#Narraluz 11

11_blog

– No acabo de entender…

– No hay nada que entender. Es parte del misterio…

– ¿Misterio? No te entiendo. No entiendo esa aceptación abnegada de la realidad. El gran drama del mundo acontece cada día y, mientras, Dios observa, como un jubilado más; ahí, apoyado en la valla, en silencio, sin intervenir, dejando que todo suceda sin más. ¡¿Y me dices que es parte del misterio?! Yo no pudo creer en ese Dios inmóvil en el que tú crees.

– Yo no creo en ese Dios que observa del que me hablas. Yo creo más bien en el Dios que espera a que algunos de nosotros alcemos la mirada y vayamos a su encuentro. Yo creo en el Dios de la paciencia inagotable y de la esperanza infinita.

5 comentarios
  1. Carmen Alvarez
    Carmen Alvarez Dice:

    «Yo creo en el Dios de la paciencia inagotable y de la esperanza infinita» . Yo no podría definirlo mejor, es el Padre que espera, que se compadece y que siempre está dispuesto a recibirnos con los brazos abiertos cuando volvemos a El. Al darnos la libertad está dispuesto a aceptar que nos carguemos su obra. ¿Existe alguien capaz de querer así? ¿Capaz de querernos tanto que, al dejarnos libres, podamos darle la espalda y siempre esté dispuesto a perdonarnos?
    Os doy las gracias por este Narraluz, porque en medio de el lío cotidiano a veces me olvido de esto… Y vosotros me lo habéis recordado! Un abrazo a Santi y a Jota

    Responder
    • Carlos Carrasco
      Carlos Carrasco Dice:

      Yo también creo y siento a ese Dios de la paciencia inagotable, del perdón infinito y del amor sin límites, sin medidas. Las personas no somos ni por asomo capaces de atisbar la experiencia del amor de Dios, pero pensamientos como estos nos ayudan a caminar. Gracias por la difusión.

      Responder
  2. Rafael Latorre
    Rafael Latorre Dice:

    Yo creo en el Dios que está todo el día vigilandome como un padre a su hijo, viendo cada paso que doy, alegrasandose de mis triunfos y entristeciendose de mis derrotas, siempre a mi lado, esperando solamente una mirada mia para venir a mi encuentro, a mi ayuda, a levantarme cuando me caigo y a darme fuerzas para seguir adelante.
    Yo creo en ese Dios misericordioso al que fallo día a día, al que intento sustituir por mi propio yo, y que sin embargo, sigue a mi lado, levantandome cuando me caigo…………

    Responder
  3. Noe
    Noe Dice:

    Me encanta la imagen y me encanta el relato. Y me encantan l@s jubilad@s, les llamo cariñosamente «ingenieros de a pie de calle».

    Y esta noche me quedo con…»No hay nada que entender. Es parte del misterio»

    Muack 😉

    Responder
  4. Susana H. #iMision (@SueHortig)
    Susana H. #iMision (@SueHortig) Dice:

    Una foto complicada, ¿eh? Una foto de alguien que mira, y nada más. Un anciano, de evidente mal gusto a la hora de vestir (tenía que decirlo), que observa y que es ignorado. Y, a partir de esa foto, se os ocurre hablar de Dios, y de miradas.
     
    Curiosamente, las miradas del texto dividen a Dios: un Dios que mira y otro que es mirado. Al igual que en la foto: alguien comtempla o espera, y el mundo le da la espalda y rehúye sus ojos, estableciendo así la separación.
     
    Qué bien que no se trate solo de miradas. O tal vez sí, porque solo se ama cuando se mira, desde la libertad y para ella. Solo hay amor hacia un rostro largamente escrutado, al que se han entregado el tiempo y la tentación de suponer qué habrá detrás. Solo hay conocimiento cuando se ha amado a pesar de todo, de la desconfianza y del miedo, de las decepciones y las traiciones. Solo ama el que espera, paciente, a que el otro busque su mirada.
     
    Va a ser que sí. Que estoy completamente de acuerdo con el Narraluz de esta semana.

    Responder

Dejar un comentario

¿Quieres unirte a la conversación?
Siéntete libre de contribuir!

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *