Sin Espíritu no nos entendemos… #mioracióndehoy

Supongo que habéis tenido también estas conversaciones sobre Dios y la Iglesia que, al rato, ves que no van a acabar en ningún sitio. No tienen por qué ser conversaciones con ateos, agnósticos o pasotas obligatoriamente. Pueden ser conversaciones con personas de Iglesia, católicos, como uno, pero con diferencias en la manera de seguir a Jesús. Hay momentos en que llegas a un punto en el que sabes que no va a haber entendimiento.

La primera lectura de hoy me ha dado mucha luz al respecto. A veces, sin darnos cuenta, nos ponemos a hablar de «cosas del Espíritu» como si fuera un tema de gobierno, de política, de universidades, de empresa… Con la lógica que usamos para todo lo demás, con la manera de razonar que usamos para todo lo demás, con la manera de pensar y el lenguaje con el que afrontamos otras cosas de la vida. Y así se hace complicado. Porque «las cosas del Espíritu» requieren que las personas las miren, las contemplen y las valoren y asuman desde el Espíritu. Sin ese Espíritu «habitando» en las personas difícilmente se pueden «ver» determinadas realidades.

Orando sobre esto también he caído en la cuenta lo fácil que es juzgar a otros que no invocan ni desean que el Espíritu les habite. Sin esa perspectiva, ¿cómo vamos a actuar de la misma manera? ¿Cómo vamos a percibir al otro como hermano de la misma manera? ¿Cómo vamos a afrontar las dificultades de la misma manera? ¿Cómo vivir nuestros dones?

Un abrazo fraterno

¿Cansancio? ¿Miedo? ¿Desconsuelo? Jesús #mioracióndehoy

Es fácil descentrarse. ¡El día a día es tan complicado! ¡Hay tantas cosas que hacer! Para un papá trabajador como yo, viviendo en una ciudad como Madrid, al día le faltan horas si uno quiere hacer todo lo que quisiera. Los hijos, sus colegios, las tareas, los estudios a su lado, las idas y venidas, hacer la compra, la lavadora, tener la casa recogida, un ratito para descansar y encontrarme con mi mujer, el trabajo, los viajes… y luego todo el tiempo dedicado a los demás y a la evangelización… Parece imposible. Y lo es. Y el problema es que en toda esta vorágine a veces acabo desprendiéndome de aquello más importante.

Hoy me lo recuerda S. Pablo en su carta. Él habla de buscar a Jesús, de poner en el centro su Evangelio, de buscar en Él consuelo y fuerzas. ¡Qué necesitado de fuerzas estoy tantas veces y qué poco le busco! ¡Cuántas veces pienso que estoy siguiéndole y lo que estoy es inmerso en una vorágine personal de compromisos, acciones, respuestas…! ¡Cuántas veces afronto el futuro con desánimo, incertidumbre, miedo…! Signos, todos ellos, de haberle soltado la mano al Maestro…

Ayer celebré en fraternidad la festividad de S. José de Calasanz. Laicos y religiosos juntos, compartiendo carisma y misión, mirando al Fundador e intentando ser santos, como él lo fue. Su secreto fue, tal vez, no perder ese centro. Jesús, Jesús, Jesús. Y María para llegar a Él. Y oídos para escuchar al Espíritu y pies para seguirle allí dondequiera que nos lleve.Así sea yo, Padre.

Un abrazo fraterno

Acción de gracias llena de dolor #mioracióndehoy

Leo las lecturas de hoy y veo que el Señor trae lo importante a escena en esta vuelta de verano. He seguido, y lo sigo haciendo, con inquietud, preocupación y dolor las noticias que llegan de Irak. No es el único lugar donde suceden estas atrocidades, limpieza étnica y religiosa, Tal vez su posición en el tablero geopolítico y su protagonismo en los últimos años, hacen de Irak un objetivo de los medios de comunicación. Lo cierto es que hay lugares de África, como República Centroafricana o Nigeria, donde estos actos vienen siendo constantes. Parece que África no consigue entrar en los periódicos si no es por un mundial de fútbol o la «primavera árabe» de los países más «occidentalizados».

La carta a los Tesalonicenses es una llamada a mirar a estos hermanos nuestros, perseguidos y masacrados, y dar gracias a Dios por ellos. Es su fe la que hoy nos sostiene a todos. Es su sacrificio el que alimenta la Iglesia de hoy y de mañana. Como dice la Palabra «es deber nuestro dar gracias».

Un sentimiento difícil de manejar presento hoy ante el Padre. ¡Me resulta tan fácil dar gracias por estos hermanos mirando su martirio desde lejos! ¡Me parece hasta inhumano, hasta frívolo! Ver cómo mueren, cómo acaban con sus vidas… y luego dar gracias en mi oración, sin más… me cuesta tragarlo Padre. ¡¿Dónde estás?! ¡¿Por qué no acudes al auxilio de estos hijos tuyos?! ¡¿Es necesario todo este sufrimiento?! A la par me siento un privilegiado, alguien que no puede albergar la queja en su boca ni en su corazón. Como padre, además, siento que dar gracias a Dios cada mañana es de los mejores legados que puedo dejarles a mis hijos.

Se acaba el verano y todo vuelve a su cauce, al menos para algunos. Otros hermanos simplemente miran al cielo y luchan por sobrevivir un día más…

Un abrazo fraterno

Hombre rico, hombre pobre #Diosmesalva

Ha habido veces que he deseado tener más dinero, vivir en una casa más grande, disponer de más tiempo libre y poder viajar a mi gusto. Yendo hacia mi oficina, tengo que atravesar La Florida, una de la urbanizaciones más «adineradas» de Madrid. Muchas veces he deseado vivir en una de esas grandes casas, rodeadas de verde, frondosos árboles, con espacio para celebrar… Alguna vez he deseado ser rico.

Luego, con la cabeza centrada y el corazón cerquita del Señor, me convenzo de que estoy en el mejor de los sitios. Vivo en Carabanchel, uno de los barrios humildes de la capital, rodeado de grafittis, cacas de perro, socavones y zonas sin arreglar por el Ayuntamiento… Mi casa no está mal pero es un piso en el que nos apañamos los cinco, sin garaje y sin lujos. No nos falta de nada.

Leo la lectura del carta del apostól Santiago de hoy y brinco de alegría por no ser rico. ¡Qué dureza! Madre mía… Qué difícil ser rico y no desear más. Qué difícil usar con generosidad lo que te ha sido dado. Qué responsabilidad ante Dios… Qué sensación de no necesitar nada, de poderlo todo, de dominarlo todo, de poder comprar todo… El pobre, por contra, se abandona a sus esperanzas, a sus anhelos, a su Señor.

Doy hoy gracias por lo que tengo. Me considero afortunado, muy afortunado. Rico comparado con personas, hermanos, que se debaten en situaciones de extrema necesidad. Gracias Padre…

Un abrazo fraterno

pobrerico

Revitalizando la construcción… obras, obras, obras #concretandolafe

Hablar, creer, debatir, proponer, tuitear, reflexionar… todo eso está bien Santi. Pero ¿obras?

Santi, ¿como concretas día a día el amor a tu mujer y a tus hijos?
Santi, ¿honras a Dios con tu trabajo? ¿Eres responsable, honesto? ¿Santificas tu tarea?
Santi, ¿qué haces por los pobres de tu barrio? Concreto, por favor… ¿qué haces por ellos?
Santi, ¿qué haces por las familias del cole en paro, con dificultades económicas, en situación de rescate social?
Santi, ¿acudes a la llamada del que sufre? ¿Estás atento a las necesidades de los que conoces?
Santi, ¿entregas tiempo y dinero a los más necesitados?
Santi, ¿qué haces en la Escuela Pía por las misiones, por los colegios, por los niños y los jóvenes?
Santi, ¿sabes los nombres y apellidos de las personas que necesitan de alguien que les cure, les auxilie, les atienda?

Obras. Obras. Menos ingenieros y más obreros. Eso significa el lío del Papa Francisco. Samaritanos que atiendan a los que se encuentran en su senda.

Me queda mucho por mejorar, por concretar. Que el Señor me dé luz y capacidad de respuesta, valentía. Porque al final, como dice el Evangelio de hoy, el que obra, el que no se esconde, el que se la juega… se encuentra con la Cruz. Sino… malo.

Un abrazo fraterno

obras

El juego del espejo #animateajugar

El apóstol Santiago nos propone hoy un juego: el juego del espejo. Las reglas son fáciles: te pones delante de un espejo y te cuentas lo que ves. ¿Qué ves? ¿A quién ves? ¿Es parecido a Jesús lo que ves?

Yo, si me pongo delante del espejo, veo a alguien que intenta ser lo más fiel al Evangelio pero que no lo consigue muchas veces. Me vienen cosas a la cabeza por las que bajo la mirada y no soy capaz de mantenerla. Veo a alguien que hace muchas cosas, en las que muchas veces no sabe si es por Dios por quién lo hace o por él mismo. Veo a alguien que quisiera ser mucho más puro en sus intenciones, menos airado en sus formas, más suave en sus caricias. Por otra parte, veo a alguien que se la juega, que no es ni de aquí ni de allá, que es capaz de dejar y reconstruir, de moverse e ir donde el Señor le llame. Veo decisiones tomadas con la absoluta confianza de que el Señor me sostiene.

Leo el Evangelio y compruebo que, para los que tantas veces sufrimos de ceguera, la vista no vuelve de repente sino que el proceso de encontrarnos con el Maestro con nitidez es algo paulatino, un proceso de recuperación de aquello perdido. Eso me consuela.

¡Hazme ver Señor! ¡Que todo aquello confuso, que todas aquellas decisiones por tomar, que todas las llamadas que me haces llegar… tengan respuesta nítida y llena de fe!

Un abrazo fraterno

Muebles-Espejo-Agrip

¿Cómo llevas lo de las pruebas? #buenapregunta

Esto de las pruebas, tengo la sensación, de que no va con nosotros. Nosotros somos más de «evaluación continua». Nos gustaría vivir en un mundo donde no se nos probara, donde no tuviéramos que demostrar, de manera concreta y en un momento concreto, la valía y calidad de nuestras convicciones, de nuestra fe.

Una de las manías que tenemos es otorgarle a Dios el rol de «examinador». No voy a ser yo quién niegue tajantemente esta posibilidad porque Dios puede hacer lo que le venga en gana, me guste a mí o no, lo considere propio de Él o no. Pero en general, es mi opinión, es la dinámica de la existencia y del mundo, de la sociedad en la que uno vive y de los problemas a los que se enfrenta, la que nos pone delante de situaciones complejas. Es el mal que acecha y viene a buscarnos, a provocarnos.

¿Qué hacemos si entran en medio de una misa unos desaforados? ¿Y si pintan amenazas en las paredes de mi parroquia? ¿Y si me acosan en twitter por ser cristiano? ¿Y si me chantajean en el trabajo por descubrir prácticas ilegales? ¿Qué hacemos cuando llega la enfermedad sin explicación? ¿Y si no llega el hijo esperado? ¿Y si ese embarazo tan deseado se tuerce? ¿Y si muere quién tendría que vivir? ¿Qué hacemos si nuestra propia esperanza se deshace, si sentimos que la oscuridad se adueña de mi vida?

Nuestra fe se prueba en lo concreto. En acciones, en decisiones… no sólo en intenciones o actitudes. Nuestra fe salva en momentos concretos, en lugares concretos, ante situaciones concretas… o no sé si salva en absoluto.

No es un tema banal. La primera lectura de la carta del apóstol Santiago, es preciosa. Pidamos sabiduría y fe. Pidámoslas sin dudarlo. ¡A gritos! El Señor responderá…

Un abrazo fraterno

TEMPORAL EN A GUARDA

A esto nos invita el Señor (Romanos 12, 5-16a)

No voy a hacer comentarios… Simplemente os voy a leer la Palabra de la Carta a los Romanos de hoy… A esto nos invita el señor. Tú también estás invitado. Y yo. ¿Aceptamos?

Dones y llamadas (Romanos 11, 29-36)

Me ha impactado mucho la primera frase de la lectura de Pablo de hoy. Señor, qué claro eres cuando quieres. Qué claro y qué rotundo…

Me hablas de dones y de llamadas. Los dones que me regalaste y las llamadas que me hiciste. Son para siempre. No puedo obviarlos, vivir como si no existieran, olvidarlos, pensar que se agotan o desaparecen… No es así. Son una bendición para siempre y una responsabilidad también. Son tu mirada sobre mi, Padre.responder_mensaje_iphone_0001

Mis dones fundamentales creo haberlos descubierto hace tiempo y siempre supe ponerles nombre: la alegría, la fortaleza, la confianza y la fidelidad. Alegría que me permite afrontar la vida con esperanza y transmitir mi ser cristiano de la manera más sencilla posible. La fortaleza que me permite afrontar trabajos y esfuerzos, cargar a la espalda, superar dificultades y afrontar problemas sin desfallecer. La confianza que me hace vivir con ligereza, feliz, sabiéndome amado y cuidado, poniéndome en tus manos. La fidelidad que me permite permanecer tantas veces aún no entendiendo, en momentos de desencanto, de pobreza, de oscuridad…

¿Las llamadas? A ser testigo tuyo, hijo de la Iglesia, esposo de Esther, padre de mis hijos, hermano de mis hermanos en la Escuela Pía y llamado a ser educador de niños y jóvenes.

Miro atrás y nada de esto ha cambiado. Ahí están. Inmutables por más que pasen los años. No puedo dejar de responder. Mi felicidad está en juego y también la parte de construcción del reino que me corresponde.

Tema serio éste. A tu lado, será más fácil.

Un abrazo fraterno

Quiero rezar más. ¿Y tú? (Timoteo 2, 1-8)

Qué Palabra nos dices, Señor… Qué cosas tan hermosas nos cuentas. ¿Por qué habrá gente que se acerca tan poco a lo que nos dices? ¿Por qué a otros nos cuesta tanto poner en práctica lo que nos sugieres? ¿Por qué no tenemos la fe del centurión, Señor? ¿Por qué somos de mollera tan dura?

119397Hoy nos pides que recemos, por todos, por todo. Nos pides que oremos con fuerza. Con confianza. Con fe. Y nos pides, hoy especialmente, que encomendemos a los políticos, a los dirigentes, a los reyes… a aquellos en cuyas manos, hemos dejado los pueblos nuestros destinos y que, seamos sinceros, tantas veces hemos pensado que son las manos equivocadas. El Papa hoy lo ha dejado bien claro: no es cristiano quién no se involucra en política. Rezar por los políticos es involucrarse, ¡y tanto! ¡Ojalá frecuentáramos más esta costumbre tan sencilla! ¡Mejor nos irían las cosas! Pero el Papa Francisco también ha sugerido que hay católicos, cristianos, que deben dar un paso al frente e involucrarse a fondo para cambiar el corrupto panorama del que nos quejamos. Yo me siento llamado pero… me da miedo, ¡pánico! Miedo de perderlo todo, de perderme, de perder a mi familia. Por otro lado pienso que si es el Señor el que llama, ya me capacitará ¿no? Él conoce a quién elige…

Quiero rezar más. Quiero rezar más apasionadamente, como si la vida me fuera en ello. No quiero una oración tibia y de carrerilla. Quiero que mis hijos me vean rezar más y llevarles, así, al camino de la oración. ¿Hay otro camino mejor?

Hoy me acostaré y rezaré completas. El Señor me conoce y sabe que, tal vez, mañana el cansancio me venza y que, una vez más, priorice el trabajo al rezo. Él me sigue esperando. Siempre espera… y me quiere, siempre…

Un abrazo fraterno