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Guardián del rebaño (Jn 10,1-10)

La imagen de Dios como un Buen Pastor es una imagen usada en la Biblia en varios momentos, tanto en el Antiguo como en el Nuevo Testamento. En este último, es el mismo Jesús el que se presenta como tal. Y que el Pueblo de Dios somos el rebaño de dependientes y temerosas ovejitas, también.

Pero hoy me llama la atención una figura que pasa desapercibida en el evangelio y que, sin embargo, me ha resultado hoy muy sugerente: el guarda.

El guarda no es la oveja. Tampoco es el Buen Pastor. El guarda es alguien a quién se le encomienda la labor de proteger y vigilar al rebaño a la espera de que llegue el pastor. En ese momento, su mirada debe ser capaz de reconocer al pastor, abrirle la puerta, hacerse a un lado y terminar su misión.

Me resulta una imagen sugerente para todos los que somos animadores, catequistas, profesores, educadores, padres y madres… Porque nosotros somos también guardas. Guardas de nuestros hijos, de nuestros alumnos, de nuestros chavales de grupos. Guardas cuya misión es proteger, preparar, disponer, cuidar a la espera de que Dios aparezca en sus vidas. Y en ese momento, reconocerle y darle paso, haciéndonos a un lado. Una figura humilde, intermediaria, pero imprescindible.

Ojalá me concedas ser, Señor, un buen guarda para aquellos que me has encomendado.

Un abrazo fraterno – @scasanovam

Ovejas, lobos, serpientes y palomas (Mt 10,16-23)

¡Cuánto animal sale en el Evangelio de hoy! Ovejas, lobos, serpientes y palomas. Qué diversidad. Un fragmento el de hoy que parece casi más un capítulo de National Geografic que de la historia de Jesús de Nazaret. El caso es que todo entendemos muy bien lo que Jesús nos quiere decir. Lo entendemos… aunque no lo aceptamos.

Primero, porque sólo nos gusta ser oveja en los episodios idílicos de encuentro con el pastor. Pero una oveja es, evidentemente, un animal sencillo, frágil, cobarde, presa fácil, dócil. Es todo eso. A mí no es una imagen que me apasione. Mi carácter me pide ser otra cosa: un águila, un caballo, un elefante… A veces soy como un elefante, tal cual. Tanta fragilidad me molesta.

Segundo, porque nos gustaría que no hubiera lobos. Aceptar que hay seres que se rebelan ante nuestro ser oveja cuesta entender. ¿Qué mal hacemos? piensan continuamente las ovejas. Sólo hacemos caso al pastor. El caso es que molestas y quieren destruirte, comerte, hacerte servir de víctima. Los lobos son inteligentes, actúan en manada, osados. Vienen a por nosotros.

Tercero,eso de ser como serpientes lo llevamos mal. Hay personas que se lo toman al pie de la letra y piensan que se puede seguir a Cristo siendo auténticos sembradores de discordia y odio. Pues no se trata de eso, oigan. Se trata de ser flexible, silencioso a veces, potenciando al máximo nuestras cualidades, reptando para movernos con sigilo, adaptándonos en lo que se necesite a las circunstancias cambiantes. Tampoco lo entienden los que sueñan con ser mártires por decreto ley. Esos se han perdido esta parte del Evangelio.

Y cuarto, ¿palomas? Es uno de los animales más controvertido que conozco. Amado y odiado a la vez. Pero Jesús destaca su sencillez. Yo no soy nada sencillo. Ya digo, prefiero ser un águila, la reina de los cielos.

Mucho que aprender tengo: aceptar los conflictos y las persecuciones, someterme al pastor, ser dócil y sencillo y, a la vez, utilizar bien mis capacidades. Tarea siempre en marcha.

Un abrazo fraterno – @scasanovam

… en casa de Mateo (Mt 9,9-13)

Releyendo las lecturas de hoy me doy cuenta de que siempre me identifica con el Jesús que trabaja para traer a las ovejas perdidas al redil. Siempre me he puesto en el rol de Jesús en esta lectura y analizo cómo Jesús va a casa de los pecadores, ese estilo de apostolado, esa manera de ganarse a la gente…vocacion_mateo

Pero me está dando por ver la lectura desde otro ángulo: desde el ángulo de Mateo y sus amiguetes. ¿Cómo se estaría sintiendo Mateo al recibir en su casa al Maestro? ¿Cómo se sentiría alguien que se sabe colaborador de Roma, odiado por sus vecinos, escoria… al ver que Jesús va a verle, conoce a sus amigos, lo busca en donde está, le llama y a la vez le busca…?

Descubro la esperanza de saberme un pecador cuiado, buscado, querido por Jesús. Jesús sabe de mi. Y me quiere. Amor de verdad. ¡Qué alegría! ¡Qué ganas de seguirle!

Un abrazo fraterno