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Evangelio para jóvenes – Domingo 7º del Tiempo Ordinario Ciclo A

Esta pasada semana celebramos San Valentín, una fiesta que se ha instalado entre nosotros como el Día de los Enamorados, el día del amor. Mis alumnos estuvieron preparando, aplicando sus conocimientos algebraicos, una fórmula que intentaba predecir el éxito en una relación de amor de pareja. Salieron cosas muy curiosas y, en general, muy serias y acertadas. Pero en ninguna de ellas apareció algo que creo que es importantísimo: el PERDÓN. Acoger el mal de la persona amada, el daño realizado, la ofensa recibida… y ser capaz de perdonarla y seguir amando. ¿Es posible una relación sin eso? Escuchemos el Evangelio de hoy [Mt 5, 38-48]:

En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos:
«Habéis oído que se dijo: “Ojo por ojo, diente por diente”. Pero yo os digo: no hagáis frente al que os agravia. Al contrario, si uno te abofetea en la mejilla derecha, preséntale la otra; al que quiera ponerte pleito para quitarte la túnica, dale también el manto; a quien te requiera para caminar una milla, acompáñale dos; a quien te pide, dale, y al que te pide prestado, no lo rehúyas.
Habéis oído que se dijo: “Amarás a tu prójimo y aborrecerás a tu enemigo”.
Pero yo os digo: amad a vuestros enemigos y rezad por los que os persiguen, para que seáis hijos de vuestro Padre celestial, que hace salir su sol sobre malos y buenos, y manda la lluvia a justos e injustos.
Porque, si amáis a los que os aman, ¿qué premio tendréis? ¿No hacen lo mismo también los publicanos? Y, si saludáis solo a vuestros hermanos, ¿qué hacéis de extraordinario? ¿No hacen lo mismo también los gentiles? Por tanto, sed perfectos, como vuestro Padre celestial es perfecto».

Jesús vuelve hoy a «redefinir», a «perfeccionar», a «plenificar» la ley judía. No le sirve quedarse con lo que dice sino que pretende darle sentido a la luz de lo que Dios quiere para ti y para mí. Y en esa redefinición, descarta la venganza, por muy justa que sea, y nos propone la humildad, el amor y el perdón en aquellas situaciones y con aquellas personas que más nos cuestan, que más daño nos hacen, que más esfuerzo nos requieren. Tres ideas para hoy:

  • «No midas tanto» – Que como ella me ha hecho esto, tengo derecho a hacerle lo mismo… que como yo le he hecho un regalo bueno, cómo se le ocurre regalarme esta mierda… Que si me ha puesto los cuernos, va a recibir lo mismo… Que tienes derecho a responder a una ofensa o a un daño vamos, es lo justo. Pero la justicia, Dios la mide con amor. Por eso te dice: «no midas tanto». Ni el bien ni el mal. Estás llamado, llamada, a darte por completo, a amar desproporcionadamente. En el fondo, te está diciendo: «mírame a mí, cómo amo… sin medir, sin medirte…». Porque si aplicaran tanta medida contigo, tus padres, tus profesores, tus amigos, tu pareja… Si midieran con exactitud y te devolvieran siempre la misma moneda, ¿qué? El amor no es eso. Y Dios te ha hecho capaz de amar. Lo justo es amar. Lo otro tiene otro nombre. Parece que te deja satisfecho si lo haces pero… no es así.
  • «El Dios asimétrico» – Creemos en un Dios que, en palabras de mi profesor de Cristología, Serafín Béjar, es asimétrico. ¿Qué quiere decir eso? Que no te ama en función de lo que tú le ames. No te ama por tus méritos. No se trata de ganar puntos y así comprar su amor. Dios «hace salir el sol sobre malos y buenos«. «¡Qué injusto!» dirás. Bueno… Puede parecerlo bajo esta idea tuya de justicia. Pero en el fondo, Dios funciona de otra manera… ¡y menos mal! Porque si Dios nos tuviera que amar y salvar en función de lo que tú y yo hacemos en esta vida… mejor ni pensarlo. ¡Pero si no damos ni una! ¡Somos una buena panda de mediocres, de tibios, de amantes a medias! Tú también estás llamado a ser asimétrico: amar, amar y amar… sin importar a quién, cómo ni cuándo.
  • «¿Qué haces de extraordinario?» – No se trata de ponerse galones e ir por el mundo como si fueras alguien especial pero si eres creyente… si sigues a Jesús… en algo se te tiene que notar, ¿no? Y Jesús te propone que se te note en cosas que marcan la diferencia. Querer a tus padres, querer a tus amigos, respetar a tus superiores, echar una mano si te lo piden… ¡Todo está fenomenal! Pero… ¡para eso no hay que ser creyente! Cualquier persona, con un buen corazón y una pizca de humanidad, lo hace. Pero rezar por esa persona que te ha traicionado, amar a ese compañero que te hace la vida imposible, pedir por ese familiar que tiene unos valores tan diferentes a los tuyos… No se trata de dejarse machacar por las personas tóxicas pero sí de incluirlas en tu lista de destinatarios de amor. Y amar a veces se traduce en perdonar, en rezar por ellos, pedir para que su corazón cambie y para que un día sean felices amando también. ¿Te parece poco?

Es difícil hacer vida lo que hoy nos propone el Evangelio. Puedes pensar que es una utopía maravillosa pero irrealizable. Tal vez ahora mismo te sientes incapaz. No te preocupes. Tu corazón también tiene que «cristificarse». Poco a poco. Cada día, un poquito más parecido a Él. Y lo conseguirás, con su ayuda.

Un abrazo fraterno

Santi Casanova

Evangelio para jóvenes – Domingo del Bautismo del Señor

Posiblemente sea este el domingo que marca el fin de la Navidad, el fin de las fiestas para muchas familias, en muchas casas. ¡Qué pereza recoger y guardar todo! ¡Cómo cuesta volver a la rutina en muchos casos: al colegio, a la universidad, a los trabajos…! Los días, sin embargo, comienzan poco a poco a hacerse más largos. Cuando nos demos cuenta, tendremos delante de nuestros ojos los primeros brotes de la primavera.

Hoy es la fiesta del Bautismo del Señor y el evangelio de Lucas nos presenta la escena: Lc [3, 15-16.21-22].

En aquel tiempo, el pueblo estaba expectante, y todos se preguntaban en su interior sobre Juan si no sería el Mesías, Juan les respondió dirigiéndose a todos:

«Yo os bautizo con agua; pero viene el que es más fuerte que yo, a quien no merezco desatarle la correa de sus sandalias. Él os bautizará con Espíritu Santo y fuego».

Y sucedió que, cuando todo el pueblo era bautizado, también Jesús fue bautizado; y, mientras oraba, se abrieron los cielos, bajó el Espíritu Santo sobre él con apariencia corporal semejante a una paloma y vino una voz del cielo:

«Tú eres mi Hijo, el amado; en ti me complazco».

Te dejo tres ideas:

  • «El agua» – El agua es parte esencial del rito del Bautismo. El agua siempre lo identificamos con algo que limpia, que purifica, origen de la vida. Y no estamos desacertados. Pero para los judíos, en aquella época, el agua es también lugar de peligro, de tormenta, de inseguridad, de muerte. No sé si estás bautizado, bautizada, pero el agua en el Bautismo nos habla de un RENACER, de un tú que muere y que deja paso a un nuevo tú que nace. ¡Y qué bien cuadra esto con este comienzo de año en el que nos hacemos tantos propósitos! ¿O no? En el evangelio, se nos narra la «muerte» de un Jesús desconocido, vecino de sus vecinos, encargado de la carpintería de su padre, desconocido durante 30 años… y el «nacimiento» de un Jesús con una misión clara, por la que entregará su vida; un Jesús que ya no volverá a su casa, que recorrerá Palestina predicando y anunciando la llegada de un nuevo Reino. Comienza su «vida pública». A ti se te invita hoy a renovar tu bautismo cada día o, si es el caso, a plantearte comenzar el camino para bautizarte. Se te invita a tomar la vida en tus manos, a ser consciente de a qué te llama Dios, a afrontar la misión que se te ha encomendado, a dejar que muera toda esa parte de ti abandonada, oscura, conformista, autocomplaciente… y a dejar que nazca la mejor versión de ti mismo, de ti misma, donde tu luz brille y tus dones y tus capacidades se pongan en juego.
  • «Entre el pueblo» – Es llamativo visualizar a Jesús haciendo cola. No estamos acostumbrados a que ministros, presidentes, cantantes, celebrities, influencers, etc. pasen desapercibidos, se sientan uno más. Jesús comienza así su misión: entre la gente. Jesús es uno más y, a la vez, está llamado a cambiar la vida de todos. Tal vez vives en una sociedad que te insinúa todos los días que tú eres diferente, único, irrepetible y que, si quieres, puedes triunfar en la vida. Y triunfar, en el fondo, para este mundo, es no vivir como el resto, como la mayoría. Jesús hoy viene a ofrecerte otra perspectiva, la perspectiva de aquel que sabiéndose único, y amado en primera persona, no necesita marcar distancias con nadie. Su vocación son las personas, las relaciones; le preocupará lo que le preocupa a la gente, vivirá para los demás. Y ese será su modelo de éxito. ¡Brutal eh! Aparentemente no parece muy llamativo el modelo… pero está testado: aquellos que han decidido ponerlo en marcha han confesado que han sido muy felices. ¿Por qué no te animas a plantearte tu vida desde ahí? Gasta tiempo con los demás (presencialmente y también aprovechando los entornos digitales), siéntete único, única, entre otros que también son únicos, como tú. Aspira a una vida llena de nombres, de personas, de vidas compartidas. Cuando llegue el final, tendrás la certeza de haber vivido una vida exitosa.
  • «El diálogo» – ¿Y qué me dices del diálogo final? El evangelio nos dice que Jesús oraba mientras era bautizado y que el cielo se abrió y se oyó la voz del Padre, confirmando a su Hijo en este «comienzo de carrera». Jesús rezaba a menudo. Los evangelios nos hablan muchas veces de cómo Jesús mantenía una relación estrecha con su Padre. Y, en momentos de especial trascendencia, esa oración era, si cabe, más intensa. ¿Cómo llevas tú lo de la oración? ¿Cómo rezas? ¿Sabes rezar? ¿Piensas que no vale para nada? ¿Hay relación? ¿Hay diálogo o monólogo? Tal vez sea un buen momento para pensar cómo sacar 5-10 minutos de oración al día. Comienza con poco pero GARANTÍZALO. No hay mucho que decir. No se trata de vivir algo «extraño». Busca un lugar adecuado, haz silencio, saluda a Dios, háblale de cómo estás, de tu día, de lo que te preocupa, de tus alegrías y desvelos… y luego calla y escucha. El primer día, y el segundo, y el tercero… tendrás la sensación de estar solo, sola, pero si te mantienes… comenzarás a descubrir que son minutos en compañía. Y todo empezará a cambiar.

Buena semana. Abrígate y protégete. Y recuerda: Dios te quiere y te anima a llevar adelante cada uno de tus días desde tu mejor «yo», en compañía de otros. Suena apasionante. ¿O no?

Un abrazo fraterno

Santi Casanova

Volver aunque ya hayamos estado (Lc 5,1-11)

Eso hizo Pedro, volver adonde ya había estado. Alguna reticencia inicial, como es lógico, pero una gran humildad y obediencia ante su Señor. Algo de incredulidad también, porque él era pescador experimentado, conocía la pesca como nadie y esas aguas eran su territorio. No había razón para pensar que le iba a ir mejor. Pero fue.

Me siento un poco así muchas veces… estando y permaneciendo pero con la sensación de no «pescar» absolutamente nada. Uno ya duda de sus propias capacidades y, tal vez, ese sea el secreto. Olvidarse de estrategias, formaciones, maneras, conocimientos y prejuicios; incluso olvidarse de la ilusión ingenua del que comienza… pero estar, volver, permanecer, seguir intentándolo, siempre con el Señor a bordo.

¿Traducción? Santi, Santi… dedícate más a escuchar al Señor y a estar con Él que a salir tú, por ti mismo, a buscar peces, por muy preparado que te sientas.

Un abrazo fraterno – @scasanovam

Dejaron las redes (Mt 4,18-22) – Lunes I #Adviento

Qué pocas cosas dejo por ti, Jesús. Cómo me cuesta, por ejemplo, dejar «mis redes», mis labores, mis trabajos… para dedicarte una rato de conversación en la oración. El tiempo… siempre es la excusa perfecta. Las mil y una cosas que hay que hacer… Las mil y una redes que hay que tejer…

Tú quieres tiempo para ti y yo quiero dártelo en este Adviento. Quiero comprometerme a ello. ¿Cómo sino celebraré tu llegada? ¿Cómo sino acoger con alegría tu presencia, si no estoy dispuesto a ir a verte, a recibirte, a postrarme ante Ti?

Ven Jesús. Ven. Te necesito.

Un abrazo fraterno – @scasanovam

Poner la vida delante de Dios (II Re 19,9b-11.14-21.31-35a.36)

Más allá de asirios y judíos, de un rey o de otro, de guerras y batallas… más allá de todo eso, la lectura de hoy nos ofrece el testimonio de un hombre que pone su vida delante del Señor, en oración.

No sé tú cómo haces para tener a Dios presente en tu vida. No sé cómo rezas, ni siquiera si lo haces con frecuencia. Pero creo que Ezequías, rey de Judá, nos ofrece hoy una manera auténtica de oración, de relación con Dios. Él sabe que su vida está en sus manos. Acude a Él con confianza, le cuenta su problema, sus preocupaciones, el cómo lo está viviendo… y pone en sus manos la vida y el devenir de él y de su pueblo.

¿Haces tú lo mismo? Nos hacen creer que todo debe pender de nuestros hombros y con nuestros codos, con nuestro esfuerzo, todo se controla. Y creo que pocas veces acudimos a Dios como a un Padre al que contarle la vida. No se trata de esperar magia ni siempre encontraremos la respuesta que nos gustaría. Pero la actitud fundamental es la del abandono en confianza. «Señor, aquí estoy, esta es mi vida, esto me preocupa, esto necesito… Estoy en tus manos. Haz lo que creas mejor para mí».

Y el Señor, que te ama, hará lo que tenga que hacer.

Un abrazo fraterno – @scasanovam

Orar para estar cerca de Dios (Jn 8,1-11)

¿Se puede ser misericordioso sin estar cerca de Dios? ¿No nos saldrá la vena farisea por todos los lados? ¿Y se puede estar cerca de Dios sin orar con frecuencia y en silencio? ¿No engañaremos a nuestro espíritu con migajas de activismo?

Eso me sugiere el Evangelio de hoy, donde la mujer adúltera es perdonada por Jesús y por los hombres que, avergonzados, deciden al final no condenarla. Me llama la atención el contexto en el que sitúa Juan este episodio y ese comienzo: «En aquel tiempo, Jesús se retiró al monte de los Olivos. Al amanecer se presentó de nuevo en el templo, y todo el pueblo acudía a él, y, sentándose, les enseñaba.»

Jesús llevaba a plenitud la Ley de Moisés transparentando a un Dios misericordioso y enseñándonos que justicia y misericordia son dos caras de la misma moneda. Pero, ¿cómo? ¿No tendría algo que ver esa actitud permanente de Jesús de retirarse a orar, de dedicar tiempo a estar cerca de su Padre, a escucharle y hablar con Él.

A veces quiero cambiar cosas en mi vida y quiero ser yo de otra manera… pero sin poner los medios para ello. Quiero pero no quiero. Busca la salida, la perfección, la felicidad… busco ser Cristo para los demás sin dedicarle demasiado tiempo a intimar con Dios. Tiene pinta de ser imposible. Una misión vacía de oración es un espejo de la mentira.

Un abrazo fraterno – @scasanovam

Pedir, buscar y llamar (Mt 7,7-12)

Tres verbos que marcan un estilo de persona de fe, un estilo se seguidor de Jesús, de creyente, de criatura ante su Creador.

PEDIR. Porque le necesitamos. Porque no lo tenemos todo. Porque no somos en plenitud. Porque somos frágiles. Porque sin Él estamos incompletos.

BUSCAR. Porque la fe es un camino. Porque llevamos en el corazón el anhelo profundo de la felicidad. Porque tenemos más preguntas que respuestas. Porque Dios sigue siendo Misterio.

LLAMAR. Porque somos huéspedes. Porque somos invitados por Otro. Porque nos espera un lugar maravilloso, una tierra prometida. Porque es signo de querer entrar y ser acogido.

No se trata tanto de que Dios nos complazca como de complacer nosotros el sueño que tiene para cada uno. ¿O no?

Un abrazo fraterno – @scasanovam

¿Padre? ¿Nuestro? (Mt 6,7-15)

Leyendo cómo algunos viven la Cuaresma, bien parece que estamos siendo probados por un Gran Hermano. ¡Qué agobio! Retos, pruebas, superaciones… cualquier día empezamos con las clasificaciones y los récords del mundo. Cuánto nos cuenta acoger el don y agradecer lentamente, sin prisa, ser hijos de un Padre como el que tenemos.

«Abbá» sigue siendo manera sacrílega de tratar al Todopoderoso. Alguno diría hoy que es un término que desacraliza al Absoluto. Así estamos, Señor. Yo, mientras, voy descubriendo cada día más la importancia de saberme querido y cuidado por Ti.

Me preocupan más mis hermanos. A veces me olvido de ellos, ¿sabes? Me quedo con los que tengo cerca, con los que no son incómodos y, sencillamente, acepto que otros… anden casi huérfanos por el mundo. Me ruborizaría que te me presentaras delante y me preguntaras por tantos… ¿Cómo hacer más? ¿Cómo amar más?

Padre nuestro… aliméntame, perdóname, protégeme.

Un abrazo fraterno – @scasanovam

Una oración para la cena de Nochebuena

En esta noche de alegría
nos disponemos a celebrar tu llegada, Señor.
Nos hemos reunido para celebrar
que tú te has hecho uno de nosotros
y que ya nunca estaremos solos.

Queremos agradecerte el alimento
que hoy tenemos en nuestra mesa.
Todo lo bueno proviene de ti
y es justo darte gracias.
Gracias también por los que la han preparado,
haciéndote presente en su cocinar lleno de amor.

Te pedimos, Señor, por los que, como en Belén,
hoy pasarán la noche en algún portal,
pasando frío;
solos, sin compañía de ningún ser querido;
embarcados en medio del Mediterráneo
o en una tierra que no es la suya.
Tú has venido especialmente por ellos.

Y te pedimos también por nosotros.
Para que, como los magos, nunca dejemos de buscarte.
Para que, como los pastores, sepamos dar lo mejor de nosotros.
Para que, como el ángel, sepamos anunciar tu presencia.

Amén.