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Jugando con los números enteros

Hoy hemos bajado al patio. Me encanta recordar la cara que pusieron en clase cuando les dije que íbamos a bajar al patio a jugar con los números enteros. Sonrisas, aplausos, caras de sorpresa… Creo que la sorpresa, sin dejar que te convierta en su esclavo, es algo básico en cualquier experiencia humana. Está bien el orden, la rutina, el método… pero si a eso le metes algo sorprendente y rompedor de vez en cuando… ¡Es genial!

Hacía bueno y el objetivo era practicar el cálculo mental y jugar con la suma y resta de enteros. Nos pasamos unos 30 minutos jugando y el rato estuvo fenomenal.

El primer juego consistió en ponerse todos en fila. Su lado derecho era el lado positivo y su lado izquierdo era el lado negativo. Yo iba diciendo en alto sencillas operaciones y ellos debían moverse tantos pasos como diera el resultado hacia el lugar correspondiente (positivo o negativo). Por ejemplo, si yo decía «¡4-7!», cada uno debía moverse tres pasos hacia su izquierda. Y si yo decía «5-(-1)», pues cada uno debía dar seis pasos hacia la derecha.

Pero el juego estrella fue una versión matemática del juego del pañuelo. Dos equipos, cada uno en un lado del patio. Yo en medio. Mis operaciones era ya más difíciles. Cada equipo tenía que mandar a tantas personas, cogidas de la mano, como diera el resultado. Si el resultado era positivo, venían mirando hacia adelante. Si el resultado era negativo, venían hacia atrás. El equipo que llegara antes hasta mí tenía un punto. ¡Fue muy divertido!

Al final, cuando ya terminamos, una alumna se me acercó y me dijo «qué buen profe eres». Me eché a reír. Le pregunté si además de estar a gusto, estaban aprendiendo algo. «Mucho» me respondió. Satisfecho me quedé.

Creo que esta clase está haciendo un gran trabajo y que, juntos, están perdiendo el miedo a las matemáticas. Están empezando a saborear el pensamiento, el reto matemático, el método, el orden, el problema, el cálculo… Están empezando a descubrir que cuando uno se acerca, y pierde el miedo, no sólo disfruta sino que los resultados acompañan.

Sigamos así.

Un abrazo – @scasanovam

Las mates se me dan mal

Cuando comenzó el curso, el primer día de clase de Matemáticas de 1º ESO, les pedí a mis nuevos alumnos que me escribieran en un papel varias cosas. Entre ellas, les pedí que me contaran sus sentimientos hacia la asignatura y cómo se veían ellos en la misma. Ciertamente no me sorprendí: me aburre, la odio, no me gusta, soy malo, no se me da bien, me cuesta mucho… 

Es digno de reflexión el profundizar en las causas de esta «mala fama» de las Mates, una asignatura que puede ser, sin duda lo digo, de las más gratificantes, divertidas y apasionantes del espectro de asignaturas de cada curso. Creo que el peso psicológico sobre la misma es muy alto y que hay un buen número de alumnos y alumnas que, en algún momento de su vida decidieron que las mates se les dan mal, y ya arrastran la maldición hasta el final de sus estudios.

Una de mis tareas en este primer mes de clase ha sido crear ambiente en el aula, un ambiente de respeto entre nosotros pero, a la vez, un ambiente distendido. Las mates se trabajan mejor si lo hacemos relajados. Concentrados pero relajados. Relajados pero concentrados. Les he dicho en clase ya muchas veces, en estos primeros días, que es necesario que estén enchufados. No quiero a nadie fuera del aula y con la mente en otro sitio. Intento preguntar mucho, hacer participar a todos, procurar que descubran errores, que hagan ejercicios, que ayuden a sus compañeros, que me corrijan a mí si cometo errores, etc. Hay que estar plenamente metidos pero eso, a la vez, es lo que te permite disfrutar.

Los resultados del examen del primer tema, de números naturales, han sido muy buenos. Vamos a ver si lo conseguimos. No sólo que aprueben todos sino que nadie repita ya la frase que activa todas las maldiciones: «las mates se me dan mal».

Un abrazo