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El firmamento pregona la obra de sus manos (Sal 18)

Este pasado fin de semana lo pasé en Torremenga, Cáceres; en una casita rural encantadora. Y tuve el placer inmenso de admirar algo que se nos ha robado: el cielo y las estrellas. No es nada fácil poder disfrutar de la oscuridad suficiente para observar cada punto de luz, cada figura celeste, cada beso luminoso del Padre. Ver un cielo estrellado es encontrarse cara a cara con Dios, tan detallista Él, tan en las pequeñas cosas.

Y si además todo esto se hace junto a quien más quieres, mejor.

Un abrazo fraterno

El firmamento pregona la obra de sus manos (Sal 18)

Me ha encantado el salmo de hoy. Poesía en estado puro. Y me he quedado con esa imagen del firmamento como apóstol, como testigo del Padre. Sin hablar, sin hacer resonar la voz… Es el apostolado discreto y silencioso del firmamento.

Este fin de semana, a propósito del bautizo de mi hija, comentaba con mi madre la labor del párroco que la bautizó. Su apostolado es similar al del firmamento. No trata de convencer, ni de moralizar. No trata de corregir ni de culpabilizar. No habla mucho de Dios porque su tiempo lo emplea en ser imagen de Él. Cercano, cariñoso, humano, dulce, comprensivo. Se dedica a escuchar y a acoger y sabe llegar al corazón desde su vida y no desde su boca.

Yo soy un apasionado de la palabra y me cuesta aceptar esa sentencia de Exupery en «El principito»: «La palabra es fuente de malentendidos». Pero en cuestión de Dios el tema está claro. Mejor apóstol es el firmamento que muchos de los que se pasan la vida hablando de Dios.

Un abrazo fraterno

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