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Elige la vida (Deuteronomio 30,15-20)

Vaya tres lecturas tenemos hoy. ¡Madre mía! Tremendamente especiales para mi, sobre todo el salmo y el Evangelio que se concentran en la frase del Deuteronomio: «Elige la vida».

Recuerdo cuando me debatía internamente allá por el año 2000, en Coruña. La duda de apostar la vida por Esther, en Madrid, era lo más importante y difícil a lo que me enfrentaba nunca. Dejar mi ciudad, mis amigos, mi familia, la carrera sin acabar… y jugármela cuando Esther y yo no éramos más que dos personas empezando a salir juntos, fue algo muy jodido (siento el término). Y recuerdo leer muchas, muchas veces este Salmo 1. Y recuerdo interpretarlo, no sé si correctamente desde el punto de vista teológico, y sentir que era Palabra de Dios para mi. El camino que yo eligiera era un camino legítimo, fuera quien fuera. Me lo estaba planteando en serio, desde Dios, con Dios en medio, y con el fin de ser más feliz. Ese «camino del justo» no iba a ser abandonado por Dios. Y con esa confianza, no en que todo me fuera a salir bien sino más bien en que pasara lo que pasara Dios iba a estar a mi lado, elegí un camino y aquí sigo, caminando.

Y el Evangelio me recuerda algo parecido. Ese «perder la vida» trae a mi corazón el tema de la Hermana Glenda que me pone los pelos de punta. «No tengáis miedo». Buen lema de vida. Difícil lema.

Hoy tomo conciencia de lo elegido. Sigo apostando vivir desde el riesgo que supone elegir y optar buscando la felicidad.

Un abrazo fraterno

El Señor nos bendiga (Sal 66)

Este es el primer post del año que comienza. La primera entrada del año 2010.

Pocas veces he empezado el año tan bien. Acostarme a las 3:30 esta noche no ha impedido que a las 9:15 estuviera en pie, abrigo y gorra en mano, saliendo a buscar churros como manda la tradición popular. En Coruña a esas horas se estaba de vicio. No llovía, hacía fresquito y las calles estaban casi vacías, exceptuando el ligero goteo de los jóvenes que volvían a sus casas en pandilla tras la fiesta nocturna. Me hubiera quedadndo paseando un buen rato en soledad. Subí los churros a casa, desayuné y luego me fui a misa de 10:00. Cortita, sencilla pero que me infundión el estado de ánimo ideal para empezar un año con buen pie: encontrándome conmigo mismo, acompañado por mi silencio y la palabra del Padre.

Por último, sentado frente al sofá, como es tradición en la familia Casanova-Miralles (y ahora en la Casanova-Morales), para darle la bienvenida real del año: desde Viena y a ritmo de valses, disfrutando con los trajes glamurosos de las bailarinas, con la elegancia de los músicos, con las notas más hermosas jamás compuestas… Es un comienzo de año «espiritual» pero es que hace ya tiempo que me cansé de las fiestas, de las aglomeraciones, de las fachadas y las mascaradas y, aunque entiendo que hay una edad para todo, también reconozco en mi la capacidad de disfrutar de la vida que se me regala de verdad.

El salmo viene a expresar perfectamente los deseos para este nuevo 2010. En el día de María, cerca de Jesús, y después de mirar atrás haciendo balance, no queda más que pedir bendiciones al Señor y esperar que poco a poco la luz del Evangelio se vaya abriendo camino en las oscuridades del mundo.

¡Bienvenido 2010!

Él es mi auxilio y mi escudo (Sal 32)

En la línea de mis sentimientos de estos días recibo hoy con gozo el salmo 32. Ese final lleno de confianza en el Padre y en sus proyectos me anima a buscar la verdad de mi vida y a no tener miedo de apostar por aquello qu discierna «de Dios para mi». Sé que toda mi fuerza radica en Él y que mi vida está en sus manos. No porque Él la manoje a su antojo sino porque la sostiene en las consecuencias de mi libertad.

Estamos ya en la semana de Navidad y la espero con ganas. El domingo ya está en el horizonte. Tengo ganas de ir a Coruña con los míos.

Un abrazo fraterno