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Blanquearán como nieve (Isaías 1,10.16-20)

Es preciosísima esta lectura de Isaías. Me transmite meridianamente lo que Dios espera de mi. Creo que no se pretende que deje de pecar, de hacer cosas mal, de dejarme llevar por lo peor en algún momento… Lo que se pretende es que la balanza caiga del lado de todo lo bueno que hago, por amor, con el prójimo. ¿Qué hago con y por las viudas, los huérfanos, los oprimidos? Eso es lo que le importa al Padre. Cuántas menos cosas mal haga mejor, está claro, pero no se trata tanto de estar pidiendo perdón y lastimándome por lo pecador que soy como de gastar mis talentos en el prójimo, construyendo Reino. Esto es lo que el Padre quiere de mi. Estoy en ello.

Un abrazo fraterno

No sabéis qué día vendrá nuestro Señor (Mt 24, 42-51)

Muchas veces he interpretado esta Palabra desde el miedo a la muerte y a morir en pecado. Esta lectura, válida sin duda, es fruto de la educación recibida y de la importancia de vivir en gracia de Dios. Pero últimamente, y hoy también, la lectura me proporciona otra luz.

Dios vive en el mundo y viene a mi de continuo. Y no sólo a mi sino a todos los hombres y mujeres que poblamos la faz de la tierra. Como no se le ve, muchos no lo perciben y yo, en determinados momentos tampoco. Me como el tarro con las cosas que puedo hacer y con aquello a lo que estoy llamado y me pregunto día y noche cuál será ese sueño de Dios para mi… Pero luego, como el siervo que se queda solo en casa, me distraigo, me rodeo de ruído, me dejo llevar por cosas que no me construyen ni me acercan a Dios… Y el Señor pasa… y, tal vez, yo ni me entero.

Deseo y vela. Tal vez condiciones indispensables para tener cobertura y recibir la llamada del Señor.

Un abrazo fraterno

El que escandalice a uno de estos pequeñuelos… (Mc 9, 41-50)

La mayoría de los chicos y chicas que están en el grupo de catequesis que acompaño son, a su vez, catequistas de Primera Comunión con los niños y niñas del cole. Muchas veces llegan a la hora del grupo exhaustos y turbados ante la dificultad que a veces comporta transmitir a niños y niñas de 9 añitos quién es Jesús y en qué consiste el sacramento que van a recibir. Yo siempre les digo lo mismo: «Mejor quedarse corto que cagarla, con perdón».

¿Cómo afrontar ese primer paso por el sacramento de la Reconciliación? ¿Cómo explicar el pecado? ¿Cómo responder a las inocentes preguntas de los niños que no tienen respuesta aparente o que ni nosotros mismos la tenemos? ¿Cómo hablar de la importancia de la comunión, de lo que es?

Cada vez estoy más convencido de que hay que propiciar a los niños el acercamiento a Jesús. Hay que facilitar que Jesús sea familiar. Hay que vivir la fe con naturalidad y dejar que los niños, que suelen tener los sentidos más despiertos que nosotros, VEAN, OIGAN, HUELAN, SABOREEN y TOQUEN. No es fácil. Pero creo que lo más hermoso es que el niño desee. Las cuestiones teológicas y enrevesadas son casi escándalo a ciertas edades… Ya tendrán tiempo de poner patas arriba muchas cosas…

Un abrazo fraterno

Aún no se ha manifestado lo que seremos… (1Jn 2,29 – 3,6)

«Cuando Él se manifieste, seremos semejantes a Él…»

Es más: cuando en mi vida dejo que Él se manifieste, soy semejante a Él y cuando no lo hago… no me gusto. Yo creo que Él se manifiesta cuando yo funciono desde mis dones, desde lo mejor de mi, desde mi diamante más profundo. Él se manifiesta cuando salgo a luchar con las armas que me fueron concedidas y con las que se me encomienda luchar.
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Aún no estoy acabado. Nunca lo estaré. Siempre pecaré y me enredaré y me dejaré llevar por lo peor de mi. Siempre habrá caídas. Pero poco a poco, día a día, tiene que ir a más la Presencia, tiene que ir a más la Luz, tiene que ir a más la Belleza y la Bondad. Tal vez sea ese el momento en el que descubra realmente para qué estoy en el mundo. Uno todavía tiene la sensación de que el proyecto de Dios todavía no ha hecho más que empezar por más de que sigamos queriendo decidir la vida a los 20-30 años… Aún  no se ha manifestado lo que seré…

Un abrazo fraterno