… dolido de su obstinación… (Mc 3, 1-6)

Esta Palabra me suena. Se me hace tristemente familiar Padre. Creo que es de rabiosa actualidad en España. Después del debate en el Parlamento ayer sobre política antiterrorista, esta Palabra viene al pelo… Fijémonos en la actitud de los fariseos: antes de la acción ellos «están al acecho», «a ver cómo pillan a Jesús». Durante la acción, incapaces de responder a sus preguntas, tercamente, obstinadamente sacan a Jesús de sus casillas por ser incapaces de dar su brazo a torcer. Después de la acción, «tramando cómo acabar con Jesús». Es como si no hubiera pasado nada. Es como si Jesús no hubiera intervenido. Ellos ya habían decidido a priori que lo que iba a hacer Jesús estaba mal y habían decidido también que pasara lo que pasara, a pesar de todo, Jesús merecía ser arrestado.

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¡Cuántas veces actuamos así en la vida Señor! ¡Cuántas veces actuamos con esa actitud tan insana! ¡Cuántas veces no dejamos que Tú te manifiestes por estar absolutamente enrocados en nuestra postura! ¡Cuántas veces machacamos al prójimo porque hemos decidido que pase lo que pase y diga lo que diga «me va a oir»! ¡Qué lástima! ¡Lo que nos perdemos de la vida, de los demás, de los regalos que tú nos haces!

Ayer en el Parlamento sólo vimos personas obstinadas. Personas que habían decidido que dijera lo que dijera el otro… no importaba. Estos debates con discursos predeterminados ¿sirven para algo? Desde luego a Jesús le sacaban de quicio… A mi también…

 Un abrazo fraterno 

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