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Cuando parece que Dios duerme (Mt 8,23-27)

Paso unos días de estos de no entender casi nada. El desconcierto preside mucha de la realidad que me rodea y me cuesta situarme. Es la misma sensación que la de aquellos discípulos que, subidos a la barca con Jesús, empiezan a sentir que el temporal llega… y Jesús duerme.

A veces me pregunto qué es lo que realmente querrá el Señor de mí. Es como un continuo responder a una fuerte llamada y darme de bruces con la realidad. Una mezcla de aspiración y fracaso, de energía y frustración, de expectativa y decepción… que me resulta terrible. Y silencio.

Haciendo caso a Jesús sólo me toca pedir fe. Fe porque el Padre me conoce. Fe porque el Padre me salva. Fe porque, aunque los planes y las seguridades caigan a cada paso, Él sostiene mi vida y me encamina hacia nuevos senderos. Aunque todo esto yo lo diga ahora con mi cabeza…

Un abrazo fraterno – @scasanovam