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Evangelio para jóvenes – Domingo 20º del Tiempo Ordinario Ciclo C

Desde que nos hemos comprado la casita en Salamanca a la que vamos los fines de semana, una de las actividades que nos provoca más placer, en invierno se entiende, es encender la chimenea. Es todo un ritual que hemos ido aprendiendo y que, ahora, ya dominamos sin esfuerzo. La chimenea cumple la función de dar calor, luz, y de generar un ambiente que invite a acercarse a ella y a compartir vida sin muchas pretensiones más. ¿Hay algo más necesario y recomendable que una buena fogata en una noche de frío invierno? . Leamos el evangelio de hoy [Lc 12,49-53]:

En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos:
«He venido a prender fuego a la tierra, ¡y cuánto deseo que ya esté ardiendo! Con un bautismo tengo que ser bautizado, ¡y qué angustia sufro hasta que se cumpla!
¿Pensáis que he venido a traer paz a la tierra? No, sino división. Desde ahora estarán divididos cinco en una casa: tres contra dos y dos contra tres; estarán divididos el padre contra el hijo y el hijo contra el padre, la madre contra la hija y la hija contra la madre, la suegra contra su nuera y la nuera contra la suegra».

Cuesta recibir este evangelio en estas fechas. Estamos tan hasta las narices del calor, de las altas temperaturas, de los incendios forestales y de la sequía, que nos produce cierto rechazo eso de que Jesús quiera «prender fuego a la tierra». Pero si hacemos un esfuerzo, podemos entender que un corazón que vive, que late y que siente, es un corazón «caliente», «encendido», y que un corazón frío es, sencillamente, un corazón muerto. Te doy tres pistas para hoy:

  • «Fuego» – El fuego es un elemento regenerador en la naturaleza. Lo estudiamos, también, como uno de los grandes avances de la Prehistoria: aprender a prender fuego permitió a la humanidad avanzar en su desarrollo. El fuego calienta, el fuego ilumina, el fuego convierte el combustible es generador de vida y energía. Ojalá nuestro corazón, nuestra vida, sea un buen combustible. Yo quiero ayudar a Jesús a hacer de mi vida una gran antorcha. ¿Crees que tu corazón prende rápidamente con el mensaje de Jesús? ¿Te cuesta encenderlo? ¿Se habrá humedecido con tristezas, desesperanzas, deseos banales…? ¿Lo tendrás demasiado protegido con una vida llena de comodidades y apetencias?
  • «Paz» – ¿Qué entenderá Jesús por PAZ para decir que él no ha venido a traer paz a la tierra sino división? Suena raro. Pero tal vez es más real que lo que te crees. Hay que gente que afirma que Jesús, la religión, le da paz y eleva la paz como el bien supremo. «Lo importante es estar en paz, vivir con paz…» dicen muchos… ¿Y si no fuera así? ¿Y si seguir Jesús no es tan «idílico»? ¿Y si su mensaje y sus propuestas chocan de frente con algunas cosas que quieres o deseas? ¿Y si su manera de entender la vida choca con la tuya? ¿Y si te pide cosas a las que no estás dispuesto, dispuesta, a renunciar? ¿Y si seguirle y ser fiel a su mensaje te trae problemas, de separa de personas queridas, te genera tensiones, distancia e incomprensiones?
  • «División y familia» – Jesús elige un ejemplo de división bastante duro: la división en tu propia familia. Toca otro de nuestros «bienes supremos»: la familia. «La familia es intocable, la familia es lo más importante, la familia…» dicen otros tantos. ¿Y si no fuera así? Todos los discípulos que siguieron a Jesús aquellos tres años tuvieron que dejar sus casas y separarse de familias, trabajos y amigos. ¿Y si Jesús lo que te está diciendo es: YO SOY EL BIEN SUPREMO? ¿Y si Jesús quiere ser sencillamente EL NÚMERO UNO en ese corazón que tienes tan dividido y repartido?

Evangelio tenso el de hoy, inquietante, carente de dulzura y cargado de exigencia. Nos deja revueltos, a mí al menos. Nos dejan pensando y sintiendo. Nos genera emociones diversas y contrapuestas. Bienvenida sea esa intranquilidad. Ojalá más veces nos pasara eso de acudir a la Palabra y salir removidos. Jesús calma a veces y remueve otras. Siempre toca el corazón… ¿Siempre? Ojalá. Ponte delante de él y cuéntale cómo recibes esta palabra. Confianza absoluta. Nada hay que disimular.

Un abrazo fraterno

Santi Casanova

La chispa que prende el fuego (Lc 12,49-53)

El fuego no es tibio. Arde. Quema. Calienta. Ilumina. El fuego no sabe ser otra cosa más que fuego. Asume los riesgos de su virulencia. Ni mide, ni calcula, ni contemporiza, ni se conforma.

Sorprende un poco ver y escuchar a un Jesús tan apasionado, tan lanzado, tan poco «celestial». Es un lenguaje terreno, diría que duro o, al menos, incómodo. Es el Jesús que no deja indiferente, que arrastra y hace enemigos a la par, que obliga a definirse y a situarse. Es el Jesús que pregunta si fuego de verdad o si fuego de artificio, muy aparente pero poco real.

En mí cada vez detecto que prende más el Evangelio apasionado de Cristo. Cada vez apuesto más fuerte, cada vez me molestan más las dobles caras, los discursos ambiguos, los falsos rostros, los sí pero no. Conmigo que no cuenten. Las consecuencias están ahí. Te miran con desdén, algunos con desprecio, otros con ganas de perderte de vista cuanto antes. Te granjeas mala fama, fama de excesivo, de radical, de insensible, de exento de delicadeza. Puede ser, lo reconozco. Pero, a la vez, sí, me siento fuego, con ganas de prender y cuestionar, de sacar a la luz, de dejar ya de jugar a pasatiempos carnavalescos.

Quiero ser chispa, como tú, Maestro, chispa que lo prenda todo.

Un abrazo fraterno – @scasanovam

Fuego y calor, bendecid al Señor (Dn 3, 62-67)

vela_consumiendose.jpgHoy he orado mirando a una gran vela amarilla encendida. Me es fácil orar centrándome en el quemar de la vela. La mecha, la llama, la cera fundida, las caprichosas formas creadas… todo me lleva a Dios.

Este Adviento que se aproxima deseo que sea un tiempo de bendición. Tiempo de bendecir al Señor. Tiempo de bendecir a mi familia. Tiempo de bendecirnos. Tiempo de bendecir a los hermanos.

Con el invierno a las puertas… y mirando la vela… ¡Fuego y calor, bendecid al Señor!

Un abrazo fraterno