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Aprender a rezar – Domingo XVII TO Ciclo C

Estuve acompañando a niños de entre 5 y 12 años en su oración semanal en el oratorio del colegio. Es lo que los escolapios, siguiendo a nuestro Fundador, llamamos Oración Continua. Para mí fue todo un privilegio poder estar con ellos y acompañarlos en su incipiente experiencia orante.

He de decir que lo más importante cada día que me encontraba con ellos era no estorbar. No intentar que los niños vivieran mi propia experiencia de oración, no asumieran siempre mis formas, no acabar siendo yo el camino para acceder a Dios. No hablar demasiado, no pontificar, no moralizar, no intentar convertir en adulta una primera oración de niños, muchos de los cuales sin experiencia de oración en su casa.

Y que vieran a Dios como un papá amoroso que está siempre con ellos, que los ama, que los perdona, que los escucha, que los comprende y que los acepta como son. Un papá al que hay que contarle cómo estamos, al que hay que escuchar, que nos anima a portarnos bien con nuestros hermanos. En definitiva, intentar que esa hora de oración fuera una hora de intimidad agradable, alegre y confiada.

Creo que esa es la esencia del Padrenuestro que Jesús nos enseñó. Más que una serie de palabras, una manera de relacionarse con Dios. Un manera, por cierto, profundamente tierna e infantil.

Un abrazo fraterno – @scasanovam

¿Por qué el Señor nos ha hecho sufrir hoy una derrota…? (1Sm 4, 1-11)

Lo de los israelitas me suena a conocido. Conozco mucha gente que se piensa que por traer «el arca» a la batalla no va a tener ningún problema para alcanzar la victoria. Es la tradición de poner una vela antes de un examen, de rezar para que me toque la lotería, de pedir para que no me venga una enfermedad, etc.

Si en lugar de preparar nuestras armas, de ponernos en forma, de preparar la estrategia… nos dedicamos a meter a Dios enmedio a ver si nos resuelve la papeleta… mal vamos. Hay gente que confunde «poner a Dios en medio» con darle a Dios la responsabilidad que no tiene. Y además, ¿qué pensarán los «filisteos» después de vencer a un dios? Pues nada, más reforzados imposible…

Dios no está para resolver las batallas de mi vida. Lo tengo claro.

Un abrazo fraterno

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