Una historia de Adviento: Capítulo 16

Tal vez no era lo tradicional pero a Carlos le sirve. Si le preguntas no sabe cómo explicarlo pero necesita hacer presente de alguna manera el momento que está viviendo y la pequeña «pista» que se le había aparecido en el camino. La Navidad está cerca y Carlos sabe que no está preparardo para vivir lo que Fátima vive. Pero algo muy adentro le ha empujado a comprar ese velón aromático en el Zara Home de la esquina.

Ya en casa le busca un rincón. No quiere que esté a la vista de todos pero tampoco quiere que esté tan escondido que tenga que buscarlo para verlo. Y encuentra el rincón perfecto. En el salón. En una esquina, junto a la ventana. Encima del mueblecito para los CD’s. Pasa desapercibido. Eso le obsesiona. No quiere pasar el trago de que alguien, excepto Fátima, le pregunte que de dónde ha salido el velón, que qué significa. No sabría explicarlo y se sentiría un fracasado. Ésa es su decoración navideña. Toda. No hay más. Para él es mucho. Y muy significativa.

Ahora el día ya ha caído y la oscuridad se apodera de la estancia. Carlos coge la caja de cerillas y prende el chasquido. El velón empieza a dar luz. Es un velón grande y blanco. Y el aroma que desprende es íntimo, penetrante. Carlos lo mira. Y sin saber muy bien a quién van dirigidas, hace suyas las palabras del salmista: «Señor, enséñame tus caminos […] acuérdate de mi con misericordia«. Y sigue con su trabajo. Pero ya no sigue solo.

Continuará…

velonblanco

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