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Promesa a un papá atribulado #mioracióndehoy

El Evangelio de hoy es duro, muy duro. Y conocido, muy conocido. Así que mi oración de hoy la he centrado en el salmo.

¡Qué preciosidad de salmo! ¡Me viene al pelo para empezar con fuerza este curso nuevo que se avecina con sus dificultades y sus retos! Habla del temor de Dios y de los frutos que tendrá quién teme. ¡Temor de Dios! Es, sin duda, una expresión que no se lleva y que produce, así a primeras, sentimientos agridulces. Cuando la entendí, hace ya algún tiempo, ¡me pareció tan bonito lo que expresa! El santo temor de Dios es el temor a quedarnos sin Él, a separarnos de su presencia, a hacer la vida a sus espaldas.Por eso ¡hay que temer! ¡Hay que mantener ese temor siempre encendido! La promesa del salmo es palabra del Padre: pégate a Dios, protégelo, cuida su presencia en tu vida, camina sus caminos… y los frutos serán abundantes.

El Señor me ha regalado el don de confiar en su Palabra y yo, leo esto, y me lo creo tan en lo profundo que llena mi alma de paz. Me anima a seguir construyendo mi familia, con sus dificultades y sufrimientos. Me anima a seguir enseñando la fe a mis hijos. Me anima a seguir luchando por crecer en amor en mi matrimonio. Me anima a seguir mirando al prójimo y responder a sus necesidades. Me anima a vivir austero y cercano al pobre. Me anima a rechazar mucho bienestar del mundo e invertir en bienestar eterno. Me anima a terminar mi carrera y luchar por mi vocación. Me anima a orar con perseverancia y a asistir a la Eucaristía. Me anima a poner mi vida en sus manos… ¿Hay mayor bendición que esta? Lo rezo y se minimizan las preocupaciones. No sé cómo pagar esa operación dental, ni si llegará el dinero para la flauta travesera del niño, ni si acertaremos en los detalles de la educación del día a día… Todo queda en sus manos. 

Como la primera lectura, repito para terminar «que el Señor de la paz nos dé la paz siempre y en todo lugar». La necesitamos.

Un abrazo fraterno

¿Cansancio? ¿Miedo? ¿Desconsuelo? Jesús #mioracióndehoy

Es fácil descentrarse. ¡El día a día es tan complicado! ¡Hay tantas cosas que hacer! Para un papá trabajador como yo, viviendo en una ciudad como Madrid, al día le faltan horas si uno quiere hacer todo lo que quisiera. Los hijos, sus colegios, las tareas, los estudios a su lado, las idas y venidas, hacer la compra, la lavadora, tener la casa recogida, un ratito para descansar y encontrarme con mi mujer, el trabajo, los viajes… y luego todo el tiempo dedicado a los demás y a la evangelización… Parece imposible. Y lo es. Y el problema es que en toda esta vorágine a veces acabo desprendiéndome de aquello más importante.

Hoy me lo recuerda S. Pablo en su carta. Él habla de buscar a Jesús, de poner en el centro su Evangelio, de buscar en Él consuelo y fuerzas. ¡Qué necesitado de fuerzas estoy tantas veces y qué poco le busco! ¡Cuántas veces pienso que estoy siguiéndole y lo que estoy es inmerso en una vorágine personal de compromisos, acciones, respuestas…! ¡Cuántas veces afronto el futuro con desánimo, incertidumbre, miedo…! Signos, todos ellos, de haberle soltado la mano al Maestro…

Ayer celebré en fraternidad la festividad de S. José de Calasanz. Laicos y religiosos juntos, compartiendo carisma y misión, mirando al Fundador e intentando ser santos, como él lo fue. Su secreto fue, tal vez, no perder ese centro. Jesús, Jesús, Jesús. Y María para llegar a Él. Y oídos para escuchar al Espíritu y pies para seguirle allí dondequiera que nos lleve.Así sea yo, Padre.

Un abrazo fraterno

Acción de gracias llena de dolor #mioracióndehoy

Leo las lecturas de hoy y veo que el Señor trae lo importante a escena en esta vuelta de verano. He seguido, y lo sigo haciendo, con inquietud, preocupación y dolor las noticias que llegan de Irak. No es el único lugar donde suceden estas atrocidades, limpieza étnica y religiosa, Tal vez su posición en el tablero geopolítico y su protagonismo en los últimos años, hacen de Irak un objetivo de los medios de comunicación. Lo cierto es que hay lugares de África, como República Centroafricana o Nigeria, donde estos actos vienen siendo constantes. Parece que África no consigue entrar en los periódicos si no es por un mundial de fútbol o la «primavera árabe» de los países más «occidentalizados».

La carta a los Tesalonicenses es una llamada a mirar a estos hermanos nuestros, perseguidos y masacrados, y dar gracias a Dios por ellos. Es su fe la que hoy nos sostiene a todos. Es su sacrificio el que alimenta la Iglesia de hoy y de mañana. Como dice la Palabra «es deber nuestro dar gracias».

Un sentimiento difícil de manejar presento hoy ante el Padre. ¡Me resulta tan fácil dar gracias por estos hermanos mirando su martirio desde lejos! ¡Me parece hasta inhumano, hasta frívolo! Ver cómo mueren, cómo acaban con sus vidas… y luego dar gracias en mi oración, sin más… me cuesta tragarlo Padre. ¡¿Dónde estás?! ¡¿Por qué no acudes al auxilio de estos hijos tuyos?! ¡¿Es necesario todo este sufrimiento?! A la par me siento un privilegiado, alguien que no puede albergar la queja en su boca ni en su corazón. Como padre, además, siento que dar gracias a Dios cada mañana es de los mejores legados que puedo dejarles a mis hijos.

Se acaba el verano y todo vuelve a su cauce, al menos para algunos. Otros hermanos simplemente miran al cielo y luchan por sobrevivir un día más…

Un abrazo fraterno

Estoy enamorado #loveisintheair

El Señor me corteja y yo me dejo. No ofrezco resistencia. Me dejo engatusar. Él sabe lo que me gusta. Su dulzura y su calor lo empapan todo. Estoy enamorado y este amor me abrasa. No hay rincón donde no le vea a Él. No hay segundo que no le eche de menos. No hay instante donde no piense en Él.

 

Yo soy Tomás. Tú eres Tomás. #únicos

Un día escuché una catequesis con este texto de Tomás, y otros, de fondo. Me quedó grabada. Jesús siempre trata a cada uno de manera distinta. Nos conoce y Él se presenta a nosotros y quiere nuestro amor personal y único. Por eso los caminos de fe son tan diversos y tenemos que respetarlos tanto.

Tiene pinta que Tomás era bastante racional. Jesús lo respeta y no pretende que sea quién no es. Jesús se presenta a Él con sus heridas de clavos y lanza y se las ofrece para que «toque», para que «compruebe» que es Jesús, el Maestro crucificado en Jerusalén.

Otros tal vez no lo necesitaron. Otros necesitaron escuchar su nombre de boca del Mestro, como la Magdalena, para reconocerlo. Tomás necesitaba esto y Jesús se lo da. Y a partir de ahí, la vida de fe de Tomás cambiará para siempre.

Jesús me conoce, me respeta, me quiere como soy en lo profundo. Y viene a mí con humildad. Se abaja. ¡Qué grandeza la de mi Dios! ¿Hago yo lo mismo como creyente, como catequista, como padre, como amigo? Ahí queda.

Un abrazo fraterno

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Al mal, ni agua #sinpiedad

Al mal, ni agua. Esa es la conclusión que me llevo después de leer la Palabra de hoy. Ni agua. Lejos, como hace Jesús, que no se mantiene inalterable al cruzarse con el mal. Jesús no sólo hace el bien sino que combate el mal. No es lo mismo.

La primera lectura nos lo deja más claro: haz el bien y odia el mal. A Dios es difícil es engañarle. Que el mal nos engañe a nosotros es fácil. Al menos a mí me pasa. Me dejo engatusar, enredar, liar… me dejo engañar por ese mal vestido de bien, disfrazado de algo positivo, placentero y ¡hasta necesario! Dios se debe de poner negro cuando ve lo «facilón» que soy a veces. No es un juego. La primera frase de la lectura es determinante: «haz el bien y vivirás». ¡Cuánto nos quejamos a veces de lo desgraciados que somos, de lo mal que nos salen las cosas, de toda la felicidad que nos falta, de no sentirnos llenos y plenos! La solución está dada hace ya mucho tiempo: haz el bien y odia el mal. Pero ni caso. No nos lo creemos. Preferimos pensar que el azar, el dinero, el nivel social, las personas, el placer, una casa grande, un sueldo mejor… nos harán más felices. Parece que no es así.

Al mal, ni agua. Ni una gota.

Un abrazo fraterno

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¿Miedo a las tempestades? #tengomiedo

A todos nos llega la tempestad. Es la climatología. En la vida, hay días de calor, de frío, de viento, sequías, lluvias… y tempestades. La tempestad es esa época donde se ponen a prueba los cimientos, donde hay cosas que se lleva el viento, donde hay que amarrar bien aquello que no queremos que se lleve, donde es imposible pasear y es recomendable quedarse en casa unos días, hasta que escampe. La tempestad es extrema, con vientos fuertes y lluvias abundantes.

¿Hay que tener miedo a las tempestades vitales? Depende. El miedo es libre y, posiblemente, como pequeños y débiles que somos, aparecerá. Yo tengo miedo muchas veces. El Señor, el mismo que iba en aquella barca con los apóstoles, me llamaría cobarde.  Si Él está, nada tengo que temer. Si acudo a Él, si me aferro a Él, si me abandono a Él, nada podrá la tempestad, por mucho que se mueva la barca, la casa, la vida. Si Él no está… prefiero no imaginarlo.

¡Y cuidado! La tempestad no siempre tiene connotaciones negativas. En mi vida, empezar a trabajar fue una tempestad, casarme fue otra tempestad, la llegada de los hijos fue otra tempestad, etc, etc, etc. Quiero decir que la vida tiembla en muchas ocasiones, que el viento sopla muy fuerte más a menudo de lo que creemos… porque hay momentos vitales, negativos y positivos, con una descarga de fuerza brutal, fuerza que pone todo lo ya asentado en vilo.

Jesús. Eso es lo primero que tengo que proteger, amarrar y asegurar.

Un abrazo fraterno

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¡Atención los que olvidáis a Dios! #atención

Conozco personas, más y menos cercanas, que expresan más de una vez su disgusto con el Antiguo Testamento y con el «Dios castigador» que se hace presente en él. Estoy por asegurar que la lectura de hoy del profeta Amós les desagradará. Es terrible y, no por ello, lejana en el tiempo.

Dios no debe estar contento con el mundo que vivimos hoy en día. Y es curioso que apartarle a Él de escena no es lo que parece dolerle más, sólo hay que leer a Amós con atención. ¿Qué hace este mundo con el pobre? ¿Qué hacemos con los desvalidos, con los niños, con los ancianos, con los no nacidos, con los que no producen, con los que no aportan al sistema? ¿En qué hemos convertido el sexo? ¿Qué hacemos con el dinero? ¿Dónde hemos dejado a Dios? Niños soldado, vagabundos y chabolas a las puertas de grandes boutiques, muertos de hambre y de frío, campos de refugiados, vallas, fronteras… Dios es deshauciado día sí y día también de este mundo, su casa.

¿Dios no puede enfadarse? ¿Dios no puede perder la paciencia por momentos? ¿No puede un padre compatibilizar su amor incondicional con dejar al hijo que se enfrente a las consecuencias de sus acciones? «Atención los que olvidáis a Dios» dice el Salmo… Atención…

El mundo ha olvidado a Dios. Es tiempo de recuperar la memoria. Empezando la tarea de puertas adentro. Yo también le giro la cara en ocasiones. Seamos imágenes vivas de Él. Que el mundo nos mire y le vea. Y el recuerdo volverá.

Un abrazo fraterno

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Pablo Iglesias, el Evangelio y los sistemas de medida

Mi hijo estudió este año las unidades de medida. Se pasó el curso haciendo equivalencias, cambios de unidades, etc. La clave de cualquier sistema de medida es su medida de referencia. El metro, el gramo, el segundo… lo que sea. Es algo invariable y alrededor del cual se construye el sistema. Si la base fuera voluble… difícilmente se podría medir nada.

En nuestras relaciones, inevitablemente, también aplicamos sistemas de medida. Hay personas que ponen el listón muy alto y otros se ponen una referencia de pequeñas dimensiones. El Evangelio de hoy nos vuelve a recordar la clave del sistema de medida: la referencia es inmutable. Si el listón es alto lo será también para mí. Si el listón es benévolo, lo será también para mí. Lo que no puede es cambiar.

Y justamente hoy esto viene al pelo ante la irrupción sufrida por el dirigente de PODEMOS, Pablo Iglesias, en su conferencia de esta mañana en el hotel Ritz. He leído, con desagrado, comentarios de tuiteros católicos, hartos de condenar esas acciones cuando somos los cristianos, políticos del PP, etc. quienes las sufrimos, pero incapaces hoy de utilizar la misma medida con Pablo Iglesias… Me produce tristeza. Cuidado con las medidas y las referencias que luego nos pasan factura…

Un abrazo fraterno

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Aquí ¿quién pone la otra mejilla? #granpregunta

«NO HAGÁIS FRENTE AL QUE OS AGRAVIA»

Así comienza el Evangelio de hoy. Me reafirma en muchas cosas. Es la verdad. Podría decir otra cosa pero es lo que siento. Siento que hoy, el Señor, me anima a seguir comportándome de la misma manera ante ciertos agravios en esta España nuestra. A algunos, mi silencio les parece una falta de compromiso. A otros, miedo. Otros no entienden que no colabore en defendernos… No sé… Yo siento que hoy, el Señor, me entiende y que yo intento hacer vida esta Palabra suya.

Estoy harto de recogidas de firmas, de exigencias de respeto, de campañas defensivas… ¿Quién pone la otra mejilla aquí? ¿Quién ofrece su túnica? Queremos defendernos con las mismas armas de quién nos ataca, aunque las vistamos de otra manera. Nos indignamos y clamamos al cielo porque entran en nuestras iglesias, nos insultan, nos faltan el respeto… ¿Es todo esto peor que los latigazos, que la traición, que la cruz? ¿Cómo respondió nuestro Señor a la injusticia del pecado que se vertía sobre Él?

No es un tema fácil. La frontera es fina. Pero yo, por ahora, lo seguiré rezando y seguiré aceptando.

Un abrazo fraterno

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