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Jesús y la ley. La ley y los hombres. (Mt 5,17-19)

La ley. Siempre la ley. Conflicto sobre conflicto. Coma sobre coma. Cumplimiento tras cumplimiento. Y aquí seguimos. Los que no ven más allá de la ley y los que no ven la ley misma. Polos opuestos que se encuentran en Jesús de Nazaret. Más de dos mil años después, seguimos en disputa.

Jesús habla hoy de dar plenitud a la ley y no dejarla como un checklist que nos sirva para saber qué cumplo y qué no. Si de un checklist se trata, no te esfuerces. Nos va a salir siempre a deber la cuenta. Es lo que no entienden algunos. Siempre nos sale a deber. Porque somos imperfectos, pecadores, débiles, frágiles… Empeñarse en poner delante de algunos la ley para demostrarles lo pecadores que son… nos lleva a situaciones surrealistas. La soberbia y la altanería, el orgullo y el desprecio que muestran muchos cuando hacen esto… quiebra de cuajo el mismo corazón de la ley.

El mismo Jesús no cumplió la ley judía en numerosas ocasiones, la ley de Moisés. Le trajo problemas, no hay más que ver el final. Y agarrándose a esto y a una falsa y pobre idea de misericordia, muchos hacen como si la doctrina y la ley fuera un conjuro de carnaval, un inventito que nada tiene que ver con Dios y su palabra. Y hacen lo que les da la gana, justificando cada acto suyo, vendiendo humo y dando a entender que es más verdadero y libre quien no está sujeto a norma. Falso.

Yo creo que se trata de mirar a Jesús. Y dar plenitud. Y priorizar a la persona. Y la misericordia. Y aprender el espíritu de la ley misma y descubrir el ansia de felicidad de Dios para todo hombre y mujer que la misma ley incluye. ¿Difícil? Sin duda. Aunque cuando uno entra en la espiral del amor… todo es más sencillo.

Un abrazo fraterno – @scasanovam

La Ley sirve para amar mejor, no para cumplir mejor

Algo no hago bien o de algo no me he enterado cuando sigo viviendo parte de la Ley del Señor como una carga y no como un «descanso», como me dice hoy el Salmo. La Ley debería «alegrar el corazón» y si no es así, tal vez, es que no acabo de vivirla en plenitud, como nos planteó Jesús: desde el amor.

La Ley es un peso terrible cuando se vive simplemente como precepto, como «orden», como mandato, sin amor. Es una losa. Así se ha transmitido muchas veces. Puedo decir que así se me ha enseñado muchas veces.

Es verdad que cuando muchos matices los he comenzado a vivir desde el amor, la cosa ha cambiado. La mirada es otra y la manera de vivir, distinta. El foco no se pone en la letra de la Ley sino en el prójimo, en uno mismo y en Dios. No se trata de hacer esto o lo otro porque así se me manda sino de hacerlo porque amo. Si lo hacemos así, podremos recitar el Salmo 18  con ternura y convencimiento. Queda mucho por hacer y mucho por testimoniar lo felices que nos hace cumplir la voluntad de Dios.

Así sea.

Má allá del Imperio de la Ley

Percibo que hay personas que piensan que el cielo se lo van a ganar a golpe de cumplimiento de ley. Qué sorpresa se van a llevar… Jesús vino al mundo para enseñarnos otra cosa, para mostrarnos que el camino no era la Ley sino Él.

Jesús en el centro de toda mi actuación. ¿Qué diría Jesús aquí? ¿Cómo actuaría Jesús allá? ¿Qué haría Jesús ante esta afrenta? ¿Cómo reaccionaría Jesús ante esta acusación? ¿Qué priorizaría Jesús en esta situación? Preguntas que yo intento hacerme día a día para no olvidar que, al final, más allá de la letra de la Ley está la misericordia que nos vino a mostrar el Maestro.

No es fácil. Cumplir cada párrafo de la Ley lo es mucho más. La apuesta por Jesús es una apuesta arriesgada, generará suspicacias y malos entendidos muchas veces. Los puristas de la Ley atacarán… pero, al final, el mundo será un poquito mejor. El mundo, más que nunca, necesita la misericordia del Padre y necesita que haya personas dispuestas a ser sus portadores. Yo quiero ser uno de ellos. En breve comienza el Año Santo de la Misericordia… Mejor ocasión, imposible, ¿no?

Así sea

Ámame amando (Salmo 145)

Amara a Dios y al prójimo. Esa es la Ley. ¿Cómo? Cógete el salmo 145 de hoy y ponlo en lugar bien visible de tu casa. Que su lectura te lleve, poco a poco, a su cumplimiento. Que seamos signo de ese amor de Dios a cada hombre, a cada mujer.

Que mantiene su fidelidad perpetuamente, amar
que hace justicia a los oprimidos,
que da pan a los hambrientos.
El Señor liberta a los cautivos.

El Señor abre los ojos al ciego,.
el Señor endereza a los que ya se doblan,
el Señor ama a los justos.
El Señor guarda a los peregrinos.

Sustenta al huérfano y a la viuda
y trastorna el camino de los malvados.
El Señor reina eternamente, tu Dios, Sión, de edad en edad.

Un abrazo fraterno

El draft del cristiano. ¿Dios es el primero? (Jueces 2, 11-19)

Muy clarificadoras las lecturas de hoy. El Evangelio, de sobra conocido: el joven rico. La primera lectura: tremenda introducción al Evangelio.

Seguir a Jesús no consiste en cumplir una serie de normas sino en haber interiorizado, para luego vivir desde ahí, el espíritu de la Ley: amarás al Señor tu Dios sobre todas las cosas y al prójimo como a ti mismo. En la primera lectura nos lo deja muy claro el Señor: Israel hizo lo que más desagradaba a Dios, abandonarlo e irse con otros dioses, con los dioses paganos. No deja de ser exactamente lo mismo que le pasa al joven rico en el Evangelio: gran cumplidor de normas pero adorador del dios-dinero, adorador y esclavo.

Seguir a Jesús es más difícil de lo que parece. Más difícil y más sencillo, por más que algunos en la Iglesia sigan empeñándose en trasmitirnos este seguimiento como un mero repaso a si cumplo o no cumplo. Evidentemente, no hace falta ser muy listo: cumplir los mandamientos nos acerca al Espíritu de la Ley. Lo curioso es que Jesús los resumió en un solo: el mandamiento del amor y ahí casi nadie se confronta. espirituley

Amar a Dios sobre todas las cosas no es sólo decirlo. ¿Vivo así? ¿Pongo a Dios de primero en todo? ¿A la hora de mis apetencias, de mis decisiones laborales, de mi elección de vida? ¿Respondo a sus llamadas? ¿Pongo en práctica lo que me pide? ¿Soy esclavo de otros dioses paganos y mundanos como la tecnología, el dinero, el poder, el reconocimiento, la clase social, el placer? ¿Voy a verle? ¿Hablo con Él? ¿Le cuido, le mimo, le escucho?

¿Y mi prójimo? ¿Qué hay de mi familia? ¿Todo bien? ¿Y los pobres de mi barrio, de mi edificio, de mi entorno? ¿Salgo a su encuentro? ¿Los visto, los alimento, los dignifico, los amo? ¿O sólo les doy limosna? ¿Dedico tiempo a otros? ¿Está mi vida en clave prójimo? ¿Me involucro en las vidas de los que sufren a mi alrededor? ¿Soy luz para ellos?

Mucho es lo que me sugiere la Palabra de hoy y mucho lo que tengo que revisar. Por lo de pronto, me viene fenomenal en este comienzo laboral tras las vacaciones.

Un abrazo fraterno

Ley vs. Voluntad (Hebreos 10, 1-10)

Que Jesús vino a trascender la Ley y darle una nueva dimensión es algo que, a estas alturas, cuesta comprender que no todos lo tengamos claro. Sigo oyendo amenazas, incluso con niños, que presentan a un Dios castigador e inmisericorde con aquellos que han violado no sé cuántos artículos de la Ley. Fuera circunstancia, fuera contextos, fuera encuentro personal de esos que le gustaban a Jesús… Ley, ley, ley, ley… y jueces, muchos jueces…

No nos acabamos de enterar, tal vez es que no nos interese, que lo que nos pide Jesús es hacer su voluntad en nuestras vidas, día a día. Menos ley y más amor, menos ley y más ponerse delante del Padre y decirle «aquí estoy, haz conmigo lo que quieras».

Como eso nos da vértigo preferimos ser unos perfectos cumplidores de normas…

Un abrazo fraterno

Voluntad de Dios

¿La ley? En las entrañas… (Salmo 39)

Ni en tablas de piedra, ni en libros viejos… en las entrañas.

Llevar la ley del Señor en las entrañas implica que uno la ha interiorizado y que la ha hecho carne. Implica que la ley del Señor no es algo muerto sino Palabra viva, presencia real. Llevar la ley del Señor en las entrañas implica que el calor del corazón la toca, la modela, la matiza… Implica que no es un mandato exterior sino el camino que me lleva a la felicidad, al padre, a Cristo…

Me ha gustado hoy esta Palabra del salmo. Porque es amor lo que quiere el Señor y no sacrificios…

Un abrazo fraterno

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Descanso del alma (Sal 18)

La ley del Señor es descanso del alma dice el Salmo. Sin duda que muchas veces y para muchos es justamente todo lo contrario: es una imposición, una violación de la libertad individual, un aplastamiento de la alegría, una carga, un lastre, un impedimento para adentrarse en la fe cristiana.

La ley del Señor debe ser descanso del alma. Debe ser un camino de libertad, de liberación. Lo que me pregunto es si hemos sido respetuosos con la ley del Señor que Jesús perfeccionaría con el mandamiento del amor. ¿No será que muchas veces actuamos como aquellos sabios sacerdotes a los que Jesús les espetó lo de «sepulcros blanqueados» acusándoles de preocuparse de las minucias de la ley y tragándose sus principales pilares: justicia, amor, misericordia…

Es interesante reflexionar un poco sobre ello y también, porqué no, sobre lo poco que nos gusta a muchos que nos digan lo que tenemos que hacer y lo mucho que esto mismo les gusta a otros.

Un abrazo fraterno

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