la misericordia está por encima. Porque una ley sin misericordia es un auténtico fastidio. Así que cuidado con emitir juicios legalistas, cuidado con remitir a la ley sin piedad, cuidado con pensar que uno cumple mientras su corazón está lleno de rencor, odio, vicio…

Dios nos quiere libres, no esclavos.

Un abrazo fraterno – @scasanovam

… y se fue triste (Mc 10, 17-27)

Recuerdo una frase que, al escucharla en una tertulia radiofónica, me impactó por su claridad. Estábamos en España en pleno acercamiento del gobierno Zapatero a ETA para sondear las posibilidades de fin del terrorismo vasco. Y recuerdo la crítica de un tertuliano al ansia de paz del presidente: «No es paz lo que queremos SINO LIBERTAD. La paz sin libertad no es nada.» Tremendamente contundente y clarividente.

El Evangelio de hoy es uno de los que más me sobrecogen. Soy capaz de sentir esa tristeza del joven rico al descubrirse falto de libertad. Es un tristeza árida y expansiva de aquel que quiere ser, que quiere hacer… pero que no es capaz de dejar aquello que se lo impide. ¡Qué horror! Siempre he intentado vivir desapegado porque me horroriza tenerme que dar la vuelta y marcharme triste, de ese modo. Alguna vez lo he experimentado y, seguro, que si me pongo a hacer conscientes todas mis esclavitudes… este sentimiento se agrandará por momentos.

Libertad. Ese es el sueño.

Un abrazo fraterno

Habéis recibido, no un espíritu de esclavitud… (Rm 8, 12-17)

A veces siento que soy como ese jefe de la sinagoga del Evangelio. A veces me siento esclavo de esa actitud tan mía de poner pegas a todo, de estar continuamente buscando problemas a lo que los demás hacen con toda su buena intención y que, posiblemente, hacen bien. Me repito una y otra que no quiero ser así, que la prósima vez será diferente pero cuando llega el momento algo puede más que mi deseo y me lanzo una vez más a destruir. Suena un poco fuerte e igual no lo es tanto pero quien lo sufré debe estar cansado de recibir mis continuas correcciones, comentarios y reproches.

Estoy llamado a ser HIJO y no esclavo. Estoy llamado a la libertad y no a las cadenas. En esto todavía soy un esclavo. En otras cosas, en cambio, siento que he avanzado enormemente en ese «sentirme hijo». Mi relación con el padre ha madurado y ha ido dejando de ser una relación vertical, jerárquica, temerosa y disciplinada para ser una relación horizontal, de confianza, de conocimiento mutuo, alegre y espontánea. De eso estoy contento.

 Un abrazo fraterno

Al que mucho se le dio, mucho se le exigirá (Lc 12, 39-48)

esclavo.gifEs de justicia no tratar a todos igual. Dios es misericordioso y ¡justo! No puede tratarnos a todos igual. No nos exige a todos lo mismo.

 Ésto que es para muchos una gran excusa para siempre echar balones fuera y condenar a aquellos que según ellos están por encima, para mi es una tremenda interpelación. No me considero mejor que nadie, ni más que nadie, ni más seguidor que nadie. Pero sí soy consciente de los dones recibidos. Soy consciente del uso que les doy. Soy consciente de que mucho se me ha dado: desde una familia, estudios, dinero y medios suficientes, posibilidades de crecimiento personal, el don de la confianza, el de la fortaleza, el de la alegría, el de la fidelidad, una mente cualificada, un cuerpo completo, una conciencia trabajada…

San Pablo dice en la primera lectura que quien se entrega a Dios de verdad y se libera… pasa a ser ESCLAVO de la justicia. ¡Qué fuerte! Toda la vida luchando por ser libre para acabar siendo esclavo… ¡Pero qué brutal! No sé muy bien cómo expresarlo pero siento qué significa. Me queda por llegar ahí. Pero voy creciendo en ello. Porque hay pasos que ya no tienen marcha atrás, ni pueden tenerla.

 Un abrazo fraterno