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¿Qué va a ser este niño? (Lc 1,57-66.80)

Cada niño es un misterio de Dios. Cada niño es creado, conocido y escogido por Él. Cada niño es una voz que resuena en el desierto de los adultos, entretenidos con economías, guerras, dineros, trabajos, poderes y apariencias. Cada niño es una respuesta de Dios al mundo.

Hoy celebramos la festividad de San Juan Bautista y, a poco que leamos despacito su historia y la de sus padres, descubriremos que Juan, como cada uno de nosotros, somos, ante todo, de Dios. Claro que hay unos padres que nos acogen. Claro que crezco en una familia que me acoge y me quiere. Pero no soy de ninguno de ellos. Porque cada uno de nosotros hemos traído una novedad que ha roto los esquemas previstos. He ahí la grandeza de Dios, que nos lleva de la mano.

Yo también soy padre y pienso de cada uno de mis hijos la pregunta que hoy nos plantea el Evangelio: «¿Qué va a ser de este niño?» Sé que no los poseo. No tengo derecho a hacerlos a mi imagen y semejanza porque están hechos a SU imagen y semejanza. Sé que de nada vale intentar imponer mis criterios sobre ellos porque Dios hace con cada uno de ellos una ejercicio de libertad, de recreación. Cada uno tiene su proyecto, su misión, su camino. Personal e intransferible.

Tal vez mi único deseo es no ser obstáculo para que Dios actúe a través de ellos. Ellos, que son profetas, sacerdotes y reyes por su Bautismo, crecen de la mano del Señor. Ojalá haga con ellos maravillas. Como con Juan. Ojalá sean anuncio de Aquel que viene detrás.

Un abrazo fraterno – @scasanovam

Ánimo, soy yo, no tengáis miedo (Mc 6,45-52)

Hoy en España es día grande. La noche de los Reyes Magos, previa Cabalgata, creo que es una de las noches más especiales del año en la que se pone en juego lo mejor que llevamos dentro: el niño que vive nosotros, el pequeño que se manifiesta.

Fuera de regalos y celebraciones , en la Epifanía se celebra la manifestación de Dios niño ante los pueblos del mundo representados en los tres magos sabios venidos del Oriente. Es como si estos tres personajes, guiados por las Palabras de Cristo en el Evangelio de hoy, dejaran sus miedos a un lado y descubrieran que vale la pena jugarse y gastarse la vida en pos del Dios niño que les invita a ir a su encuentro. También nosotros somos llamados a eso y, aunque muchas veces, no percibimos más que la grandeza de algo que está sucediendo sin llegar a ponerle nombre, debemos dejar nuestras seguridades y emprender el viaje largo y costoso de encuentro con Jesús.

En la cara de nuestros hijos la mañana de Reyes se plasma  la capacidad de sorpresa, la ilusión por la vida, la capacidad de creer más allá de lo real en algo mejor que me impulsa. ¡Felices Reyes!

Un abrazo fraterno

¿No es el hijo del carpintero? (Mt 13, 54-58)

Que mala es alguna gente. Sí, hay gente mala. Ha conseguido tapar por completo la imagen de Dios y ha conseguido que el veneno sea el fruto de su corazón. Esa pregunta malvada, hiriente, llena de desprecio… Clasista e impregnada de enorme desconfianza, envidia y orgullo.

Jesús no sólo era el hijo del carpintero. Era carpintero. Y de pueblo. No era universitario ni tenía demasiados estudios. No era poderoso ni de familia cultísima y adinerada. No tenía mundo ni había recorrido el país. La familia, el trabajo y la fe eran suficientes para llenar su vida y su espíritu.

A Jesús le tuvo que doler escuchar esto de sus convecinos. Le tuvo que doler no poder poner los dones al servicio de aquellos que le habían visto crecer. Pero muchas veces éstos son los más cargados de prejuicios, planes, ideas, chismes… Te conocen de toda la vida y no te conocen lo más mínimo. Es duro darse cuenta de esto. Te conocen de niño y te encasillan para el resto de tus días.

Jesús coge su dolor y se marcha. El tiempo del Reino no puede pararse. Otros están esperando. Y no vale la pena tirar las perlas a los cerdos…

Un abrazo fraterno

Habéis vuelto a nacer (1Pe 1, 18-25)

Esta frase de la carta de Pedro me ha recordado hoy a un texto de Borges que me encanta y que muchas veces releo. Si volviera a nacer… ¿Cómo plantearía la vida si volviera a nacer? Ufff… tendría que pensarlo. No lo tengo claro. Seguro que no cambiaría muchas cosas. Lo que sí tengo claro es que si volviera a nacer querría que fuera en la misma casa, con la misma familia, fruto del mismo amor. Y luego hay otras cosas pero… necesito pensarlas un poquito… Os dejo el texto de Borges.

Si pudiera vivir nuevamente mi vida

En la próxima trataría de cometer más errores.

No intentaría ser tan perfecto.

Me relajaría más.

Sería mas tonto de lo que he sido,

de hecho tomaría muy pocas con seriedad.

Sería menos higiénico.

Correría mas riesgos, haría mas viajes,

contemplaría más atardeceres,

subiría más montañas, nadaría más ríos.

Iría a más lugares donde nunca he ido,

Comería mas helados y menos habas,

tendría más problemas reales y menos imaginarios.

Yo fui una de esas personas que viví sensata y prolíficamente cada momento de su vida,

claro que tuve momentos de alegría.

Pero si pudiera volver atrás

Trataría de tener solo buenos momentos.

Por si no lo saben de eso está hecha la vida,

solo de momentos; no te pierdas el ahora.

Yo era uno de esos que no iba a ninguna parte sin un termómetro,

una bolsa de agua caliente, un paraguas y un paracaídas.

Si pudiera volver a vivir,

viajaría más liviano.

Si pudiera volver a vivir,

comenzaría a andar descalzo a principios de la primavera

y seguiría así hasta concluir el otoño.

Y jugaría con más niños,

si tuviera otra vez la vida por delante.

Pero ya ven,

tengo ochenta y cinco años

y sé que me estoy muriendo.

Jorge Luis Borges

Tengo fe, pero dudo (Mc 9, 14-29)

Esta afirmación del padre del niño epiléptico del Evangelio de hoy creo que refleja una actitud, una realidad… que sigue estando presente en muchos de los creyentes que conozco, incluido yo mismo. Es tan sincera, tan franca, tan honesta… que me encanta.

A veces da la sensación de que la duda es algo negativo. Alguien que duda parece alguien no seguro de sí mismo, incapaz de tomar la vida en sus manos y de dirigir su camino tomando las decisiones adecuadas. Tal vez el problema no esté en la duda sino en la actitud que se toma frente a ella. La duda puede ser sana o insana, puede dar un empujón hacia adelate o clavarte los pies en el suelo, puede ser generadora de preguntas e inquietudes o puede adormecer toda lucidez.

Las situaciones de mi vida que recuerdo con dudas, incluidas las presentes, traen una buena dosis de miedo detrás. Tampoco es malo. Lo malo es dejarse inmovilizar. Y creo que es el miedo el que inmoviliza, no la duda en sí. Muchas veces he dudado de las decisiones tomadas, de las posibilidades a elegir, de elegir una oferta de trabajo, de dejar Coruña y venir a Madrid, de descubrir lo que Dios me pedía… y aquí sigo… con fe y con dudas.

Un abrazo fraterno