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Hombres y mujeres de bien (Eclo 44,1.10-15)

Hay vidas que merecen la pena ser contadas y recordadas. Porque antes de nosotros, han pasado por el mundo muchos hombres y mujeres de bien. Algunos son parientes nuestros: padres, abuelos, bisabuelos, tíos, tías… personas que con sus decisiones, opciones, legados, valores… han ido conformado un ser familiar que llevamos en la sangre. Otros han sido personas relevantes en la sociedad por motivos diversos: deportistas, políticos, artistas, científicos… personas que han contribuido a que la humanidad haya dado pasos en la buena dirección. Otros muchos son personas anónimas y desconocidas pero que, a la vez, guardan en sus biografías auténticas historias maravillosas de amor, de superación, de entrega, de lealtad, de fortaleza…

Vivimos tiempos sin grandes referentes. No porque no los haya, sino porque hemos ideologizado tanto las cosas que es difícil hoy ser referente de algo. Y aún así, nuestros niños y nuestros jóvenes necesitan de personas a las que mirar. No por ser superhéroes, o famosos, o instagramers, sino por haber vivido vidas, más largas o más cortas, que han valido la pena. ¡Contemos esas vidas! Los que somos creyentes, tenemos en los santos grandes ejemplos y también en otras personas fuera de la Iglesia. Los que no son creyentes, lo mismo.

No perdamos el tiempo con personas que han decidido que sus vidas no valgan más que para ser escaparates, cacharros rotos. No endiosemos a quién no se debe sino, más bien, busquemos y encontremos a Dios en quienes lo han transparentado antes que nosotros.

Un abrazo fraterno – @scasanovam