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En mi debilidad, me haces fuerte (II Cor 12,7b-10)

En mi debilidad me haces fuerte. Inmediatamente me viene la canción de Brtoes de Olivo a la mente y, con ella, muchos momentos en los que encontré fortaleza al cantarla y orarla.

Tenemos muy infravalorada nuestra propia debilidad. Es más, la escondemos. En el mundo de hoy, hay que ser fuerte y, si no lo eres, al menos tienes que parecerlo. Avergüenza confesar las propias debilidades. Da mal rollo reconocer los propios fracasos. Se mira mal al que descubre que las fuerzas le fallan y que no puede solo. Y así vamos viviendo día tras día, en una esquizofrenia colectiva que nos destroza por dentro. La imagen que damos se va distanciando de lo que somos realmente y la herida y el miedo a que descubran lo que soy en realidad… se hacen cada vez más grandes.

Y es que nos hemos olvidado de Dios. En una sociedad donde Dios no existe, evidentemente cae sobre los hombros de cada uno el resultado y el sentido de una vida. Si triunfas, bien. Si fracasas, es mejor morirse. Sin Dios, nos hemos quedado solos, huérfanos, en medio de un lago helado a punto de quebrarse.

Pablo, en cambio, ha conseguido experimentar en su vida lo contrario. Da gracias por su debilidad porque sabe que es ahí donde la gracia de Dios sobreabunda y donde ya no depende todo de uno. ¡Y cómo descarga de peso experimentar eso! ¡Y cómo cura! ¡Y cómo sana! ¡Y cómo descansa!

Tú y yo también lo podemos empezar a hacer. Mirando al Cristo de la cruz y diciéndole que no, que no puedes, que no consigues todo, que fracasas, que tienes miedo, dudas, frío. Y ahí, en esa intimidad del desamparo, Dios obra su mayor milagro, el milagro de un amor encarnado y abajado, el amor del Dios de Jesús que arropa a todo crucificado desde su propia cruz para luego resucitarlo en Él.

Un abrazo fraterno – @scasanovam

 

Al Señor no le cansa que le digamos TE AMO

Aprender las cosas de memoria está muy devaluado hoy en día. Aquellos que aprendimos oraciones a golpe de memorizarlas y que sacamos notazas en exámenes a golpe de sabernos la lección al dedillo… sabemos que, aunque es verdad que las cosas hay que razonarlas y encontrarles el sentido, no es malo saberse unos cuantos principios de manera automática. Hoy leyendo el salmo me he acordado de esto.

Voy a intentar repetirme estas palabras del salmo cada mañana, incluso en cada bendición de la mesa, en cada oración de la noche con mis hijos… No creo que haga ningún mal, tal vez lo contrario:

«YO TE AMO, SEÑOR; TÚ ERES MI FORTALEZA;
SEÑOR, MI ROCA, MI ALCÁZAR, MI LIBERTADOR.»

Es una declaración de amor en toda regla. ¡Y lo dice de manera expresa! Si yo fuera el Señor, me encantaría que me lo repitieran muchas veces: yo te amo, Señor…

Mi fortaleza, donde vivo bajo su protección; donde bajo sus muros me siento seguro.

Mi roca, donde edifico aquello que soy, mi vida, mis sueños, mi familia, lo mejor que tengo.

Mi alcázar, inexpugnable en las batallas duras de la vida, inalcanzable para el enemigo.

Mi libertador, Aquel que dio su vida por mi, que me recogió del fango, que sanó mis heridas, que murió en la cruz por mis pecados.

Empiezo el día, repitiéndolo de nuevo. Y mañana lo comenzaré igual…

Así sea.

¿Quién eres? (Jn 1, 19-28)

«Esto sucedía en Betania…»

 Ciertamente sigue sucediendo en Betania, mi comunidad. Tal vez sea una de las más importantes preguntas que la comunidad ha suscitado en mi. Tal vez sea uno de los interrogantes claves en mi caminar hacia Cristo, hacia la mejor construcción del Reino y hacia mi mayor felicidad. Es, con seguridad, uno de los más importantes tesoros de este pasado 2007 y de alguno ya de los meses que lo precedieron.

¿Quién soy? «Yo soy la voz que grita en el desierto: allanad el camino del Señor» responde Juan Bautista a la multitud que le interpelaba. ¡Qué manera tan brutal de definirse! Yo soy incapaz de responder a esa pregunta de una manera tan breve. La brevedad no es uno de mis dones. Necesito hablarlo, escupirlo, decirlo mientras lo pienso y lo rumío, dar sonido a todo lo que entra sale de mi mente y de mi corazón por inconexo que parezca…
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Yo soy un hijo de Dios, creado a su imagen y semejanza al que le han sido concedidos varios dones de incalculable valor y responsabilidad y que continúa descubriéndose y recreándose continuamente. Soy miedoso y aparento más autoestima de la que tengo en realidad. Apasionado de la música, soy capaz de volar entre las notas hacia los lugares más hermosos del planeta y verme haciendo mucho de lo que me hubiera gustado hacer. Abierto al mundo y a los demás, afable y de conversación variada. Soy amante y amado, hermano y amigo. De mal reconocida vulnerabilidad, disfrutador nato. Cristiano laico y nuevo en el arte de disfrutar lo pequeño. Alegre y fiel. Un débil con fortaleza. Una voz cascada que anima a vivir.

Qué largo. Ya lo avisé. Imposible en una frase profética… También soy esto… ¡Feliz 2008!

Un abrazo fraterno y disculpas por la ausencia. Mucho trabajo. Mucho que hacer en casa con la familia.