Entradas

Reconocer (Lc 19,41-44)

Nos atrincheramos en nuestros prejuicios.
Nos atrincheramos en nuestros complejos.
Nos atrincheramos en nuestros fracasos.
Nos atrincheramos en nuestros planes y sueños.

Nos atrincheramos en nuestras prisas y urgencias.
Nos atrincheramos en nuestras verdades a medias.
Nos atrincheramos en nuestros selfies vacíos.
Nos atrincheramos sintiendo que el otro nos asedia.

Y no reconocemos tu rostro.
Y no reconocemos la belleza que nos rodea.
Y miramos, buscando,
lo que de verdad deja huella.
Y anhelamos, y pedimos, y esperamos.
Suplicamos en la noche,
despertamos con reproches.

Reconocer, Señor. Eso nos falta.
Reconocer lo que somos. Reconocer quién eres, dónde habitas.
Reconocerte. De eso se trata.

Un abrazo fraterno – @scasanovam

Nosotros esperábamos que él… (Lc 24,13-35)

Yo esperaba que él me mostrará mejor el camino a seguir.
Yo esperaba que él me dejara más clara mi vocación.
Yo esperaba que él transformara el corazón de los dirigentes irresponsables.
Yo esperaba que él nos ahorrara sufrimiento.
Yo esperaba que él curara a mi abuela.
Yo esperaba que él salvara de la muerte al bebé de mi compañero de trabajo.
Yo esperaba que él convenciera a los jóvenes para que no se fueran.
Yo esperaba que él saliera en favor de aquellos cristianos perseguidos que se mueren cada día en el mundo.

Yo esperaba, como aquellos discípulos de Emaús, que el Cristo lo hubiera cambiado todo y no hubiera muerto en la cruz pero…

¿Y si tantas expectativas me están impidiendo reconocerlo en el camino?

Un abrazo fraterno – @scasanovam

¿Reconocen a Jesús en mí? (Mc 6,53-56)

A Jesús lo reconocían e iban tras él el tiempo y la distancia que hiciera falta. Pero, hoy, ¿reconocen a Jesús en mí? Esa es la pregunta que me traslada el Evangelio de hoy. ¿Las personas son capaces de descubrir al Cristo que me habita detrás de mi fachada, de mi cuerpo, de mis palabras, de mis gestos, de mis acciones, de mis compromisos, de mis errores e incoherencias?

Si Jesús todavía no se transparenta en mí, es que hay camino. En breve llegará la cuaresma y será una buena ocasión para preparar el corazón. Y es que el testimonio mejor no es el de las palabras o el de las obras hechas a bombo y platillo. El testimonio mejor es el del aroma, ese que hace que la gente se acerque porque hueles a Jesucristo.

Un abrazo fraterno – @scasanovam

#ReconocerLE (Mateo 17, 10-13)

gafas_cerveza_2¿Reconozco a Jesús? ¿Reconozco a los profetas de Dios que me rodean?

Imprescindible: haber conocido ya a Jesús. Haber conocido a algún profeta.

Sin mi experiencia de Dios personal, sin mi encuentro con el Señor… dificilmente voy a reconocerlo en el pobre, en el enfermo, en el vecino, en el niño…

Esta palabra me llama a cultivarme hoy más que nunca, a practicar los sacramentos, a orar con fe en mi comunidad, a formarme más y mejor… y a tener mis ratos íntimos con Él. Sólo así lo reconoceré. Sólo así.

Un abrazo fraterno

No me reconoces (Lucas 19, 41-44)

Jesús llora. Le embarga la tristeza. La tristeza de no saberse reconocido y amado por aquella a quien Él ha escogido. No saberse reconocido… Yo, que he vivido casos de Alzheimer cercanos, he comprobado la desazón y la tristeza de que tu madre, tu madre, tu hermano… no sepa quién eres.

Estoy seguro de que Cristo sigue vivo, presente en medio de nosotros. ¿Lo reconozco? ¿Lo reconozco sufriente en alguna mirada, en una mano temblorosa? ¿Lo reconozco en los niños? ¿Lo reconozco en aquellos que se cruzan en mi camino, en los que rezan a mi lado? ¿Lo reconozco en el hermano? ¿Lo reconozco en el sacerdote de la parroquia, en cualquier sacerdote?

Jesús llora. Llora porque no se esconde, no se disfraza… y aún así, no le vemos.

Un abrazo fraterno