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¡Al Señor se lo pedí! (I Samuel 1, 9-20)

El Señor es poderoso. Eso nos vienen a decir las lecturas de hoy. Él todo lo puede.

Creo que esto lo ponemos a veces en entredicho y pensamos que no es así. Otros se decepcionan porque piden y no se les concede lo solicitado. Y otros se regocijan cuando se hace realidad en sus vidas aquello por lo que tanto clamaban a Dios.

Yo creo que Dios es topoderoso. Y creo que hay que hablar con Él y también pedirle presentándole mi vida, mis sueños, mis aspiraciones, mis anhelos… Pero también estoy convencido de unas palabras de Tomás Moro: «Nada puede pasarme que Dios no quiera. Y todo lo que Él quiere, por muy malo que nos parezca, es en realidad lo mejor». Hay cosas que no pido porque no me parecen anhelos profundos. Dios no es una lotería al que se le pide a ver si toca. Es una relación profunda de amor en la que uno tiene derecho a pedir, a expresar…

La historia de Samuel me parece preciosa. Tal vez el camino de Ana tenía que llevarla a ese punto para descubrir a ese Dios y para descubrirse a ella misma.

Un abrazo fraterno