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Aquel día… ¡que vuelva! (Isaías 11,1-10)

De las cosas más maravillosas que nos trae el adviento es la Palabra que nos llega, que nos inunda. Saborear al profeta Isaías empieza a hacerse tan imprescindible en mi vida… Esa Palabra, llena de esperanza, es tan necesaria en los tiempos que corren. De verdad… ¿Puede celebrarse la Navidad sin haber degustado, saboreado, tocado, sentido, olido, empapado… todo ésto? Yo creo que lo celebramos a medias.

Hoy es de esos días en que leo la Palabra en alto, la proclamo para mi mismo y para el mundo, aunque nadie haya escuchando en mi casa. Y me recreo en cada frase, en cada sílaba… y siento como mi alma se engrandece, mis ojos se abren, el pelo se me eriza.

Nos nace un Salvador. Lo necesitamos. ¡Lo quiero! ¡Quiero que venga! ¡Que siga viniendo! El mundo vive en tinieblas, cansado, triste, bajo el manto de la oscuridad. ¡Jesús! ¡Ven!

Ese día, el día en que Jesús reine de verdad en el corazón de las personas, todo habrá cambiado.

Un abrazo fraterno
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Habitará el lobo con el cordero (Is 11, 1-10)

Yo no sé si algún día veré a un lobo y a un cordero acurrucados bajo una higuera ni sé si se acabarán las guerras o ellas acabarán con nosotros. No lo sé. No me tomo la profecía por ese lado. Yo hoy quiero leerla en lo personal. Porque en mi conviven un lobo y un cordero, porque yo soy lobo y cordero y entre ellos tampoco se llevan especialmente bien. Uno le reprocha al otro muchas veces su existencia y no siempre sale el adecuado en el momento preciso.
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En este Adviento quiero profundizar por aquí y seguir dando pasos en mi crecimiento. Aceptando a mi lobo y a mi cordero. Ambos soy yo. Y ninguno va a desaparecer de escena. El lobo hace falta cuando de supervivencia vital hablamos, de energía, de contundencia, de rapidez, de agudeza, de realismo… El cordero hace falta para dulcificar, para apaciguar, para dejarse guiar, para dejarse corregir, para ser feliz con lo pequeño…

Esperar la llegada de Cristo es preparar bien el pesebre donde va a nacer. Y ese pesebre soy yo. Yo soy su casa. Y tengo que tenerla lo mejor posible. Por eso es importante crecer. Por eso es importante el lobo y el cordero. Por eso es importante trabajar para que ambos habiten juntos…

Un abrazo fraterno