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El paso del temporal… con fe (Mateo 8, 23-27)

Ayer escuché una historia dolorosísima de boca de una de las personas que más quiero. Era su historia. Una de estas historias en las que uno piensa si hacía falta tanto, tanto dolor… y de esa forma. Los temporales llegan. Antes o después. Y un temporal hace que todo se tambalee y que uno se paralice por el miedo…

Yo he tenido la suerte, por la educación religiosa recibida y también por los dones regalados por el Padre, de poder afrontar los pequeñísimos temporales que han azotado mi vida con Jesús en mi barca. Igual que a los apóstoles, la presencia de Jesús en mi barca me supuso siempre ser capaz de «aguantar» el temporal hasta el final. ¡Cuántas veces el 15380Señor parece que duerme! Su silencio nos aterroriza, nuestra fe flaquea…

En realidad es fácil creer cuando todo me va de cara. Es fácil dar gracias por todo lo maravilloso que me sucede en la vida. Es fácil agradecer el regalo de mis hijos, el amor de mi mujer, la familia que tengo, el trabajo… Es fácil ver en Jesús a aquel que me cuida, me protege, no deja que nada malo me pase… Así pienso y pensamos a veces… Incluso a veces es tan fácil que acabamos apartándonos del Señor, tomando otros caminos dejándolo de lado, olvidando el agradecimiento por tanto…

¡Qué útiles son los temporales a veces! Qué útiles para sentirse pequeños, débiles, frágiles… qué útiles para devolvernos a la realidad, qué útiles para recordarnos que, al final, en la vida existe el dolor y que, sin Jesús, puede acabar con nosotros.  Sólo hay que ver y oír los testimonios de personas creyentes a las que les ha pasado de todo… y ahí están, alegres, serenas, agradecidas…

Llegará otro temporal y a mi me pillará con el Señor en la barca, lleno de pánico pero junto a Él. Y eso me una paz tremenda…

Un abrazo fraterno

No hay temor en el amor (1Jn 4, 11-18)

Una de las bases del amor es la confianza. Quién confía, no teme. Quién ama, no teme.

Estos últimos días llegaron a mi poder unos mp3 de momentos radiofónicos en los que, tras ponerse en contacto una novia con los responsables del programa, una de las chicas del programa llamaba al novio haciéndose pasar por una interesada en él. El objetivo es «poner a prueba» la fidelidad del novio en cuestión. El que ama no pone a prueba. Es tremendo pensar en parejas que funcionan con esas dinámicas… Funcionan desde el miedo: miedo al compromiso, miedo a la ruptura, miedo a la infidelidad, miedo a la convivencia, miedo al futuro, miedo al amor, miedo a…

El amor de Dios tampoco se debe poner a prueba. Yo intento no hacerlo aunque la barca se mueva y el temporal azote. Sé que Él está aunque a veces me parezca un fantasma y sólo intuya su sombra de niebla. Intento no ponerlo a prueba en mis oraciones, en mis deseos… Él me ama. Ama al mundo. «No temáis, soy yo»… Para alguien con tantos miedos como yo, la Palabra de hoy es perfecta…

Un abrazo fraterno

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