Alabad al Señor (Sal 86)

He leído las lecturas de hoy, Padre, y no consigo descubrir qué quieres decirme hoy. A veces me pasa. Tal vez el cansancio, tal vez la la dispersión, tal vez las interferencias que yo mismo provoco… A veces me pasa. Y hoy es uno de esos días. Las leo y las vuelvo a releer y me gusta lo que dicen pero no logro extraer nada valioso para mi vida. ¡No porque no digan nada! Los pasajes del Evangelio referentes al pastor y sus ovejas son hermosos y cargados de gran mensaje pero hoy, a mi, no me está resultando fácil orar.

Así que prefiero no darle muchas más vueltas. La oración no se puede forzar. Me presento humilde ante ti y te alabo, Padre. Te doy gracias por el día vivido, por Esther y por Álvaro. Te doy gracias por las pequeñeces que hoy me han hecho feliz.

Poco más. Mañana será otro día.

Un abrazo fraterno

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