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Los cerrojos de tus puertas (Sal 147)

El Señor refuerza los cerrojos de mis puertas. Entiendo que los cerrojos de las puertas sirven para proteger lo que hay detrás de ellas, que es algo valioso.

Después de todos estos años de vida algo valioso guardo en mi interior. La educación recibida, las experiencias vividas, la formación acumulada, mis propios discernimientos, mis promesas y compromisos, mis sueños y proyectos, las personas con las que camino en la vida, mis heridas y mis pasiones, mis emociones, mi fe y mis creencias, mi libertad y mi valentía, mis temores… Todo eso guardo tras mi puerta. Y cierto es que son muchos los que quieren entrar a robar, los que quieren echar por tierra mucho de lo acumulado, los que quieren que lo que hay dentro de mi se pierda, los que quieren ocupar éstas mis tierras y gobernar por encima de mi propia autoridad.

Mi oración, mi comunidad, mi matrimonio, la Eucaristía… Dios se sirve de muchas cosas para reforzar los cerrojos. Que, al menos, el que entre sea por encontrar la puerta abierta a su llegada, no porque su fuerza pudo derribarla sin oponerse resistencia.

Un abrazo fraterno

Señor, roca mía (Sal 18)

Muchos días sin escribir equivalen a muchos días sin orar en serio. Es fácil seguir mi oración. Si escribo, oro. Si no escribo… apagón informativo, apagón orante.

Ha empezado la cuaresma y me ha pillado en tierras americanas, cerquita de Chicago con muchísimo frío. Ya he vuelto pero hoy he salido de viaje de nuevo. Primer lunes de mes y reunión de formación en la comunidad para compartir nuestro trabajo personal sobre las emociones. Ejercicio de Focusing y desplome absoluto. Colapso total del bonito rascacielos construido, de la hermosa y maldita torre de Babel, donde nada se entiende. El ejercicio fue muy duro. Prendió la chispa.

«¿Y ahora qué?» me pregunto continuamente desde hace un rato. Por lo de pronto, vuelta a la oración. Un guerrero conoce sus heridas aunque no las muestre en la batalla. Y a él también le duele la limpieza primera que lleva a la curación. Como la Magdalena con Jesús, tambié las lágrimas empezaron a lavar mi alma. Me siento vivo. Me sé en lucha. Me he visto guerrero como si del viaje del anciano avaro de Cuentos de Navidad se tratara. Y me siento débil también. Despojado de vestimentas. No me agrada.

Señor, roca mía.

Un abrazo fraterno

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Elige la vida (Dt 30, 15-20)

No me digáis que no suena un poco raro esto de «elige la vida» justo al comienzo de la cuaresma. Suena demasiado fresco, demasiado optimista, demasiado bueno… bien podría ser el lema de un anuncio de campaña de Coca-Cola. Pero es palabra de Dios para mi, hoy. «- Santi… elige la vida». Creo que ya he descubierto mi ayuno particular para esta cuaresma. No va a ser un ayuno a base de renuncias sino más bien un ayuno de renuncias.

Quiero elegir la vida. La elijo. Renuncio a perder el tiempo delante del ordenador en lugar de vivir con los niños o con Esther. Renuncio a perder tiempo de lectura por dedicarlo a otras cosas superfluas. Renuncio a descansar pocas horas por no ser divertido. Renuncio, renuncio, renuncio… aún quedan muchos.

Elijo la vida. Elijo exprimirla. Elijo profundizar en mi. Elijo ser fiel a mi oración personal. Elijo seguir trabajando mis emociones. Elijo cuidar mi alimentación y no dejarme llevar. Elijo, elijo, elijo…

Aunque pueda parecer light… es todo un reto…

Un abrazo fraterno

El Señor me sostiene (Sal 3)

Hoy en mi comunidad fue el primer día de puesta en común del trabajo personal que hemos decidido empezar para este curso alrededor del tema de las emociones.

 ¡Qué difícil! Ayer hubo un momento que me recorrió una emoción de desazón al pensar que nunca sería capaz de llegar a controlar y a observar qué emociones me traspasaban. Es un trabajo arduo que quiero realizar y al que me quiero enfrentar pero que me supone un tremendo esfuerzo y una gran capacidad de profundización y observación. No sé si seré capaz. Pero el salmo me sopla confianza. El Señor me sostiene. El Señor me mantiene en pie. Vale la pena crecer aunque la ropa se nos quede pequeña y nos apriete, aunque los primeros momentos de incomodidad aparezcan.

Ojalá mis hermanos me ayuden…

Un abrazo fraterno