Evangelio para jóvenes – #Cuaresma2024 – Domingo 3º Ciclo B

Ayer sábado estuve en un encuentro de CONFER sobre Misión Compartida. Hablábamos y compartíamos sobre el camino recorrido por nuestras instituciones y sobre las claves para ir dando pasos en el mismo. Una vez más salió con claridad que hay que dedicar tiempo, energías y recursos a lo «verdaderamente importante» y no a lo que, simplemente, mantiene lo conocido hasta ahora. Hoy me encuentro con este evangelio de Juan y logro unirlo con la vivencia de este fin de semana (Jn 2, 13-25):

Se acercaba la Pascua de los judíos, y Jesús subió a Jerusalén. Y encontró en el templo a los vendedores de bueyes, ovejas y palomas, y a los cambistas sentados; y, haciendo un azote de cordeles, los echó a todos del templo, ovejas y bueyes; y a los cambistas les esparció las monedas y les volcó las mesas; y a los que vendían palomas les dijo: «Quitad esto de aquí; no convirtáis en un mercado la casa de mi Padre.»
Sus discípulos se acordaron de lo que está escrito: «El celo de tu casa me devora.»
Entonces intervinieron los judíos y le preguntaron: «¿Qué signos nos muestras para obrar así?»
Jesús contestó: «Destruid este templo, y en tres días lo levantaré.»
Los judíos replicaron: «Cuarenta y seis años ha costado construir este templo, ¿y tú lo vas a levantar en tres días?»
Pero él hablaba del templo de su cuerpo. Y, cuando resucitó de entre los muertos, los discípulos se acordaron de que lo había dicho, y dieron fe a la Escritura y a la palabra que había dicho Jesús.
Mientras estaba en Jerusalén por las fiestas de Pascua, muchos creyeron en su nombre, viendo los signos que hacía; pero Jesús no se confiaba con ellos, porque los conocía a todos y no necesitaba el testimonio de nadie sobre un hombre, porque él sabía lo que hay dentro de cada hombre.

Cuando eres joven, piensas que tienes fuerzas para todo y más. Posiblemente las tengas. A lo mejor te falta madurez o experiencia o sosiego o prudencia… Pero aunque la energía y los sueños son el ingrediente principal de la juventud, conviene que tampoco tú te equivoques de objetivo. Piensa a lo largo del día cuántas cosas te absorben afectividad, tiempo, confianza, seguridad, autenticidad… Muchas de ellas son importantes pero, otras muchas, son simplemente «lo que toca». Lo mismo pasa en este evangelio de hoy. Te dejo tres pistas:

  • «Lo que hay que hacer» – ¿Qué es realmente lo que tienes que hacer cada día? ¿Qué debería ocupar el centro de tu corazón y de tu mente ahora mismo? ¿Qué personas valen la pena? ¿Qué proyectos? ¿Entonces por qué sigues haciendo «lo de siempre», «lo de todos», «lo que toca», así, sin pensarlo. Jesús es judío y peregrina a Jerusalén en Pascua, como tantos hermanos suyos. Y allí se encuentra lo que se ha hecho costumbre sin que nadie rechiste, aunque no tenga ningún sentido. Los judíos, un pueblo celoso de su Dios y de su Ley, habían olvidado al primero para endiosar a lo segundo y, aún encima, manipulando. Y ale. ¿A cuántas cosas, personas, lugares, acciones, ocios, vicios… has endiosado tú? ¿A cuántos los has convertido en tu «costumbre», olvidándote de ti, de tu Dios, de tu verdad, de tu libertad? ¿A cuántos te has vendido ya?
  • «Mercadear con Dios» – Como si fuera un lobo de Wall Street… «Señor, si haces esto, te prometo…», «Señor, si me evitas esto, te juro…», «Señor, como me has librado de esto, te pago…»… ¿Qué tipo de Dios tienes en tu corazón? ¿Este Dios de compra-venta es el Dios cristiano? Por supuesto que no. Dios es inmanejable, ingobernable, inmanipulable. No pierdas el tiempo. Dedícate a amarle y a dejarte amar por Él. El amor nunca es mercado. Ni compra, ni vende. El amor, simplemente, se da y se recibe. ¿O no?
  • «Tampoco es encerrable» – Tampoco Dios es encerrable. Ni en una iglesia, ni en un templo, ni en una basílica, ni en ningún sitio. Jesucristo es el centro. Su persona, sin más. Y Jesucristo trasciende paredes, lugares, personas, espacios… gracias al Espíritu Santo. Claro que hay espacios sagrados. Claro que hay lugares privilegiados para el encuentro con Dios. Mientras no le encerremos en ellos… todo va bien. No son las piedras lo importante, ni el sagrario, ni la imagen del Cristo de mi cofradía, ni peras en vinagre… ¡Cristo! ¡Cristo vivo! ¡Cristo crucificado! ¡Cristo resucitado! ¡Cristo! Y él ya lo dijo: en el pobre, en la comunidad, en el pan consagrado, en… ¡Vete y encuéntrate con él!

Empezamos la tercera semana de Cuaresma. Ojalá te encuentres con Cristo vivo, en tu día a día, amándote sin más, sin condiciones, sin precios. Ojalá te atrevas a la novedad que Él trae a tu vida. Ojalá te atrevas a romper la mediocre costumbre que te ata.

Un abrazo fraterno

Santi Casanova

Evangelio para jóvenes – #Cuaresma2024 – Miércoles 2º Ciclo B

«Sabéis que los jefes de los pueblos los tiranizan y que los grandes los oprimen. No será así entre vosotros: el que quiera ser grande entre vosotros, que sea vuestro servidor, y el que quiera ser primero entre vosotros, que sea vuestro esclavo.
Igual que el Hijo del hombre no ha venido a ser servido sino a servir y a dar su vida en rescate por muchos»
Mt 20,17-28

Servir es dar la vida por otros. Es algo contracultural, revolucionario para los tiempos que corren. Porque hoy, a ti y a mí, nos dicen que tenemos que pensar en nosotros, que tenemos que disfrutar, pasarlo bien, exprimir al máximo la vida, viajar aquí y allí, probarlo todo, estar con todos y todas… y cuidarnos, protegernos, alejarnos de lo tóxico y romper con aquello que nos lo pone difícil.

Algunas de estas cosas están bien si no perdemos de vista el objetivo. Otras no son más que ideas de este mundo que adora al Dios «yo», al Dios «bienestar», al Dios «inmediatez».

Jesús te llama a descubrir cómo Él vive en ti y, desde ahí, darte, regalarte, donarte, gastarte con amor. No es un perder sin más. Es un entregar con amor, por amor, en amor. Y eso, es ganar.

Evangelio para jóvenes – #Cuaresma2024 – Domingo 2º Ciclo B

Entramos en semana de exámenes para mis alumnos de Bachillerato. Muchos de ellos ya están cansados de una «carrera» que lleva casi un año o que está llegando al final de su segundo curso. Pesan las frustraciones, la desgana, el hartazgo, los fracasos… y, aún así, volverán a intentar sacar lo mejor de ellos para demostrar que quieren luchar hasta el final. El Evangelio de hoy puede ayudar (Mc 9, 2-10):

En aquel tiempo, Jesús se llevó a Pedro, a Santiago y a Juan, subió con ellos solos a una montaña alta, y se transfiguró delante de ellos. Sus vestidos se volvieron de un blanco deslumbrador, como no puede dejarlos ningún batanero del mundo. Se les aparecieron Elías y Moisés, conversando con Jesús.
Entonces Pedro tomó la palabra y le dijo a Jesús: «Maestro, ¡qué bien se está aquí! Vamos a hacer tres tiendas, una para ti, otra para Moisés y otra para Elías.»
Estaban asustados, y no sabía lo que decía.
Se formó una nube que los cubrió, y salió una voz de la nube: «Este es mi Hijo amado; escuchadlo.»
De pronto, al mirar alrededor, no vieron a nadie más que a Jesús, solo con ellos.
Cuando bajaban de la montaña, Jesús les mandó: «No contéis a nadie lo que habéis visto, hasta que el Hijo del hombre resucite de entre los muertos.»
Esto se les quedó grabado, y discutían qué querría decir aquello de «resucitar de entre los muertos».

La transfiguración. Pasaje complejo que nos muestra de manera preciosa la pedagogía de Dios y el conocimiento que tiene de lo que necesitamos los hombres: necesitamos «tocar con los dedos» el éxito para futuro para aguantar un poquito el sufrimiento que nos va a llevar conseguirlo. Es como si Dios hiciera un «spoiler» de lo que vendrá: «Mirad, chavales, lo que va a venir en los próximos días va a ser heavy. Vais a ver a Jesús sufrir, ser entregado, humillado, crucificado… Vosotros mismos lo abandonaréis y todo parecerá un mal sueño. Sentiréis la tentación de abandonar porque todo habrá dejado de tener sentido pero… ese no será el final. El final es este…». Os dejo tres pistas:

  • «Al final, se gana» – Ese es el spoiler. La vida vence a la muerte. Cristo triunfa. El Bien triunfa. La Luz gana. Gana el Amor. Siempre. Porque Cristo es el Hijo de Dios. Porque el Amor destruye el Mal. Necesitamos saberlo. Porque es importante que tengas los ojos fijos en el horizonte. Porque hay que vivir el presente, claro que sí, pero necesitamos mirar adelante de vez en cuando, tener vivos los sueños, las promesas, las aspiraciones, lo que Dios va hacer con tu vida entregada. Necesitas tocar un poquito de «cielo» para anhelarlo, desearlo… Lo tienes cerca.
  • «Antes del final, la cruz» – El sufrimiento forma parte del camino. Construir tu vida, entregarla, darle forma, ser fiel a tus principios y a tu vocación, conseguir tus sueños, ponerte al servicio de Dios… no es un camino de rosas. Va a llegar, ya lo hace, la cruz, la incomprensión, el sinsentido, el desaliento, el fracaso, la duda, el agotamiento, el dolor… Jesús pasó por ahí. Y te anima a vivirlo con amor. Con dolor, sí, pero con amor. Ya sabes… Dios está contigo en la oscuridad hasta que vuelva la luz.
  • «No te acomodes» – Qué fácil es adaptarlo todo para quedarnos sólo con lo que nos hace sentir bien. Qué tentación tan grande querer llegar al final evitándonos lo difícil. Qué fácil querer llegar a unos estudios, a un buen trabajo, a una feliz vida de pareja y familiar, a sentirme bien ayudando a otros… pero evitando los malos rollos, los instantes complejos, los sinsabores, los enfados, las decepciones, la tristeza… Tentación muy humana: la tuvo Pedro así que tú también la tendrás. Véncela. Esto no va de estar a gustito.

Ya lo ves. Dios les hizo un spoiler a aquellos tres apóstoles que pudieron ver con nitidez a Jesús-Hijo de Dios. Pero una vez se lo enseñó… los devolvió a la realidad. Los días de pasión estaban a punto de llegar. Ojalá su fe resistiera.

Un abrazo fraterno

Santi Casanova

Evangelio para jóvenes – #Cuaresma2024 – Sábado 1º Ciclo B

Porque, si amáis a los que os aman, ¿qué premio tendréis? ¿No hacen lo mismo también los publicanos? Y, si saludáis solo a vuestros hermanos, ¿qué hacéis de extraordinario? ¿No hacen lo mismo también los gentiles?
Mt 5,43-48

Seguimos con el prójimo, pero subimos la apuesta. No se trata de amar «a los nuestros» sino a los enemigos, a aquellos que nos odian, nos persiguen, nos envidian, nos traicionan… Se trata de querer a las personas que te han hecho daño y que siguen haciéndotelo. Suena a locura.

Pero esta locura es el Evangelio de Cristo. Yo estoy lejos, Señor. Sólo puedo mirarte a Ti y pedir que me hagas capaz de esto.

Evangelio para jóvenes – #Cuaresma2024 – Viernes 1º Ciclo B

Por tanto, si cuando vas a presentar tu ofrenda sobre el altar, te acuerdas allí mismo de que tu hermano tiene quejas contra ti, deja allí tu ofrenda ante el altar y vete primero a reconciliarte con tu hermano, y entonces vuelve a presentar tu ofrenda.
Mt 5,20-26

¿El hermano pesa más que el altar? Parece que Jesús prioriza el amor y la reconciliación con el prójimo que las obligaciones religiosas. Para Jesús la relación con Dios pasa inexorablemente por el hermano. Y esa es la parte de «limosna» que nos toca para esta Cuaresma.

¿Ya has pensado con qué hermanos y hermanas, con qué personas, no estás de buenas? ¿Con quién hay enfrentamiento? ¿Qué ofensas has hecho? ¿Qué cosas no te han perdonado o no hay perdonado?

Es el momento de ir y restaurar lo roto. Te lo pide el Señor.

Evangelio para jóvenes – #Cuaresma2024 – Jueves 1º Ciclo B

En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos:
«Pedid y se os dará, buscad y encontraréis, llamad y se os abrirá; porque todo el que pide recibe, quien busca encuentra y al que llama se le abre.
Mt 7,7-12

No es fácil vivir correctamente lo que nos dice hoy la Palabra. Seguro que alguna vez te has sentido decepcionado al entender que le habías pedido a Dios alguna cosa y… no sucedió. Le pedimos que se cure el abuelo, que no se muera mi amigo, que me ayude con las notas, que me llegue un trabajo… Pero muchas veces se lo pedimos como esto de creer fuera un truco de magia. Y Dios no es una malabarista de deseos.

Por eso, es bueno buscar, pedir, acudir a Él y pedirle lo que haga falta pero siempre apostillando «pero que sea haga tu voluntad y no la mía». Y vive en paz lo que te llegue. Al menos sabes que Él estará viviéndolo a tu lado.

Evangelio para jóvenes – #Cuaresma2024 – Domingo 1º Ciclo B

Con esto del cambio climático, vamos entendiendo mejor lo que significa que la sequía llegue a nuestras vidas, que la desertización acabe con nuestros campos y nuestros bosques, que el calor nos asfixie y acabe con los más vulnerables. El desierto es pobreza, hambre, muerte. Por eso cuando leemos el evangelio de hoy debemos de intentar entender qué es el desierto para una vida como la de Jesús, como la tuya o la mía. Lee Mc 1,12-15:

En aquel tiempo, el Espíritu empujó a Jesús al desierto. Se quedó en el desierto cuarenta días, dejándose tentar por Satanás; vivía entre alimañas, y los ángeles le servían. Cuando arrestaron a Juan, Jesús se marchó a Galilea a proclamar el Evangelio de Dios.
Decía: «Se ha cumplido el plazo, está cerca el reino de Dios: convertíos y creed en el Evangelio.»

Dios no es desierto. Dios no es tentación. Pero sí parece que, al menos, permite que Jesús se enfrente a ese vacío, a esa soledad, a ese silencio. Tú y yo, lo mismo. Si no llegado, llegará. El desierto es un paraje que toda vida atraviesa. Lo atraviesa tu matrimonio, lo atraviesa tu ser sacerdote, lo atraviesa tu fe, lo atraviesa tu realidad laboral, lo atraviesa tu amistad con éste o aquél, lo atraviesas tú mismo, sin más… Es el momento en el que pierdes referencias, el momento en el que te sientes perdida y agotada, es el momento en el que te sientes solo, es el momento en el que te sientes desprotegido, a la intemperie, es el momento en el que no encuentras sentido a mucho de lo que te ha tocado vivir. Tres pistas para hoy:

  • «Hay que prepararse» – 40 días duró el diluvio con Noé. 40 años vagó el pueblo de Israel por el desierto. 40 días estuvo Jesús solo, siendo tentado. 40 parece significar algo: cambio, purificación, conversión… sobre todo en lo que se refiere a la relación con Dios. Difícilmente lo vemos así cuando nos toca vivirlo. Querríamos evitarlo a toda costa pero posiblemente, si miramos atrás, podremos comprobar que esas épocas de dificultad han sacado de nosotros aspectos que ni imaginábamos. La prueba que permite Dios no es para hundirte sino para pulirte.
  • «La tentación» – Normalmente llega en los momentos de desolación. Cuanto más solos nos sentimos, cuanto más abandonados por Dios, cuanto más fracasados, culpables, hambrientos y vencidos estamos. Porque la tentación busca justificación. Porque el tentador tiene que tener algo que ofrecer cuanto más desesperado estás, cuanta mayor es tu desconfianza. Y te va a buscar allí donde eres más débil. Aprender a reconocer la tentación es importante: saber distinguir la voz de aquel que pretende hacerte creer que no estás a la altura, que eres digno, que Dios no te merece.
  • «El Reino está cerca» – Dios no quiere que te conviertas para amarte. Dios ya te ama. Con todo. Sin reproches. Convertirse es justamente darse cuenta de este amor y responder. ¿Tú eres consciente de lo mucho que te quiere Dios? En esta pregunta te juegas toda tu Cuaresma, tu vida.

Comienza la primera semana de Cuaresma. Todo te lo juegas en el amor. Tal vez tu mayor propósito cuaresmal es intentar descubrir los gestos de Dios contigo, las huellas de su cariño, las caricias cotidianas. Esto es lo único que transformará tu existencia. Saberte amado, saberte amada. No andamos sobrados en el amor, ni tú ni yo. A por ello.

Un abrazo fraterno

Santi Casanova

 

Evangelio para jóvenes – #Cuaresma2024 – Jueves después de Ceniza

Entonces decía a todos:
«Si alguno quiere venir en pos de mí, que se niegue a sí mismo, tome su cruz cada día y me siga. Pues el que quiera salvar su vida la perderá; pero el que pierda su vida por mi causa la salvará. ¿De qué le sirve a uno ganar el mundo entero si se pierde o se arruina a sí mismo?».
Lc 9, 22-25

Todos tenemos una cruz que cargar. Tú también la tienes. Es lo que toca vivir, la enfermedad que toca soportar, la familia con la que te toca convivir, tu propio carácter, las cosas que te arrastran contra las que no tienes fuerzas, las consecuencias de apostar por vivir en cristiano en un mundo sin fe… ¡Tú sabrás! Se puede mirar a otro lado, hacer como que no existe, pero la cruz está y pesa.

Jesucristo la abrazó. No se giró y se dio la vuelta. ¿La quería? Seguramente no. Pero sabía que era el único camino posible para mantenerse fiel a sí mismo y al Padre. ¿Y tú? ¡Cuántas veces optas por perderte a ti mismo, a ti misma, con tal de intentar sufrir menos, divertirte más, hacer como que tocas la felicidad, sentir algo de cariño!

A veces la cruz se cruza en tu camino. Lo que está en juego es la fidelidad. Y Dios te anima a permanecer. Él está contigo.

Evangelio para jóvenes – Domingo 5º del Tiempo Ordinario Ciclo B

Empecé el fin de semana deseoso de descanso y desconexión. Están siendo semanas intensas y difíciles en el cole. ¿La cabeza? Dando vueltas sobre algo que toca discernir. A ti te pasará lo mismo. Siempre hay decisiones a tomar. Siempre hay preocupaciones. Siempre se asoman abismos y, a veces, despiertan alegres sorpresas. No estamos solos aunque sintamos que hay momentos que solo se pueden vivir en soledad. Tú y yo necesitamos parar, mirar a Dios y hablarle, conversar con Él. La vida cuesta. Vamos a leer el Evangelio de hoy [Mc 1,29-39]:

En aquel tiempo, al salir Jesús y sus discípulos de la sinagoga, fue con Santiago y Juan a casa de Simón y Andrés. La suegra de Simón estaba en cama con fiebre, y se lo dijeron. Jesús se acercó, la cogió de la mano y la levantó. Se le pasó la fiebre y se puso a servirles. Al anochecer, cuando se puso el sol, le llevaron todos los enfermos y endemoniados. La población entera se agolpaba a la puerta. Curó a muchos enfermos de diversos males y expulsó muchos demonios; y como los demonios lo conocían, no les permitía hablar. Se levantó de madrugada, se marchó al descampado y allí se puso a orar.
Simón y sus compañeros fueron y, al encontrarlo, le dijeron: «Todo el mundo te busca.»
Él les respondió: «Vámonos a otra parte, a las aldeas cercanas, para predicar también allí; que para eso he salido.»
Así recorrió toda Galilea, predicando en las sinagogas y expulsando los demonios.

Jesús sigue adelante con su misión. Predica el Reino, cura enfermos, atiende al que lo necesita, expulsa demonios. Sigue entregándose. Muchos le necesitan. Me pregunto qué hago yo con mis días. ¿Y tú? ¿Qué haces tú? ¿Nos quejamos del cansancio pero… para qué estamos aquí? ¿Cómo descansar mientras haya personas cerca que nos necesitan, amigos que piden ser escuchados, abuelos que anhelan compañía, estudios que deben ser atendidos, pobres que se sienten invisibles, niños que me esperan para alegrar su día…? Te dejo tres pistas para hoy:

  • «Cerca y lejos» – Fíjate en el Evangelio. Jesús combina a la perfección el «cerca y lejos». Cura a la suegra de su querido discípulo Pedro. Les conoce, les quiere, son casi familia. Luego atiende a miles que no sabe ni quiénes son. Cerca y lejos. Eso nos pide el Señor, a ti y a mí. Porque la misión no justifica desatender a aquellos que la vida nos ha regalado. ¿Qué hay de tus padres? ¿Y tu marido? ¿Y tu esposa? ¿Y tus hijos? ¿Y tus amigos? ¿Y tus compañeros de clase o trabajo? ¿Sabes lo que necesitan? ¿Te preocupas por ellos? ¿Les dedicas tiempo? Y, al contrario, la familia y los cercanos no se acaban en sí mismos. Dios te pide salir ahí afuera porque ¡el mundo te necesita! ¡Muchos, que ni conoces, necesitan de tu tiempo, de tus dones, de tu energía, de tu entrega! ¿Qué haces con eso?
  • «Agotamiento» – No sé si alguna vez has pensado en si es posible seguir a Jesucristo y vivir «de puta madre», con perdón. Difícil. Cuando entregas tu vida, cuando decides vivir en «modo misión», es complejo sacar un gran tiempo de ocio, para ti, para tus «cositas». Esto te echa para atrás. Y a mí. A todos. Es una lucha de todos los días que se libra en tu corazón: ¿seguir sirviendo o dedicarme a mí y a mi disfrute? Cada uno debe encontrar, con el Señor, su equilibrio, pero está claro que el agotamiento, el cansancio, la sensación de no poder más, de estar sin fuerzas, el anochecer… llega inevitablemente. Pero Dios no abandona. La felicidad no decae. La mirada no se enturbia, sino más bien lo contrario. Prueba.
  • «Retirarse a orar» – La oración en Jesús es como el caldero mágico que Panorámix preparaba a sus compañeros de aldea en las aventuras de Astérix y Obélix. Orar es nuestro descanso. Es más efectivo que el sofá, que una cerveza con los colegas, que el sexo con tu pareja, que una tarde de cine o una mañana de deporte. Entiéndeme. ¿Todo eso es necesario? ¡Por supuesto! Cada cosa en su medida. Nos tenemos que cuidar. Tenemos que disfrutar de la vida también, que es un regalo. Pero lo que nos permite seguir es sabernos sostenidos, amados, enviados y escuchados por el Padre. No hay otra fórmula. A más cansancio, más oración. A más noche, más oración. Hasta que amanezca de nuevo. Reza, lo que puedas, como sepas. Cógele el gusto. Y adelante.

El apóstol Pablo habla de «siendo libre, hacerse esclavo de todos». Suena fuerte. Pero esta es la propuesta. En mi boda, Esther y yo terminamos nuestros consentimientos diciendo: «Quiero regalarte mi libertad». No hay poder más grande que entregar tu vida libremente. Esto es ser cristiano. Esto es predicar el Reino. Esta es la receta de la felicidad, de la de verdad. Buen domingo.

Un abrazo fraterno

Santi Casanova

 

Evangelio para jóvenes – Domingo 4º del Tiempo Ordinario Ciclo B

Ha sido un fin de semana entre amigos y, ahora, me siento a meditar y encontrarme con la Palabra de Dios, de nuevo. Jesús llega a nuestras vidas para darles plenitud, para ensancharlas, ampliarlas, engrandecerlas, para dar voz a todo lo que las hace mejores y para liberarnos de todo aquello que las limita y las empequeñece. La amistad, sin duda, es uno de estos regalos de Dios que nos hace mejores y dedicar tiempo a disfrutar y cultivar tiempo con los amigos es algo que nos hace humanos, divinos. Vamos a leer el Evangelio de hoy [Mc 1,21-28]:

En aquel tiempo, Jesús y sus discípulos entraron en Cafarnaún, y cuando el sábado siguiente fue a la sinagoga a enseñar, se quedaron asombrados de su doctrina, porque no enseñaba como los escribas, sino con autoridad.
Estaba precisamente en la sinagoga un hombre que tenía un espíritu inmundo, y se puso a gritar: «¿Qué quieres de nosotros, Jesús Nazareno? ¿Has venido a acabar con nosotros? Sé quién eres: el Santo de Dios.»
Jesús lo increpó: «Cállate y sal de él.»
El espíritu inmundo lo retorció y, dando un grito muy fuerte, salió. Todos se preguntaron estupefactos: «¿Qué es esto? Este enseñar con autoridad es nuevo. Hasta a los espíritus inmundos les manda y le obedecen.»
Su fama se extendió en seguida por todas partes, alcanzando la comarca entera de Galilea.

Jesús entra en Cafarnaún. Entra en nuestra vida. Jesús va a la sinagoga a enseñar. Trae para ti, para mí, una Buena Noticia que cambia la vida, trae un anuncio aquí, ahora, en medio de tanto ruido, de tanta publicidad, de tanta promesa de bienestar y eternidad, de tanto placer que deja poso amargo. Jesús viene a ti hoy a decirte que lo que tiene que ofrecer es más importante y más sanador que la locura en la que te sume el alcohol de fin de semana, que el bienestar engañoso del porro, o el cigarro, que te fumas con ahínco, que el placer que te produce el sexo sin compromiso, libre y alocado, como si pudiera uno entregar lo mejor que tiene sin pagar ningún precio. Viene a ofrecerte un viaje a su lado, un viaje para el que no necesitas ni un gran equipaje, ni pagar aviones, ni reservar resorts… Te dejo tres pistas para hoy:

  • «¿Qué quieres de nosotros, Jesús?» – El mal se revuelve, como se revuelve una parte de ti cuando sientes que Dios viene a cuestionar parte de la vida que llevas. Sí, crees en Él. Sí, lo aceptas. Sí, te parece un buen tipo. Pero no soportas que venga a decirte que cambies de vida, que abandones algunas cosas. Y te cabrea. Te cabrea y te llenas de justificaciones y de excusas y de argumentos y reproches. En el fondo de tu corazón, cuando Dios se acerca un poco, tú también preguntas: ¿Qué quieres de mí, Jesús? Porque sabes que su poder puede cambiarlo todo y eso… te da miedo.
  • «¡Cállate!» – Jesús viene a acallar a todo aquello que controla tu vida, que te llena de miedo, que te empuja a la oscuridad. Esos impulsos que sientes que no puedes controlar, esa necesidad de sentirte valorado y querido que te lleva a sobrepasar ciertos límites, ese terror a sentirte solo, sola, no aceptado por la mayoría, esas ideas que tienes sobre ti en las que te recuerdas que no vales, que no puedes, que no sirves, que no te lo mereces, que eres una mierda… Jesús hace callar todo eso. Jesús tiene poder para sumir en el silencio a los demonios que no te dejan ser feliz. ¿Por qué no confías en Él?
  • «¿Qué es esto?» – Contempla la vida de tantas personas que, antes que tú, también fueron tocadas por Cristo. Personas, hombres y mujeres, que estaban presos de los mismos demonios, perdidos, sin esperanza, buscando una felicidad que parecía lejana. Acércate a ellos, a ellas. Pregúntales. Mira cómo su vida ha cambiado. Es cierto. No hay fraude. Jesucristo trae un Reino nuevo para ti, un Reino para reinar junto a Él sin cambiar un ápice de tu fragilidad, de tu pequeñez. Asómate. Déjate tocar. Sorpréndete y di como aquellos: ¿qué es esto? ¡Era posible!

Tienes toda la semana para contemplar este evangelio, para ponerte en el lugar de esa persona llena de demonios, asustada, esclava, que reconoce a Jesús y que es liberada por su Palabra. Tal vez sea un buen deseo para rezar estos días.

Un abrazo fraterno

Santi Casanova