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No pudo hacer ningún milagro (Mc 6,1-6)

No pudo hacer allí ningún milagro. Venga, vuelve a leerlo, despacio. No pudo hacer allí ningún milagro. ¿Entonces de qué va esto? ¿Qué es eso de que el mismo Dios hecho hombre NO PUEDE hacer un milagro en un lugar determinado?

El milagro no es magia, no es parte de un show de entretenimiento. No es un truco, ningún tampoco un hecho paranormal. Ni Jesús era un mago, ni un showman, ni un charlatán ni un medium. Lo que parece claro es que estaba atado de manos ante la ausencia de fe. No hay milagro si no hay fe.

Y eso me habla de la capacidad de afrontar la vida como un milagro, desde que uno se despierta hasta que se acuesta. Todo es un milagro. Desde mi propia existencia, hasta el equilibrio de la naturaleza, hasta algo que sucede de forma inesperada y me roba una sonrisa. ¿Cómo miro mi vida? ¿Qué contemplo? ¿Qué hay en mi mirada? Qué importante esto… y qué diferencia entre unas miradas y otras.

Un abrazo fraterno – @scasanovam

Vio y creyó (Jn 20,2-8)

Si nuestra mirada responde a los estímulos de la fe, será capaz de ver cosas que nadie ve, saber cosas que nadie sabe, ver a Dios aún cuando no es obligatorio hacerlo.

¿Reconocemos a Dios vivo entre nosotros, naciendo en la pobreza, muriendo en la misma de nuevo? ¿Lo reconocemos?

Un abrazo fraterno – @scasanovam

Reconocer (Lc 19,41-44)

Nos atrincheramos en nuestros prejuicios.
Nos atrincheramos en nuestros complejos.
Nos atrincheramos en nuestros fracasos.
Nos atrincheramos en nuestros planes y sueños.

Nos atrincheramos en nuestras prisas y urgencias.
Nos atrincheramos en nuestras verdades a medias.
Nos atrincheramos en nuestros selfies vacíos.
Nos atrincheramos sintiendo que el otro nos asedia.

Y no reconocemos tu rostro.
Y no reconocemos la belleza que nos rodea.
Y miramos, buscando,
lo que de verdad deja huella.
Y anhelamos, y pedimos, y esperamos.
Suplicamos en la noche,
despertamos con reproches.

Reconocer, Señor. Eso nos falta.
Reconocer lo que somos. Reconocer quién eres, dónde habitas.
Reconocerte. De eso se trata.

Un abrazo fraterno – @scasanovam

¡Ay de ti, que miras pero no ves! (Mt 11,20-24)

El Evangelio está lleno de milagros de Jesús. Conversión del agua en vino, multiplicación de panes y peces, ciegos que ven, cojos que andan, muertos que resucitan… y ante estos hechos nos hacemos muchas preguntas. Hoy miramos de reojo una serie de relatos que nos cuesta creer o que, si lo hacemos, van rodeados de aura mágica que, ciertamente, no es muy propia de Jesús.

Como en casi todo, la mirada es lo que manda. Esa es la acusación que Jesús le lanza hoy a muchos que son incapaces de ver su acción entre los hombres. Falta fe. Y sin fe, no hay milagro. Vuelvo a repetirlo: SIN FE, NO HAY MILAGRO.

En cambio, cuando uno tiene a Dios presente en su vida, es capaz de descubrir en los acontecimientos cotidianos y en el camino recorrido, muchos milagros. Porque todos hemos estado cojos y ciegos, porque a todos nos ha faltado alimento, porque todos nos vimos delante de una encrucijada… y, si miramos bien, con fe, descubrimos cómo Dios ha conseguido insuflarnos vida y amor en cada momento.

Yo veo milagros cada día. Milagros maravillosos que me confirman que el Señor está a mi lado.

Un abrazo fraterno – @scasanovam

El amor no cotiza en Bolsa (Lucas 21, 1-4)

Ricos y una viuda pobre. La mirada de Jesús se posa en esta última. No pasa desapercibido su esfuerzo ante Jesús. ¡Qué mirada tan bonita, cómo filtra y se posa sobre aquellos que lo dan todo en su pequeñez, en su pobreza!

generosidadEsta es la primera enseñanza del Evangelio de hoy: sobre quién posar la vista, quién elegir como referente. Como padre que soy, qué personas poner delante de mis hijos para que aprendan de ellas… Jesús coge a la viuda y la planta como modelo ante sus discípulos. Cuántas veces miro a la viuda pobre de mi barrio y poso mi mirada en ella con condescendencia, con pena, con ansia de ayudarla… Jesús no hace eso. ¡Al revés! ¡La encumbra! ¡La mira con la sabiduría y el amor de Aquel que sabe que en aquella persona se encuentra aquello que es valioso para Dios!

La segunda enseñanza es que Jesús no critica a los ricos. No destruye su acción. No necesita «machacarlos» para ensalzar la opción de la viuda. ¡Cuántas veces intentamos proponer… destruyendo! ¡Cuántas veces destruimos algo bueno porque no es lo más valioso! Jesús no juzga ni carga contra el acto de limosna de los ricos. Jesús se limita a poner en valor la donación de aquella que se da por entero y que, posiblemente, sienta que poco o nada vale su aportación.

Ésta es la última enseñanza para mi hoy: Dios coge lo que das, lo que eres, y lo pone en valor. Dios me mira y le vale lo que doy cuando sabe que sale de dentro, de una profunda donación personal, de un acto de auténtica generosidad, de una determinación total a compartirme. No importa si soy poco, si doy poco. No importa la comparación con otros. La mirada del Padre va directa a mi corazón. Es ahí donde me lo juego todo. Es ahí donde debo ser auténtico.

Un abrazo fraterno

Mira. Cree. ¡Milagro! (Mateo 10, 20-24)

Lo de los milagros es como la fotografía. El milagro, el arte, está en la mirada del que observa, en la mirada del creyente, en la mirada del artista.

mirada niño¿Tú cómo miras? ¿Cómo es tu mirada? La mía sí ve milagros, la mía sí percibe la acción de Dios en mi cotidianeidad. Creo que sí, que Dios actúa, que, aún dejándonos libres, nos conduce, nos da oportunidades, nos sale al paso, nos llama, nos interroga, nos zarandea, nos acaricia… Dios interviene también en lo inexplicable y puede tomar parte, cambiar, corregir… No sé ni cómo, ni cuánto, ni por qué ni con qué criterios lo hace… pero que yo no lo sepa o no lo entienda, no elimina su capacidad para hacerlo. Y creo que así es.

Jesús hoy nos llama a educar la mirada y a creer. Nos llama a tener FE. Otros días nos llamar a salir al encuentro del prójimo, otros días nos llama a cargar la cruz, otros días… HOY NOS LLAMA A CREER, A MIRAR CON FE lo que nos rodea, lo que nos sucede.

Y para terminar me quedo con algo que ha dicho el Papa Francisco hace poco: «hay que orar hasta el punto de llegar a importunar a Dios» o algo parecido… Porque Dios es dinámico, porque hace, porque cambia, porque escucha… porque el milagro puede producirse. Oremos y creamos. No seamos como Cafarnaúm, como Betsaida… no seamos de esos seguidores de Jesús de corazón duro y mirada llena de desconfianza.

Un abrazo fraterno

Pide un signo, pero no se le dará (Mateo 11,29-32)

¿Había más signo que tener a Jesús en medio? Pero no lo descubrieron, lo despreciaron. Y no hay más signos que valgan. Y creo que sigue siendo Palabra para mi, hoy.

Cuántas veces uno espero respuestas de Dios que le ayuden a tomar decisiones. Respuestas a desgracias o tragedias incomprensibles. Signos de esperanza en un mundo cada vez más deshumanizado y menos trascendente. Y uno piensa que los signos no llegan y la desilusión empieza a recorrer y envenenar el Espíritu que nos habita. ¿Qué tal si cambiamos la mirada? ¿Qué tal si buscamos al «Jesús en medio» que nos rodea? ¿Qué tal si limpiamos las gafas y atinamos a descubrir cuánto Dios tenemos alrededor marcándonos el camino, gritando, esperando, riendo, sufriendo? Queremos signos que se adecuen a nuestras preocupaciones sin pensar que Dios está con el sufriente, redime al sufriente, vive por el sufriente.

Cuando uno busca en Google «Dios» las primeras referencias están replatas de definiciones, teología, frases, pensamientos… y está muy bien. En imágenes sale Jesús, la Trinidad con su triángulo, el cielo, la paloma… todo muy suave… y está muy bien… pero como estemos esperando eso, nos podemos aburrir.

Jesús estaba en medio de ellos y no se enteraron. ¿Y nosotros?

Un abrazo fraterno

Todos los que sufrían se le echaban encima (Mc 3, 7-12)

Llevo ya 4 días alejado de mi casa, de mi mujer y de mis hijos. Y he aprendido a saborear también esta soledad. Ya no hago tonterías y he elegido el cine como la mejor manera de aprovechar el tiempo. Creo que es una medida inteligente.

Ver solo una película cuando estás lejos de casa te hace sentir y pensar, a mi me conecta con mi centro. Hace años, al salir de ver una película yo quería ser como el protagonista y que me pasar lo que a él le pasaba y hacer lo que él hacía. Hoy es distinto. Hoy salgo de ver una película y quiero ser yo. Me reconozco en mis emociones. Me gusto y me pregunto ¿qué me hace ser distinto tantas veces? Me reconozco tremendamente sensible. Y dulce. Y cariñoso. Y soñador. ¿Por qué me cuesta tanto luego ser eso? ¿Por qué me pierdo Señor en intentar demostrar que sé más, que puedo más, que tengo más razón, que soy más fuerte? ¿Por qué discuto de cosas que nada importan? ¿Por qué estropeo lo que tengo más valioso en cada momento: el momento?australia

Esta guerra me hace sufrir a veces. Cuando me dejo sentir, como ahora. Me hace sufrir porque no sé si es que soy incapaz de ser y mostrar lo que soy o qué pasa. Y hoy quiero echarme encima de Jesús y contarle todo esto y llorar en sus brazos. Necesito que me acaricie el cabello y me mire a los ojos. Necesito sentir su mirada confiada que me hable y me diga que sí puedo, que Él sabe quién soy, que sea fuerte y me dé tiempo.

Mientras tengo a mis hijos acostados a mi lado. Y a mi mujer. Y les digo como el niño aborigen de «Australia» a Nicole Kidman: «Señora patrona, yo canto para que tú vienes». Amén.

Un abrazo fraterno

australia

Vosotros sois el cuerpo de Cristo (1Co 12, 12-14.27-31a)

Esta lectura de Pablo siempre la he llevado al terreno de los dones diversos en la Iglesia. Diversos, complementarios y todos necesarios. Pero la lectura dehoy es también muy obvia pero no deja de impactarme: yo soy el cuerpo de Cristo. Mis manos son sus manos. Mis ojos son sus ojos. Mis palabras son las suyas. Mi manera de acariciar, tocar, hablar, mirar… son las suyas.

De mi depende que mi prójimo se sienta tocado, mirado, cuidado, amado, escuchado… por Jesús. Sí, de mi depende. ¡Y esto es muy fuerte! Él es todopoderoso. Vale. Pero tal vez nos equivocamos si pensamos que Dios se basta por sí solo. Sí y no.

No sé muy bien cómo explicarlo pese a tenerlo claro en mi corazón. Espero que lo hayáis entendido…

Un abrazo fraterno

¿Dónde estás?

Me he enamorado de una canción. Es de hace ya varios años pero yo la acabo de descubrir. La podéis escuchar en la sección de vídeos de este blog. Cuatro rockeros magníficos con alma de románticos. Maravilloso. Pero es la cantinela del estribillo la que me sirve para la oración de hoy: ¿Dónde estás? Eso mismo se preguntaban los hermanos de Narnia en la segunda parte de la saga que hoy he visto con mis hermanas de comunidad. ¿Dónde estás?

¿Por qué no me das alguna prueba de lo que quieres, alguna señal? ¿Por qué no consigo ver el camino claro? ¿Dónde estás Padre? ¿No te deseo suficiente? ¿Tal vez no estoy mirando adecuadamente?

Quiero verte. Sigo el rastro de tu amor.

Un abrazo fraterno